Un partido entre el pasado y el futuro
A Alemania y a Inglaterra se las considera rivales, con multitud de enfrentamientos a lo largo de la historia, pero juegan al fútbol de forma muy parecida, siempre impredecibles
Mis primeros recuerdos como aficionado al fútbol tienen que ver con Inglaterra. Yo animaba a mi selección nacional en los dos encuentros de semifinales del Mundial de 1990 y la Euro de 1996. Alemania ganó los dos encuentros en los penaltis y acabó ganando el título. Y las dos veces pudo ganar Inglaterra. Me impresionaba la energía infinita de Paul Gascoigne. Era la figura más deslumbrante y a la vez trágica de la selección inglesa. En 1990, recibió una segunda tarjeta amarilla y entre lágrimas supo que no po...
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Mis primeros recuerdos como aficionado al fútbol tienen que ver con Inglaterra. Yo animaba a mi selección nacional en los dos encuentros de semifinales del Mundial de 1990 y la Euro de 1996. Alemania ganó los dos encuentros en los penaltis y acabó ganando el título. Y las dos veces pudo ganar Inglaterra. Me impresionaba la energía infinita de Paul Gascoigne. Era la figura más deslumbrante y a la vez trágica de la selección inglesa. En 1990, recibió una segunda tarjeta amarilla y entre lágrimas supo que no podría jugar la final. En 1996, le faltaron 20 centímetros para haber marcado el gol de oro en la prórroga. El balón pasó cerca del palo largo. Es algo que la afición de Alemania jamás olvidará.
La Eurocopa de 1996 fue un gran torneo. Fútbol en estado puro. “El fútbol vuelve a casa”, un eslogan excelente para un torneo celebrado en Inglaterra, a la vez que un canto al fútbol para toda la vida. El fútbol vuelve a casa; no todos pueden decirlo, pero Inglaterra, sí. Todo el mundo se sentía como en casa en el ambiente de Old Trafford, Hillsborough, St. James’ Park o Wembley. Así es como debe ser, de eso se trata en el fútbol. Así fue en 2006 durante la “Sommermärchen” en Alemania, “die Welt zu Gast bei Freunden” (el mundo hace una visita a sus amigos). Si podemos hacerlo de nuevo en la Eurocopa de 2024, como lo hicimos en 1996 y 2006, todo irá bien. Eso es lo que busco como director del torneo.
Tuve que tratar con dos de los campeones de 1996 una década más tarde en la selección nacional: Jürgen Klinsmann y Oliver Bierhoff, que hoy sigue siendo directivo de la Federación alemana, DFB. Gareth Southgate dio un paso al frente para Inglaterra. Falló el penalti decisivo en 1996, y después se rió de sí mismo por ese fallo en un anuncio publicitario. Me impresiona igualmente su manera de asumir la responsabilidad permanentemente como seleccionador nacional; se identifica con el trabajo y desarrolla a la selección nacional. En 2018 ya alcanzó las semifinales del Mundial. Se nota que quiere conseguir algo grande.
¿Puede Inglaterra ganar algo? Las condiciones para Southgate son buenas. Raheem Sterling, Mason Mount, Phil Foden, Marcus Rashford y Jadon Sancho son talentos jóvenes a los que da gusto ver jugar. ¿Serán capaces de dejar su sello en la selección de Inglaterra a largo plazo? ¿Ganarán títulos?
En Alemania, la era de Joachim Löw llegará a su fin, pero aparte de eso, la pregunta es la misma. Si hacemos caso omiso de cómo Löw perpetúa a Mats Hummels y Thomas Müller, vemos que hay una nueva generación en la selección. Lo buenos que acaben siendo Joshua Kimmich, Kai Havertz, Leon Goretzka, Serge Gnabry, Leroy Sané o Timo Werner dependerá en última instancia de si se convierten en los rostros de una selección nacional exitosa. Es algo que se verá en esta década. Hay otro rasgo que comparten los dos equipos: su diversidad. Es un activo que puede dar frutos.
También tengo una experiencia personal con Inglaterra como jugador. En 2007, les ganamos 2-1 en un amistoso jugado en Wembley. Yo era un joven jugador que tuvo el honor de llevar el brazalete de capitán por primera vez, recibido de Bernd Schneider en el minuto 90. Como excepción, Joachim Löw me usó como medio centro. Fue divertido, porque ese era el puesto en el que jugaba de joven en el Bayern. A lo largo de mi carrera, casi siempre he jugado de defensa lateral. Joshua Kimmich se encuentra en una situación similar. No es un jugador natural de banda, así que le veo mejor distribuyendo el balón en el medio.
En la victoria por 4-1 en los octavos de final del Mundial de 2010, nuestro joven equipo vivió una especie de renacer. Aún no éramos un equipo maduro, pero por primera vez mostramos nuestro potencial, que nos llevó a ganar el título cuatro años después. Este partido, como prácticamente todos los que se han jugado entre nuestras dos grandes naciones futbolísticas, podía haber acabado de otro modo. El disparo de Frank Lampard claramente había entrado, pero no subió al marcador. Hoy en día, la tecnología de línea de gol lo habría validado. Agradezco esta ayuda digital, al contrario que el VAR, que le quita responsabilidad al ser humano y delega en la máquina.
¿Qué es lo que está en juego? ¿Qué veremos en Wembley? Se verán las caras dos selecciones que están en la misma fase de desarrollo y entre las cuales no hay mucha diferencia. A Alemania y a Inglaterra se las considera rivales, pero juegan al fútbol de forma muy parecida. El estilo de ambos equipos no es tan homogéneo como el de Italia o España. Por otra parte, ambas selecciones juegan con más libertad y son más impredecibles. Sin embargo, Inglaterra ha logrado más estabilidad bajo el mando de Southgate que Alemania. El seleccionador inglés, que jugó como defensa, logra equilibrar mejor la defensa y el ataque. Esto se refleja claramente en la diferencia de goles durante la liguilla (2-0).
Podría ocurrir que esta vez Inglaterra no se quede en la orilla y encuentre a su héroe. Alemania, por su parte, que ha marcado ya seis goles y ha encajado cinco, se encomendará a sus individualidades en el ataque. Por tanto, este partido entre dos equipos con tantísimo potencial servirá para compararlos. Por no hablar de lo apasionante que resultará para los aficionados al fútbol de todo el continente.
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