Portugal se libera sin Cristiano y arrolla a Suiza
El seleccionador Fernando Santos castiga al capitán con el banquillo y la selección lusa se desata y golea al combinado helvético con un triplete de Gonçalo Ramos. Marruecos, rival en cuartos
La catarsis curó la melancolía de Portugal. No es la primera vez que sucede ni será la última. La Copa del Mundo abona situaciones dramáticas. Muchos equipos implosionan en el tránsito. Los insultos que profirió Cristiano Ronaldo a su seleccionador, Fernando Santos, cuando lo sustituyó en el último partido de la fase de grupos, precipitaron la adopción de medidas disciplinarias sumarias. Santos no tuvo más remedio que restituir su autoridad. Dejó fuera de la alineación al capitán y el vestuario, que desde hacía meses se distanciaba de Cristiano, cada vez más ensimismado, se sintió al fin liberado. Portugal dejó de ser el coto del goleador de 37 años para convertirse en el equipo de Bernardo Silva, Bruno Fernandes y João Felix, tres jugadores superlativos que se definen por su sentido asociativo, su generosidad y su visión global del juego, todo aquello que nunca caracterizó a CR. Entre los tres encumbraron a Gonçalo Ramos, el sustituto del ídolo caído, que metió tres goles en la demolición de Suiza, piedra de toque de una selección que se suma a las favoritas.
Portugal salió a no desarmarse. Siguiendo la pauta del cauteloso Santos, el equipo enfiló a Suiza con la rienda corta, bien parado en su campo, con Gonçalo Ramos, el punta del Benfica, ocupando la posición y desempeñando las funciones que tanto desdeñó Cristiano. Arriba marcando el territorio a los centrales contrarios, y corriendo al espacio cada vez que podía. La consigna para todos los demás fue nítida. Conservar la estructura con William Carvalho y Otávio por delante de los centrales, y jugar cada pelota con el máximo sentido económico posible. Lo mismo daba que fuera el lateral Dalot, el central Pepe o el volante Bernardo Silva. La primera opción fue saltar líneas para buscar a Ramos y Bruno Fernandes; la segunda, lanzar a los laterales a la carrera, con la misión de centrar a Ramos y a Bruno Fernandes.
Akanji y Schär comenzaron por ganar los balones divididos. Se desató un breve duelo táctico. Los dos equipos achicaron. Nadie gobernó el juego y nadie pudo circular. El público comenzó a hacer la ola, a falta de mayores entretenimientos. Pero en la guerra de trinchera, siempre tuvo los minutos contados. No puede ser de otro modo cuando el líder espiritual es el disperso Xhaka.
Pasados los 15 minutos, João Felix recibió un saque de banda y metió el balón por la brecha que se abrió entre Akanji y Xhaka, que lo encimaron mal. La pelota fue a dar a Ramos. El delantero se giró delante de Schär y empleó la zurda por cañón. Metió el 1-0 en la escuadra del primer palo ante la mirada despavorida de Sommer. El festejo de los jugadores portugueses resultó clamorosamente feliz. Todos fueron a abrazar al ejecutor que había dejado en el banquillo al capitán mandamás. “¡Vamos caralho!”, le felicitó Bruno Fernandes.
El golpe apenas generó una reacción en los suizos, que se sintieron perdidos. Por más plantillazos que le metió Freuler a Pepe, el gobierno de la situación fue siempre del mejor equipo en la cancha. El propio Pepe, a la salida de un córner, hizo el 2-0 con un cabezazo soberbio.
Suiza agonizaba cuando el público, sentimental, comenzó a rendir un homenaje al héroe castigado. “¡Ronaldooooo! Ronaldooooo…!”. El grito se levantó de las gradas, como un clamor entre la bruma que avanzaba del mar próximo, mientras Portugal zarandeaba a su adversario alegremente distraído. Ramos metió el 3-0, asistió a Guerreiro en el 4-0, y anotó el 5-1, primer triplete de esta Copa del Mundo, antes de que, finalmente, Cristiano ingresara por petición popular, jaleado por una hinchada que celebra feliz el pase a cuartos de final que lo enfrentará a Marruecos, el próximo sábado.
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