El balonmano español se estrella contra Dinamarca y el eterno muro de las semifinales
La selección cae por 23-27 y pugnará por su cuarta medalla de bronce contra Egipto, derrotada por Francia
La final olímpica se le sigue resistiendo al balonmano español. Cuanto más se acerca al objetivo que le falta en sus vitrinas más duro es el desengaño. La acarició porque llegó a la semifinal pletórico de moral y con toda la motivación del mundo después de un excelente torneo, de años incluso de una trayectoria ascendente, con dos oros Europeos y con un bronce en el Mundial. Y sus jugadores veteranos, deseosos de culminar sus carreras con el último hurra, a lo grande. Pero una vez se puso la bola en juego en el Estadio Nacional Yoyogi, Dinamarca hizo y deshizo, jugó mejor y fue superior, de principio a fin (23-27).
España, 23 - Dinamarca, 27
España: Gonzalo Pérez de Vargas (Corrales); Maqueda, Ángel Fernández (1), Sarmiento (1), Entrerríos (2), Dujshebaev (5), Solé, Figueras (5), Antonio García (3), Aleix Gómez (4), Guardiola y Sánchez-Migallón.
Dinamarca: Niklas Landin; Magnus Landin (1), Saugstrup, Svan (1), Mensah (2), Toft (2), Mikkel Hansen (10), Andersson, Holm (1) y Gidsel (5).
Árbitros: Brunner y Salah.
Estadio Nacional de Yoyogi.
No hubo discusión posible. Mikkel Hansen comandó la clasificación de su equipo para la final con su brazo de oro. Los daneses, también campeones del mundo, defenderán su corona olímpica contra Francia. Una repetición de la final de Río 2016. Y España tendrá que rehacerse de inmediato para luchar por el bronce ante Egipto, que perdió con Francia por 27-23.
Hansen metió diez goles y dirigió el ataque de los suyos con su aplomo de siempre, con esa tranquilidad aparente, tan engañosa para sus rivales. Por más que lo encimaba la defensa española, no dejaba de tocar, mandar y pegar el latigazo. El equipo español jugó siempre a remolque. Se desgastó, no supo encontrar el punto de inflexión como había hecho tantas veces. Le faltó más velocidad, más precisión, más llegadas por los extremos. Gonzalo Pérez de Vargas realizó varias paradas de mucho mérito, y aun así, los daneses gozaron casi todo el partido de ventajas de dos, tres y hasta cuatro goles.
Gidsel, desde el extremo, dio variedad y abrió el ataque danés. Su efectividad y la de Hansen, acompañada por las paradas de Niklas Landin, dieron el control del juego a Dinamarca. No rompían lo suficiente Ángel Fernández y Ferran Solé, Maqueda y Guardiola tampoco encontraron puerta. Y la defensa española no conseguía forzar a un ataque danés muy milimetrado, a veces bordeando la pasividad, culminando a menudo en el último instante. Dujshebaev y Entrerríos, además de la definición de Adrià Figueras desde el pivote, mantuvieron las constantes de los suyos.
España, al igual que a lo largo de todo el torneo, fue de menos a más. En los últimos 18 minutos rebajó su desventaja. Llegó a situarse en un par de ocasiones a un gol, 21-22 y 22-23. Pero Landin y Hanssen siempre salvaron la papeleta para su equipo en los instantes más complicados. Entre Landin y el palo salvaron un lanzamiento de Dujshebaev que pudo significar el empate a 22. Faltaban casi seis minutos.
Pudo ser el punto de inflexión que tanto persiguió el equipo que dirige Jordi Ribera. También Guardiola dispuso de una oportunidad. Pero España iba a la desesperada, al límite. Dinamarca supo capear el temporal con aplomo, casi siempre con acciones mu medidas y precisas. Los daneses no pierden ante España desde los Juegos Olímpicos de 1980 y también se impusieron en la semifinal del Mundial de 2021 en el que se proclamaron campeones.
Cuatro veces ha llegado España a las semifinales olímpicas, y las cuatro ha sido derrotada. Las anteriores las perdió en 1996 y 2000 ante Suecia, cuando jugaba Talant, el padre de los Dujshebaev, Garralda, Urdangarin, y en 2008 ante Islandia cuando en el equipo ya estaba Raúl Entrerríos junto a Barrufet, Iker Romero, Lozano y compañía. Las tres veces acabó ganando la medalla de bronce. En Tokio, pugnará una vez más por ese tercer puesto el sábado (10.00) ante Egipto.
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