‘Roger’ Dimitrov ciega a Alcaraz

El búlgaro encuentra premio a su embestida contra el español, que reacciona tarde y cede (6-2 y 6-4) en los cuartos de Miami: “Me ha hecho sentir que tenía 13 años”

Alcaraz se despide de los aficionados de Miami tras perder contra Dimitrov.Foto: Geoff Burke (USA TODAY Sports via Reuters Con) | Vídeo: Reuters

Lamenta Carlos Alcaraz no haber podido medirse nunca con Roger Federer, el hombre del que siempre tuvo colgado un póster en su habitación. A falta del suizo, al murciano le quedará el consuelo de haberse cruzado con este Grigor Dimitrov imponente e imparable, arrollador el búlgaro. Su verdugo en Miami: 6-2 y 6-4, en 1h 32m. Sin haberse subido nunca a la montaña rusa del dandy, el español puede al menos —salvando la siempre insalvable distancia respecto al genio— h...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Lamenta Carlos Alcaraz no haber podido medirse nunca con Roger Federer, el hombre del que siempre tuvo colgado un póster en su habitación. A falta del suizo, al murciano le quedará el consuelo de haberse cruzado con este Grigor Dimitrov imponente e imparable, arrollador el búlgaro. Su verdugo en Miami: 6-2 y 6-4, en 1h 32m. Sin haberse subido nunca a la montaña rusa del dandy, el español puede al menos —salvando la siempre insalvable distancia respecto al genio— hacerse una idea de cómo se las gastaba su ídolo, porque este Dimitrov de fábula y vértigo, daga en mano del primer al último punto, seguramente sea la reproducción más cercana a esa sensación adrenalínica de que el tren viene a toda máquina y de que no hay manera de evitarlo. Coincide la máxima expresión de uno con el pinchazo del otro porque, tras una secuencia extraordinaria, Alcaraz se ve desbordado. Embiste el adversario, pero no encuentra remedio.

“¡Tírale alto, tírale alto!”, le insiste desde la esquina su preparador, Juan Carlos Ferrero. “¡Anímate, que te oiga!”, grita el técnico, pero esta vez la reacción de su jugador es tardía e insuficiente. Alcaraz está cruzado. Obcecado durante la mayor parte del duelo, tan solo se reanima en la recta final, cuando ya ha cedido un terreno difícilmente recuperable. Existe el amago, pero queda en eso, mero amago. Del 4-1 al 4-4 en el segundo parcial, pero la respuesta es fulminante. Lo advertía el búlgaro en la antesala: “Él está jugando a un nivel excepcional, pero yo también”. Y ejecuta con la decisión que diferenciaba al gran Federer, dispuesto a morder cada pelota, en cada tiro, sin desperdiciar un solo gramo de pólvora. Restando dentro y gobernando con la derecha, se apropia de un triunfo que le aproxima de nuevo al top-10 y le cita este viernes con Alexander Zverev (6-3 y 7-5 a Fabian Marozsan).

Comparado en sus inicios con el suizo —flaco favor para cualquiera—, Dimitrov parece haberse liberado definitivamente y a sus 32 años disfruta de una segunda juventud, con la esperanza todavía de que más allá de esa Copa de Maestros que logró en 2017, lejos ya, pueda experimentar algún capítulo glorioso. Derrotó el curso pasado a Alcaraz en Shanghái, y de nuevo vuelve a tumbarle. Plasma el plan a la perfección. “Tenía extremadamente claro lo que quería hacer. A veces, la simplicidad es clave. Tienes que pegarle duro para mantenerle a raya. Es como jugar al gato y al ratón, para ver quién es el primero que golpea”. Y así, con un esquema muy definido que consiste básicamente en jugar a toda pastilla y evitar que el español disponga de tiempo para atacarle, obtiene réditos desde el inicio del partido. A todo gas, arriesgando sin parar, ataca en cada devolución y regala golpes fantásticos que envenenan enseguida la mente de Alcaraz.

