Posible caída de los precios en el mercado libre de crudos tras la conferencia de la OPEP
Los precios del petróleo tenderán a bajar en el mercado spot de entrega inmediata en los próximos meses y, aunque el sector radical de la OPEP intentará evitar su colapso, por medio de paulatinas reduciones en la producción, la perspectiva de los países consumidores no se presentan tan adversas como en los meses pasados. No obstante, el sistema de libertad de precios adoptado por la OPEP en su 55.ª conferencia ministerial, finalizada la semana pasada en Caracas, es todavía un factor incierto en el mercado, y para ver su funcionamiento habrá que dejar pasar todavía un período relativo de tiempo.
Pero expertos petrolíferos consultados aquí creen que, precisamente como consecuencia del fallo de la OPEP para establecer un sistema unificado de precios para la primera mitad de 1980, el desarrollo de las propias fuerzas del mercado, en la situación de contracción de éste, favorecerá a los países consumidores, aunque no hasta el punto de que los altos precios oficiales del crudo, situados en un abanico entre veinticuatro y treinta dólares, comiencen a bajar estrepitosamente. No sucederá lo mismo, sin embargo, con el mercado spot, en el que el descenso de la demanda mundial de crudo tendrá un efecto inmediato sobre los altos precios (hasta 45 dólares) que se han pagado por partidas de crudo vendidas al mejor postor.De la reunión de Caracas puede sacarse la primera conclusión de que fue un auténtico duelo entre los dos sectores confrontados de la OPEP: los saudíes, por un lado, y los radicales, por otro, especialmente Irán y Libia. Ambos lados estaban convencidos de que el mercado del crudo bajará considerablemente el próximo semestre, pero los dos sectores tenían estrategias diferentes para afrontar el hecho. En último extremo, la batalla, prolongada durante cuatro angustiosos días, terminó en tablas, y de mutuo acuerdo se decidió que sea el propio mercado quien imponga la ley. Una reunión extraordinaria del cartel petrolífero, a mediados de marzo quizá, se encargará de decidir quién venció en Caracas.
Profunda recesión de las economías occidentales
La estrategia del jeque Yamani, ministro del Petróleo de Arabia Saudí y, principal exportador de la OPEP, partía de un hecho aparentemente cierto: la economía occidental se adentra en una profunda recesión, y un nuevo encarecimiento del petróleo provocará una contracción tal de la demanda que, al final, la crisis será tan grave que perjudicará a todos, países productores y consumidores. En consecuencia, añadía, la OPEP debía limitar sus aumentos de precios y, en un esfuerzo de solidaridad, ofrecer una alternativa posibilista para salir de la crisis por medio de precios razonables. Por derivación, un mercado estable y abundante reduciría la especulación y acabaría con el mercado spot, del que se benefician las compañías intermediarias.Del lado de los radicales, Libia e Irán mantenían que la única forma de combatir las condiciones adversas para la OPEP, que produciría una demanda deprimida, era reducir la producción y mantener altos los precios. Los países productores mantendrían así altos sus niveles de ingresos y evitarían que los consumidores se aprovecharan de una coyuntura favorable para ellos. La depresión económica esperada también les favorecía, porque así se limitaría el fuerte incremento de la inflación mundial.
Es curioso saber ahora que, entre estos dos frentes, fue posible un compromiso. Los saudíes aceptaron incrementar sus precios hasta veintiséis dólares (desde veinticuatro) y los libios e iraníes aceptaron controlar los suyos hasta una barrera de treintá. Pero, según ha sabido EL PAIS de fuentes solventes, fue Argelia, cuyo ministro mantuvo su boca cerrada durante casi toda la conferencia, quien impidió el acuerdo. El argumento utilizado por el argelino fue que su país jamás aceptaría imponer un precio máximo a su crudo, de máxima calidad, pero limitado en reservas, luego también en ingresos. Es significativo que la primera cosa que haya hecho el mínistro argelino al llegar a Argel sea anunciar un incremento de sus precios hasta treinta dólares, precísamente el nivel en que se encueritra ahora el crudo libio.
