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Monseñor Lefèbvre lamenta en Madrid que no existan grupos integristas en España

El arzobispo francés Lefèbvre, suspendido a divinis por la Santa Sede, pronunció ayer, una conferencia en un cine de Madrid con una asistencia de personas que llenaba la mitad del patio de butacas. Monseñor Lefèbvre dedicó su intervención a realizar una dura crítica del Concilio Vaticano II, al que ha achacado la introducción de los «errores modernistas» de la Iglesia.

El arzobispo disidente de la Santa Sede comenzó lamentando que en España no existan grupos de católicos, al igual que los que existen en Suiza, Francia, Alemania Occidental y Estados Unidos, que hayan reaccionado frente a la disgregación que, según él, se ha producido tras el Concilio Vaticano II.Tras referirse al hecho de que el enemigo actual de la Iglesia «se ha infiltrado en ella misma», ha señalado las características del modernismo: un hombre moderno, sin dogmas que rechaza toda norma moral y que es indiferente en materia religiosa.

Ante el modernismo, según monseñor Lefèbvre, la actitud del Concilio ha sido la de abrirse con objeto de aproximarse a ese «hombre moderno», pero quedando, en realidad, asimilado a él. Los puntos más criticados por el conferenciante han sido el ecumenismo, la colegialidad y la reforma litúrgica y la práctica que se ha introducido en los seminarios.

Monseñor Lefèbvre, que habló en francés, concluyó invitando a la creación de una cruzada en nuestropaís para crear una Iglesia acorde con el modelo religioso que él defiende.

Difícil reconciliación

Las posibilidades de reconciliación entre la Santa Sede y monseñor Lefèbvre son muy reducidas, según fuentes vaticanas, debido a la «testarudez» del arzobispo inte grista francés. Ello preocupa al papa Juan Pablo II, para quien esta situación constituye un problema.Una personalidad de la Santa Sede, a la que la agencia Efe atribuye las anteriores declaraciones, informó que monseñor Lefèbvre había estado en el Vaticano hace poco tiempo, concretamente durante los días 25 y 27 del, pasado mes de marzo, y se entrevistó entonces varias veces con el cardenal Franio Seper, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Días después. el 7 de abril, en Venecia, durante el curso de una misa pontifical desautorizada por el cardenal Marco Ce, patriarca de dicha ciudad italiana, el obispo disidente reiteró sus ataques a todas las reformas surgidas del Concilio Vaticano II y a la orientación pastoral de la casi totalidad de los cardenales y obispos católicos del mundo.

Estos mismos ataques, repetidos en Madrid, y acompañados de un llamamiento a la cruzada de los católicos tradicionalistas, con ocasión de la presentación de la edición española de un libro del prelado, se refieren principalmente a la liturgia, la catequesis y los seminarios. Al haberse formulado dichos ataques tan poco tiempo después de la conversación del cardenal Seper y monseñor LeflIbvre y al proyectar este último la apertura de un nuevo seminario tradicionalista en Italia, se considera en el Vaticano que se trata de un verdadero desafío al Papa. Por ello, según las fuentes vaticanas consultadas, las dificultades que impiden la solución del problema por parte del Papa son de orden pastoral y psicológico.

Los aspectos, pastorales se refieren a que no se puede discutir la fe personal de monseñor Lefèbvre a la responsabilidad de la lgiesia católica en lo que respecta a los seguidores (sacerdotes, seminaristas y laicos) del prelado integrista y al daño que provocan en el seno de la Iglesia. Las dificultades psicológicas se deben principalmente a la citada «testarudez» del arzobispo, a la imposibilidad de dialogar con él y a las contradicciones en que incurre frecuentemente. Resulta particularmente grave, siempre según la misma fuente, el hecho de que monseñor Lefèbvre viole incluso las normas canónicas preconciliares de las que él mismo se declara defensor, por ejemplo, cuando celebra misa en cualquier lugar como si estuviese en su propia diócesis.

«Monseñor Lefèbvre», afirmó la mencionada fuente vaticana, «es un producto de los abusos que se produjeron en Francia a raíz del Concilio, pero, a su vez, ha abusado y llevado a cabo extremos inaceptables de lo que podría tener de sano su preocupación.

La situación eclesiástica actual del arzobispo disidente es la de suspendido a divinis por la Santa Sede. Monseñor Lefèbvre fue suspendido cuando, pese a la prohibición expresa del Papa, ordenó sacerdotes preparados en el seminario de Écône (Suiza), creado por el citado arzobispo, cuyo cierre decretó asimismo el Vaticano porque en el seminario no se tenían en cuenta las decisiones del Concilio Vaticano II.

A pesar de tales prohibiciones, Lefèbvre rechaza el Vaticano II y la reforma litúrgica de Pablo VI, por cuyá razón fue sancionado por este Papa, sanción que han mantenido los papas siguierítes. Esta misma semana, Juan Pablo II celebró una reunión con varios cardenales para estudiar el caso Lefèbvre, pero no han trascendido al público las decisiones que hayan podido adoptar.

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