Al murciano (20 años) se le escapa una opción de break en el primer juego y acto seguido se ve a remolque, 3-0 abajo, aturdido porque la pelota del búlgaro le atropella y no percibe hueco alguno; la inspiración se ha ido a otra parte. Las piernas del rival son dos cohetes y en un abrir y cerrar de ojos se ve contra las cuerdas, arrinconado, repeliendo como puede. No consigue llevar la iniciativa y en esa circunstancia de adversidad, el indisoluble ganador de este mes de marzo se evapora rápidamente. No ofrece respuestas, no da con la solución. Niega. De dominador a dominado. Es, desde luego, un mal día. Le visita la frustración. “¡No puedo hacer eso!”. “¡Tengo que centrarme de una vez!”. “¡Qué inútil soy!”. “¡No sé dónde restar!”. Quejoso, no consigue enderezarse y el de enfrente sigue erre que erre, poniendo una estupenda rúbrica de revés ganador al set inicial.

Dimitrov devuelve la pelota de revés.Geoff Burke (USA TODAY Sports via Reuters Con)

Salvo un muñecazo magnífico en el pasante, muy poco que rescatar hasta ahí. Y Dimitrov, a lo suyo. Sabe que sus opciones pasan por apretar y apretar, por no bajar un pelo el pistón, así que abre trecho en el segundo (4-1) y del otro lado siguen sin proponerse variables. A falta de juego y de servicio, tira al final Alcaraz de orgullo y tras sortear una bola para 5-1, en un juego dirimido en casi diez minutos, logra un break en blanco y salva el abismo. Gana tiempo, pero no hay punto de giro. El búlgaro no titubea —salva cuatro de las cinco opciones de rotura que defiende— y descarga una última ráfaga que certifica su pase a las semifinales; a excepción de Madrid, las ha alcanzado en todos los Masters 1000. “Ha hecho un tenis casi perfecto; de hecho, puedo decir que perfecto”, precisa el de El Palmar. Y se expresan también los números de la hoja estadística.

La autoridad de Dimitrov se refleja en sus 23 tiros ganadores y en la cosecha obtenida tanto en la red —14 aciertos en 19 visitas— como al resto —27 puntos de 59, un 46%—. “Me ha hecho sentir que tenía 13 años”, admite el Alcaraz. “Le decía a mi equipo que no sabía qué hacer. Tenía que haber cambiado mi juego antes, pero que creo que he jugado bien; no he encontrado la forma de hacerle sentirse incómodo. Seguramente, la próxima vez que juegue contra él seré otro, intentaré hacer cosas distintas. Creo que hoy he jugado mejor que en Shanghái, pero no he encontrado soluciones. Y él lo ha hecho perfecto”, resuelve el número dos, que regresará a casa para perfilar la gira de arcilla que comenzará el 7 de abril en Montecarlo. Lo hace habiéndose reencontrado consigo mismo —después de una fase de dudas—, con otro Masters 1000 en el bolsillo (Indian Wells) y el soberbio nivel ofrecido hasta el encontronazo con Roger Dimitrov.

RYBAKINA Y COLLINS EN LA FINAL FEMENINA

A. C.

La próxima madrugada, Dimitrov chocará con Zverev (00.00, Movistar+), sabiendo el ganador a quién se enfrentará el domingo puesto que previamente (20.00) saltarán a la pista Jannik Sinner y Daniil Medvedev. El primero, derrotado por Alcaraz en las semifinales de Indian Wells, amenaza ahora el segundo puesto defendido por el español, que al caer en la penúltima ronda perderá el lunes 160 puntos en el ranking; si el italiano gana el título, conseguirá ascender un peldaño.

Por otra parte, este jueves quedó definida la final femenina. La disputarán el sábado (20.00, Dazn) Elena Rybakina y Danielle Collins. La kazaja desbordó a la veterana Victoria Azarenka con 40 ganadores (6-4, 0-6 y 7-6(2) y por segundo curso consecutivo figura en el capítulo definitivo, mientras la estadounidense, que se retirará al cierre de esta temporada con solo 31 años, se impuso a la rusa Ekaterina Alexandrova (6-3 y 6-2).

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Sobre la firma

Más información

Archivado En