Falta un precio fijo
Los primeros análisis de lo que sucederá en el mercado de crudos en los próximos meses indican que, probablemente, el caos existente antes de Caracas continuará durante un período de tiempo relativarnente corto. En este intervalo, los países productores intentarán fijar un precio relativamente alto para sus crudos y buscarán mantenerlo a lo largo de los próximos meses por medio de paulatinas reducciones en la producción. La OPEP está produciendo actualmente unos 31 millones diarios de barriles para una demanda que, ya en los últimos días, ha comenzado a descender a unos 29,5 millones.En este contexto, la estrategia de los consumidores será mantener en descenso la demanda de crudo OPEP y utilizar sus largos stocks (calculados en 4,8 millones de barriles) para agotar la capacidad de los países productores al limitar su producción. Más pronto o más tarde, los productores, cuyos sistemas de almacenamiento son limitados, tendrán que recurrir a vender su exceso de producción, pero esta vez a la baja. Es significativo que el ministro venezolano, Humberto Calderón Berti, haya reconocido públicamente que la situación del mercado es muy similar a la descrita, por lo que, en su opinión, la decisión de la OPEP de la pasada semana (libertad de precios) no era tan catastrófica como se pensaba.
Inactividad del mercado "spot"
Desde la semana pasada, el mercado spot ha estado inactivo, según informaciones llegadas a Caracas. Aparentemente, los merchants estaban esperando las conclusiones del encuentro para hacer su análisis de situación y actuar en consecuencia. Pero alguien se les ha adelantado: los japoneses. Según informaciones fiables, algunas compañías japonesas habían comenzado a vender sus gigantescos stocks de crudos, comprados hace tan sólo unas semanas, a precios que rondaban los 45 dólares. La sorpresa es que lo estaban haciendo a precios inferiores al pagado previamente. Para muchos, la única explicación posible a esta actitud es que la caída del mercado está ya a la vista y los precios serán aún más bajos en las próximas semanas.En cualquier caso, las consecuencias de un mercado incierto o imprevisible serán nefastas para las economías occidentales, especialmente para aquellos países que no han sabido o no han podido anticipar la situación. Funcionarios de la Administración Carter han reconocido que esta situación caótica del mercado mundial de crudo supondrá que la inflación norteamericana traducirá el efecto petrolífero en un punto, es decir, que será superior al 14%, teniendo en cuenta que está en 12,6% para los once primeros meses del año. El efecto sobre los esfuerzos norteamericanos para equilibrar su déficit exterior será aún mayor y, obviamente, el efecto deflacionista contribuirá a agravar la recesión esperada.
Los mismos análisis del Departamento de Energía norteamericano estiman que, como consecuencia de los nuevos precios petrolíferos, el barril de petróleo importado tendrá un costo medio de unos veintio-chotreinta dólares, casi un 20% superior al precio de la segunda mitad del año 1979. La factura petrolífera (importación sólo) será, en 1980, para Estados Unidos, del orden de los 95.000 millones de dólares, 10.000 más que el año anterior.
Para la economía española, el efecto será aún más negativo. Con un precio medio algo superior al norteamericano, teniendo en cuenta nuestra gran dependencia del petróleo norteafricano y nigeriano (mucho más caro que el saudí, que sólo representa el 25% de nuestras importaciones), la factura del año ochenta será del orden de los 13.000 millones de dólares, casi 2.000 más que los cálculos pesimistas del Gobierno. Esto equivale a decir que todos nuestros ingresos por turismo el año que viene (si es un buen año turístico) se irán enteros, y aún necesitaremos quizá mil millones más para cubrir la factura energética.
En este contexto, sólo un declive de los precios en el mercado spot resultaría favorable para la economía española. Las compañías españolas acuden en un 20% de las necesidades energéticas al mercado spot, ante la imposibilidad material de llegar a acuerdos con los Gobiernos de los países productores. Si allí bajan los precios, el elemento dístorsionador de nuestra factura se eliminará y quizá también el disparo de ésta.
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