Una potencia atómica
En mayo de 1976, el primer ministro surafricano, John Vorster, declaraba a la revista norteamericana Newsweek que su país tenía los medios para defenderse con armas nucleares: «Podemos enriquecer el uranio y no hemos firmado el tratado de no proliferación.» Por otra parte, un informe realizado por expertos alemanes, hecho público por la agencia de prensa EPD en marzo de 1979, llegaba a la conclusión con pruebas ofrecidas por el movimiento anti-apartheid de que Suráfrica contaba ya con bombas atómicas, en cuya producción había cooperado un consorcio alemán bajo la dirección de la empresa Steag.El programa nuclear surafricano comenzó en 1961 con la adquisición a Estados Unidos de un reactor de tipo experimental. Conocido como Safari-1, y situado en Pelindaba, al noreste de Johannesburgo, este reactor, que funciona con uranio muy enriquecido, ha estado bajo el continuo control de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
En julio de 1970, Vorster anunciaba que los científicos surafricanos habían descubierto un procedimiento para el enriquecimiento de uranio y habían comenzado la construcción de una planta piloto que entró en funcionamiento en abril de 1975.
En 1977, un satélite espía soviético descubría una construcción en el desierto de Kalahari, que podría dedicarse a pruebas nucleares. En agosto de ese mismo año, el presidente Carter anunciaba que Suráfrica había informado a Estados Unidos de que no tenía intención de desarrollar explosivos nucleares y de que las instalaciones de Kalahari no estaban destinadas a este fin.
En febrero de 1978, el Gobierno de Pretoria comunicaba oficialmente que había decidido desarrollar sus propias plantas de enriquecimiento de combustible nuclear. Si por una parte aducía que Suráfrica no podía continuar dependiendo exclusivamente de los suministros estadounidenses de uranio enriquecido, la decisión podía también justificarse por razones comerciales, ya que este país cuenta con una de las primeras reservas mundiales de uranio y podría conseguir cuantiosos ingresos fabricando combustibles nucleares destinados a la producción de electricidad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.