La vida cotidiana de un enfermo de riñón
Juan Lorenzo Moya Posadas, maestro de Educación General Básica (EGB), 38 años, casado y con tres hijos, se traslada todos los martes, jueves y sábados desde Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) hasta Madrid para someterse al tratamiento de diálisis. El enfermo viene haciendo este triple recorrido semanal -quinientos kilómetros ida y vuelta por cada viaje- desde hace dos años y medio. Juan Lorenzo Moya es hoy el protagonista del informativo Vivir cada día, espacio que, pese a emitirse en un día y horario cinco veces inferior en audiencia respecto a los informativos de la noche, se ha consolidado como uno de los informativos mejor aceptados.«Lo que es una pena, es que una persona tenga que morir para que otras dos podamos salvarnos», afirma el protagonista en un determinado momento, para exponer el drama de los enfermos crónicos de riñón, cuya única posibilidad de salvarse consiste en el trasplante del órgano de un cadáver.
El caso de Juan Lorenzo Moya -un ciudadano extraído casi al azar de la masa de la población española, como todos los protagonistas de Vivir cada día- personifica a los 4.500 españoles que tienen que someterse cada dos días al dializador (riñón artificial), la máquina que permite mantenerles con vida, hasta que llegue la posibilidad del trasplante, y que realiza las más importantes funciones del órgano dañado. Juan Lorenzo cuenta su vida cotidiana y la de algunos compañeros de tratamiento, como Beatriz Ledo Pérez, una niña orensana de trece años, que desde hace veinte meses reside en Madrid con su madre, lejos del padre y de los hermanos, y como María Luisa Checa, quien, gracias al trasplante, ha superado ya la enfermedad.
José Luis Marqués y Mariano Aragonés realizaron el programa que se emite hoy (15.50 horas) con imágenes de Juan Manuel Reverte, montaje de Soqui Xaire y dirección de José Luis R. Puértolas.
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