La Transgrancanaria lidera la última alternativa al Ultra Trail del Mont Blanc
La carrera, que gana Raul Butaci, sirve de refugio a estrellas críticas con el “monopolio” del gran circuito de la ultradistancia
Los pies de Zach Miller tiemblan en un reducto de sombra de Maspalomas bajo una manta térmica. Media hora acurrucado mientras sonríe y saluda, sin pedir asistencia médica, sin que nadie se extrañe: es casi una escena ordinaria, el precio por correr 126 kilómetros por montaña. El gran favorito, segundo el año pasado en el Ultra Trail del Mont Blanc –UTMB, la prueba reina de la ultradistancia– ha claudicado, pero llegar séptimo no es excusa para no esprintar cuando cruza la meta. El estadounidense, un revolucionario que pasa cada carrera por el cuchillo, se marcha en silla de ruedas tras gastar ...
Los pies de Zach Miller tiemblan en un reducto de sombra de Maspalomas bajo una manta térmica. Media hora acurrucado mientras sonríe y saluda, sin pedir asistencia médica, sin que nadie se extrañe: es casi una escena ordinaria, el precio por correr 126 kilómetros por montaña. El gran favorito, segundo el año pasado en el Ultra Trail del Mont Blanc –UTMB, la prueba reina de la ultradistancia– ha claudicado, pero llegar séptimo no es excusa para no esprintar cuando cruza la meta. El estadounidense, un revolucionario que pasa cada carrera por el cuchillo, se marcha en silla de ruedas tras gastar en la Transgrancanaria una de sus tres balas del año, una elección que no es baladí, pues refleja su voz crítica con UTMB, al que acusa de monopolio y al que no acudirá este año.
Miller, atleta de The North Face, fue una de las grandes estrellas de la prueba que atraviesa Gran Canaria de norte a sur, aprovechando que su marca es el patrocinador principal del evento, con premios de hasta 5.000 euros para el ganador. Se cayó por lesión Jim Walmsley, el compatriota que le superó en el UTMB cuando ya había visto amanecer en cabeza. “Estoy muy feliz con mi actuación, no tuve grandes bajones”. Quizás la mejor versión de su vida. “Es difícil comparar, pero fue una de las mejores”. Sin embargo, no estará en Chamonix esta vez para intentarlo de nuevo. “Tengo una mentalidad abierta, no quiere decir que no vaya a volver, pero tiene que haber cambios”.
Tanto él como Kilian Jornet han mantenido conversaciones con los organizadores de UTMB para trasladar su descontento. “Me gustaría que fueran más conscientes de su impacto en el deporte”. Pide incluir en el sistema de clasificación carreras que no sean propiedad de UTMB –un trámite obligatorio– en busca de compartir la tarta. “No sé si su objetivo es ser un monopolio, pero han dado recientemente muchos pasos hacia esa dirección”. La incorporación de Ironman o la devaluación de otros eventos por el imán que supone Chamonix para los atletas, primados por sus marcas por rendir allí. “Están impulsando la profesionalización del deporte, pero si no son justos, es peligroso”. Defiende un sistema “respetuoso” con las carreras que ya existen: “Trabajar juntos en vez de querer mandar en el show”. Ambos compartieron sus ideas con otros atletas, con su presencia como elemento de presión.
Esa presencia le llevó a la playa de las Canteras de Las Palmas para arrancar su odisea a las 23:59 horas del viernes. Entre lluvia fina y arena, partieron 931 cenicientas hacia una noche terrible. “Hemos estado seis o siete horas con lluvia y rachas de viento bestiales. La sensación térmica era bajo cero”, explica el ganador, Raul Butaci, que completó un recorrido con 6.800 metros de desnivel positivo en 13h,22m,32s. Del frío en el norte al sol de justicia del sur. Tantos kilómetros para un guion que se resuelve en 10, la última gran subida, entre Tejeda y el Roque Nublo, en la que Miguel Heras, rejuveneciendo a cada zancada sus 48 años, se le acerca a segundos, pero no le caza. El líder mira a la izquierda una y otra vez con las nubes a sus pies y sabe que aún quedan 38 kilómetros. “He estado hasta el final pensando que me ganaba”.
Pero Butaci, un rumano tan catalán como la butifarra, vuela en el tramo favorable y pasan diez minutos hasta que llega el bejarano, fiel a sus costumbres, a su bocata de jamón en el avituallamiento mientras sus rivales apuran los geles. “Los sueños se cumplen muy pocas veces, nunca te acabas de creer que vas ganar una carrera de estas”, confiesa el ganador. La Trasgrancaria, con seis distancias repartidas en cinco días y unos 4.000 inscritos –la mitad, extranjeros–, lidera el World Trade Majors, un circuito joven que replica a UTMB con una estructura democrática: nueve eventos que comparten la propiedad, con su organización propia y Turismo de Gran Canaria como sponsor global.
Butaci da la razón “en muchas cosas” a Miller y Jornet. “UTMB se está aprovechando de los corredores; todo el prestigio que tiene es por ellos”. Pero defiende un sistema piramidal, aunque el poder sea más compartido. “Tiene que haber un circuito que sea como la final de la Champions. Que se sepa realmente quién es el mejor el corredor. En la actualidad, no lo sabes. Ahora es UTMB, pero estaría bien que se creara un circuito en base a federaciones”.
Mientras Butaci apura sus palabras, casi dos horas después de pulsar el stop de su piernas, llega Courtney Dauwalter, la mejor fondista de la historia, ganadora el año pasado de las tres carreras de cien millas más prestigiosas del mundo en apenas dos meses. La estadounidense que se enamoró de Gran Canaria el pasado febrero y cumplió su promesa de volver cada año. Tarda casi media hora más (15h,14m,54s), con esa fatiga que engrandece su figura, deshace sus pasos para agradecer cada paso de la batucada que baila en círculos a su alrededor. Una isla, con sus montañas, rendida a sus agotados pies.
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