Llegó el verano, llegó la luz para Paula Badosa
Tras año y medio de dolor e incertidumbre, la española se reanima y recupera terreno: ha ascendido 84 puestos, 111 desde mayo, y su juego continúa creciendo
Decía Paula Badosa avanzada la primavera que sentía que su nivel estaba subiendo lentamente, que pese al azote de la espalda —la dichosa vértebra dañada desde hace año y medio— y a que los resultados no eran los deseados la curva era ascendente. Y al discurso le han acompañado los hechos, el juego, el rendimiento. Sonríe ahora en Nueva York, donde ha aterrizado después de dos meses redentores e ilusionantes, muy esperanzadores; en Wimbledon accedió a la segunda semana de la competición, por primera vez en un gran escenario después de dos cursos, y a la grata confirmación de que su tenis estaba volviendo le acompañó luego el título logrado en Washington y las semifinales firmadas en Cincinnati, prueba de que la intuición no le fallaba y de que el retorno va por el buen camino.
Ahora, en Flushing Meadows, la historia ha comenzado bien: 6-0 y 6-3 en el estreno frente a Viktoria Golubic, en 1h 09m. Así que la catalana, cabezota ella, empeñada en contradecir a esa espalda puñetera que le ha llevado por el camino de la amargura, sigue alimentándose de esas buenas sensaciones que ha ido recuperando después de haber tocado fondo a finales de abril, en la Caja Mágica de Madrid, donde cedió en la primera ronda contra Jessica Bouzas en un episodio que le hizo anímicamente mucho daño. A partir de ahí, cambio de mentalidad y repunte. Un reset. Tocar fondo, el remedio indeseado que en su día le funcionó —cuando la depresión no estuvo lejos de apartarla del tenis— y que ahora le ha devuelto el brillo otra vez.
Acostumbra Badosa a intervenir con frecuencia sobre su estructura de equipo, a rehacer y a cambiar de cromos cuando busca soluciones. Y en esta ocasión, optó por una vuelta al pasado; en concreto a 2021, cuando triunfó en Indian Wells y se presentó en las alturas. En mayo retomó la ayuda de David Antona (preparador físico) y Dani de la Serna (nutricionista y psicólogo), que se unieron al engranaje dirigido desde el banquillo por el joven Pol Toledo, de 29 años. Desde entonces, más trabajo, paciencia, determinación y convicción; también el complejo proceso de entender que lo de la espalda es irreversible (“crónico”) y que como tenista profesional deberá convivir con la dolencia. Días mejores y peores, pero ahí que sigue ella.
Renunció a competir en los Juegos Olímpicos de París con el objetivo de ir pescando los puntos que le permitan volver a la zona noble del circuito, y la apuesta le ha salido bien de momento. “He aprendido que soy más fuerte de lo que pensaba”, apunta. “No es ya solo el hecho de ganar partidos, sino de cómo estoy haciéndolo”, se explica, refiriéndose al trazado completado antes de adentrarse en Flushing Meadows, resumido en 11 triunfos (en 13 duelos) que le han aupado al puesto 29 del listado. El coste del mal físico llegó a relegarla hasta el 140, por lo que la ascensión —111 posiciones en tres meses, 84 en la franja veraniega— aporta luz a una situación que hace no tanto era tenebrosa. Los médicos le deslizaron la posibilidad de pasar por el quirófano, pero una operación le hubiera descartado de la élite y la negativa fue tajante.
“Acojonada”
De nuevo esperanzada, Badosa (26 años) pretende quitarse de encima el mal sabor que tiene en el torneo de Nueva York, ciudad en la que nació y en la que creció hasta que su familia decidió regresar a España. El año pasado no pudo competir por la lesión de la espalda y en las cuatro participaciones previas no consiguió sortear la barrera de la segunda ronda, cota escasa para una jugadora de considerable potencial. Momento óptimo, pues, para el giro. En la próxima ronda tendrá enfrente a la estadounidense Taylor Townsend, actual número ocho y en buena dinámica. No será sencillo, pero ella confía y aprieta.
“Me veo bien, con confianza. He estado bien de fondo y aunque de saque he estado regular, tengo margen para hacer algunos ajustes. Para ser una primera ronda, con toda la tensión, ha sido un partido bastante correcto”, afirma. “La confianza hace mucho, porque te atreves más con los tiros y cuando tienes esa dinámica positiva, sin quererlo vas ganando, mientras que cuando estás en lo contrario todo cuesta muchísimo más y se te hace una montaña. Cuando estoy segura de mí misma, mi juego responde muy bien”, prosigue, desvelando a continuación el plan que ella y su entrenador trazaron para ir recuperando el terreno perdido.
“Cuando acabé Roland Garros, me senté con mi entrenador y, aunque odie hablar de ranking, porque además en esos momentos estaba fuera del top-100 y para mí eso es un desastre, nos planteamos acabar el año bien para ser cabeza de serie en Australia. Me sentí muy bien en la gira de hierba, aunque se me escaparon partidos muy igualados, y el trabajo que llevo haciendo estos últimos meses me ha permitido ser cabeza de serie aquí, algo que sinceramente no esperaba”, continúa Badosa, que llegó “acojonada” a la gira norteamericana ante la posibilidad de que la espalda le volviera a doler. Y ahí siguen esas molestias, pero controladas, y lo que antes se veía muy negro va adquiriendo otro color, sin perder nunca la fe.
EL RESTO DE LOS ESPAÑOLES
Al avance de Badosa se sumaron este lunes los de Roberto Bautista (7-5, 7-6(3) y 7-6(5), Roberto Carballés (6-2, 6-3, 5-7, 6-7(5) y 6-3 a Jan Choinski) y Pedro Martínez (6-7(6), 6-1, 6-2, 3-6 y 7-6(6). En cambio, no lograron superar el estreno Marina Bassols (7-6 (3) y 6-2 contra Barbora Krejcikova), Pablo Carreño (6-1, 6-3 y 6-3 ante Arthur Cazaux), Alejandro Davidovich (7-6(1), 3-6, 6-4 y 6-3 para Rinky Hijikata) ni Albert Ramos (7-6(2), 6-2 y 6-3 con Matteo Berrettini).
La próxima madrugada (1.00, Movistar+) intervendrá en la pista central el murciano Carlos Alcaraz, ante el australiano Li Tu (186º). También lo harán Sara Sorribes (Alexa Noel), Jaume Munar (Gabriel Diallo), Cristina Bucsa (Sara Errani) y Jessica Bouzas (Petra Martic).
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