La sequía oscurece las perspectivas de desempleo en Gran Bretaña

Un millón y medio de personas están sin empleo en Gran Bretaña. La cifra, correspondiente a este mes de agosto, es la más alta que se ha producido en el país desde que terminó la segunda guerra mundial. Con respecto a julio, hay ahora 38.500 personas más sin trabajo. Esto significa que un 6,4 por 100 de la población trabajadora británica está cobrando el subsidio de desempleo. La situación se ha agravado como consecuencia del alto número de jóvenes que han dejado los institutos y se han hallado sin puestos de trabajo.

En condiciones normales, esta cifra podría haberse reducido al comienzo del otoño. Sin embargo, las especiales circunstancias por las que atraviesa el país hacen pensar que la situación va a hacerse aún más grave.

La sequía que padece Gran Bretaña amenaza con reducir el calendario laboral a tres días a la semana, para que las industrias no se vean obligadas a cerrar del todo por falta de agua. Si esta medida, que ha sido anunciada como inminente por representantes de los trabajadores y de los empresarios, se llevara a cabo, a pesar de las precauciones que va a tomar el Gobierno, conduciría al cese, si quiera temporal, de muchos empleados.

La «gran sequía» como se la llama en la prensa inglesa, fue objeto de una reunión especial del gabinete de Callaghan. Uno de los ministros, Denis Howell, responsable hasta ahora de los Deportes, ha sido nombrado «jefe supremo del agua». Ha sido encargado por el primer ministro para que establezca, con las autoridades locales y con las entidades afectadas por la sequía, un sistema de prioridades que garantice que el agua va a llegar en cantidades adecuadas a aquellos sectores que más la necesiten.

La agricultura y la industria están en primer lugar en el índice de prioridades. Las perspectivas de devaluación de la «libra verde», con la que se hacen las transacciones agrícolas con el Mercado Común, obligaría a aumentar los precios de los productos en el mercado. Esa circunstancia amenazaría la estructura misma del «con trato social», acordado por el Gobierno con los sindicatos. Si la parte relacionada con los precios en el «contrato» fuera pasada por alto, se produciría un conflicto de alcance político que Callaghan parece dispuesto a evitar.

Actualmente, la «libra verde>, está en un 20 por 100 por encima del valor de la esterlina, Da la impresión de que se mantendrá ahí, a no ser que la fortaleza de los empresarios agrícolas sea lo suficientemente poderosa como para convencer al Gobierno de que no hay otra solución que devaluarla.