La presencia de Liffian Carter,
la madre del presidente demócrata de Estados Unidos, en el homenaje que recibió anteayer en Las Vegas el cantante Frank Sinatra confirma que el arte del rey de los crooners norteamericanos está por encima de las adscripciones políticas. Como Bob Hope, el otro gran showman de Estados Unidos, Sinatra es un activo simpatizante de los republicanos de su país. En la ciudad de los casinos, se celebró el cuarenta aniversario de Frank Sinatra en el mundo del espectáculo, y con ese motivo La Voz se reunió con sus antiguos compañeros de la canción y el cine. No faltó Dean Martin, que cantó para su compañero, aunque no apareció Sammy Davis, jr.Fue una típica celebración de cumpleaños, en la que no faltaron los tradicionales competidores de Sinatra. Paul Anka, por ejemplo, estaba allí, como heredero de algunos de los atributos de La Voz. El más visible de todos, la calva que ambos lucen.
Con el homenaje a Frank Sinatra como showman se cubrieron dos objetivos en Las Vegas: en la noche del miércoles, el cantante no sólo cumplía los cuarenta años de aventura profesional, sino que celebraba también el 64 aniversario de su nacimiento. Esa es, al menos, la cifra de años que ahora se le adjudica al cantante, aunque otras fuentes aseguran que nació un 12 de diciembre de 1913 y que, por tanto, cumplía en realidad 66 años.
El más importante de los cantantes románticos de lengua ing4esa de la posguerra tomó afición por la música cuando era un niño y recibió como regalo de un tío suyo un ukelele. Estuvo a punto de perder su interés por la música cuando tuvo que aprender a boxear para defenderse en las peleas callejeras en su barrio de Hoboken (Nueva Jersey). No era mal boxeador, pero fue mejor cantante.
Los padres de Sinatra eran emigrantes italianos, de apellido Garaventi. El padre era bombero y la madre cantaba en clubes sociales de Hoboken. Del carácter latino heredó Sinatra sus conexiones con los grandes hombres de negocios italianos que trabajan en Norteamérica y la superstición ante cualquier acontecimiento imprevisible. Así, por ejemplo, Sinatra estuvo años sin hacer escala en ninguno de los aeropuertos brasileños, porque una gitana le aseguró que si viajaba a aquel país iberoamericano encontraría la muerte.
La admiración general que los americanos mantienen por Frank Sinatra tiene algo que ver con el american way of fife, porque el intérprete de Extraños en la noche fue, como muchos ídolos estadounidenses, un ser nacido de la nada, que vendió periódicos para subsistir, se pegó con sus vecinos para sobrevivir y fue escalando lugares en la sociedad gracias simplemente a una voz inimitable y a un físico que le convirtió en galán ineludible de varias décadas del cine.
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