Milans del Bosch utilizó falsamente el nombre del Rey en busca de apoyos al golpe
El teniente general Jaime Milans del Bosch, ex capitán general de la III Región Militar, utilizó el nombre del rey Juan Carlos falsamente para intentar conseguir el apoyo del resto de las regiones militares a su frustrado intento del golpe de Estado del pasado día 23. Un golpe en el que estuvo implicado desde el principio el general Armada, segundo jefe del Estado Mayor del Ejército.
Fuentes de absoluta solvencia han permitido establecercon precísión la actividad desplegada por las autoridades de la cadena de mando militar desde el instante en que tuvieron conocimiento de la toma del Congreso de los Diputados por el teniente coronel Tejero, a las 18.22 horas del lunes.Al presidente de laJunta de Jefes de Estado Mayor, Ignacio Alfaro Arregui, correspondía constituir la Junta y evaluar la situación militar. Su decisión inmediata fue la de establecer la Operación Diana (alerta 2), que determina lasmedidas de protección que han de adoptarse y unifica el mando de los tres Ejércitos bajo la autoridad territorial de los capitanes generales de las correspondientes regiones militares.
El general Gabeiras,jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, fue informado de la acción de Tejero mientras estaba despachando en la sede del Cuartel General con su segundo, el general Alfonso Armada, que no reveló en aquel momento nada que permitiera suponerle implicado en la operación.
La primera disposición tomada por Gabeiras fue tomar contacto con el capitán general de la I Región, Guillermo Quintana Lacaci, para que pusiera todas las unidades operativas directamente a sus órdenes. También alertó a la Brigada Paracaidista (Bripac), que depende directamente del Cuartel General del Ejército.
El jefe del Estado Mayor de la Bripac, teniente coronel Emilio Alonso Manglano, suspendió inmediatamente los festejos con los que se conmemoraba el 23 aniversario de la fundación de la unidad y aseguró que sólo obecedería las órdenes del general Gabeiras y de su majestad el Rey.
Gabeiras mantuvo contactos telefónicos con los capitanes generales de la IV, V y VII regiones militares. Alguno de losinterlocutores del general Gabeiras había conversado ya con Milans del Bosch, de quien había recibido seguridades de que la acción emprendida en Valencia tenía el respaldo del Rey.
Para que no quedara duda de quién tenía la palabra del Rey, Gabeiras indicó al capitán general con quien hablaba que él mismo llamara a don Juan Carlos al palacio de la Zarzuela.
El general Milans engañó reiteradamente al jefe del Estado Mayor del Ejército, a quien ocultó la proclamación del bando, donde dictaba un peculiar estado de excepción y la salida de las unidades de sus acuartelamientos para ocupar los centros neurálgicos de la ciudad de Valencia.
Los generales Quintana, Castro San Martín y Esquivias. tomaron también contactos con mandos militares de distintas regiones por encargo de Gabeiras. Aquella noche se cursaron instrucciones al general Fortea, gobernador militar de Cartagena, para que no publicara ni obedeciera el bando de Milans, orden que fue atendida.
También se pudo hablar telefónicamente con los generales quetienen a su cargo los Gobiernos militares de las provincias de Alicante, Castellón y Valencia, generales Leonardo López Fernández, Ibáñez y Caruana, respectivamente, a quienes se Solicitó que conjuntamente acudieran a destituir y arrestar al capitán general de la Región, Jaime Milans del Bosch. Por la mayor proximidad llegó primero el general Caruana, que no logró reducir a Milans, quien le amenazó con una pistola.
El rechazo del general Armada para acudir al Congreso acompañado de Gabeiras y entrevistarse allí con Tejero fue el primer indicio advertido de que estaba de parte de los complotados. «No he mentido nunca y no voy a. hacerlo ahora», dijo Armada, petra rechazar esa compañía y poder hablar sin testigos con Tejero, y simularle que se cumplían las condiciones golpistas que pretendía el sedicioso oficial del benemérito instituto. Al teniente coronel que mandaba a los asaltantes del palacio del Congreso se le ofreció también salir de España, pero no aceptó.
