Una feria mediocre
Los carteles de la feria de San Isidro, que en su gran mayoría ya eran conocidos días atrás, tienen un calificativo entre la generalidad de los aficionados: valen poco. El atractivo cierto de alguno de ellos no compensa la mediocridad del conjunto.La empresa ha montado una feria gigante sin que haya base suficiente de toreros con categoría para llenarla. Ha dado entrada a «modestos», lo cual es una acertada medida, pues merecen una oportunidad que durante años la misma sociedad les ha negado, pero debió combinarlos con las figuras (y con el ganado que para ellos reserva) en lugar de reunirlos en carteles que son réplica exacta de las corridas veraniegas, casi, casi hierros incluidos.
Pero, además, se observa una presencia en la feria, en bloque, de los toreros que lleva en exclusiva la empresa, de los que apoderan empleados de la empresa, de los que administran familiares de los empleadosde la empresa; hay alguno en régimen de intercambio (su apoderado es empresario, que contrató o contratará en sus plazas a los toreros de la empresa), etcétera.
Y por contraste, la expresión más clara del fracaso de los organizadores, que no han sabido negociar para que no quedaran fuera de los carteles figuras del prestigio de Curro Romero y Paquirri, los cuales están entre los que más interesan objetivamente, dentro de un plantel de «primeros espadas» escaso, y la mayor parte de ellos pasados de moda.
Esperemos que los precios de las localidades sean a juego con la menguada calidad que se ofrece, porque, en otro caso, sería supino e intolerable el abuso de la sociedad en el que puede ser su último año de explotación de Las Ventas. La propiedad debe tener en cuenta esta gestión cuando se celebre la subasta.
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