Por otra parte, fuentes muy bien informadas aseguraron ayer que el director de la Guardia Civil, general Aramburu Topete se enteró del asalto al Congreso de los Diputados por una llamada telefónica que le comunicó que un total de 240 guardias civiles, más diecisiete oficiales y catorce suboficiales, habían abandonado sus cuarteles al mando del teniente coronel Tejero, y después de haber sido reclutados por el coronel Miguel Manchado García.
El general Aramburu se comunicó entonces con el coronel Manchado y le ordenó la retirada de la fuerza. El coronel se negó a hacerlo, después de confirmar la salida de Tejero con cerca de trescientos hombres, hoy todos ellos arrestados, incluido Manchado. Seguidamente el general Aramburu se trasladó al hotel Palace, acompañado de dos ayudantes y dos escoltas, para intentar controlar la situación. Allí decide acercarse al Congreso y habla con el teniente coronel Tejero, a quien le dice que se rinda, a lo que el dirigente gol
pista le responde que no, que antes le pega un tiro a él y que luego se suicida. Entonces el general Aramburu intenta sacar su pistola, pero se lo impide uno de sus ayudantes.
Posteriormente. Aramburu intenta conseguir que la Guardia Civil que rodea el palacio de las Cortes desaloje sus inmediaciones y .arresta allí mismo a un capitán de los golpistas, y consigue hacer subir a varios autobuses a numerosos guardias civiles, mientras que otro de los capitanes sublevados saca a la callé a punta de pistola a los números de la Benemérita que estaban en un autocar.
El general Aramburu, en todas sus gestiones, intentó por todos los medios que nunca se disparara un solo tiro, para no provocar una matanza en el Congreso. Asimismo, consiguió introducir hombres suyos en el palacio de las Cortes, que comprobaron que unos treinta guardias civiles, casi todos ellos oficiales y suboficiales, eran los auténticos implicados en el golpe.
De otro lado, se ha podido conocer que efectivos de la División Acorazada Brunete número 1 estuvieron instalados en camiones y jeeps a las cinco de la tarde del día 23 de febrero y fueron arengados para cumplir los propósitos de los golpistas. Estos efectivos debían de ocupar los clásicos objetivos de manual de este tipo de operaciones sediciosas: aeropuertos, centros de comunicación, periódicos y emisoras de radio.
El general Torres Rojas, un militar de la "línea dura"
El general Torres Rojas fue noticia a raíz de su cese fulminante como jefe de la División Acorazada Brunete número 1 el 24 de enero de
1980, cargo para el que había sido nombrado en junio del año anterior. Este cese suscitó muchos comentarios, y se estimó que el nuevo destino -el Gobierno Militar de La Coruña- distaba mucho de la importancia del anterior. En aquellos momentos, el cese se relacionó con un supuesto proyecto de golpe militar, difundido por el capitán José Tormo Rico, destinado en Melilla. la información sobre la presunta intentona fue publicada por el periódico Diario 16, cuyo director en aquel momento, Miguel Angel Aguilar, tuvo que declarar sobre el caso ante el juez militar. A raíz de estos hechos, el ministro de Defensa, Agustín
Rodríguez Sahagún, desmintió que este cese y nuevo destino tuvieran nada que ver con la presunta insubordinación militar, y afirmó que ambos estaban decididos dos meses antes. El general Torres está considerado un militar de línea dura, pero respetado por su alta calificación profesional.
El general de división del Ejército de Tierra Luis Torres Rojas, actualmente gobernador militar de La Coruña, es natural de Melilla y tiene 61 años.
El coronel San Martín, una eminencia gris
El coronel José Ignacio San Martín López, jefe del Estado Mayor de la División Acorazada Brunete número 1, es diplomado de Estado Mayor del Ejército de Tierra y del Estado Mayor de la Armada, profesor mercantil y licenciado en Ciencias Económicas. Ha ampliado estudios en el Instituto de Estudios Políticos de París. Ha ocupado diversos cargos en la Administración, entre ellos la Dirección General de Tráfico del antiguo Ministerio de la Gobernación. Fue también director general jefe del Servicio Central de Documentación de la Presidencia del Gobierno con Carrero Blanco.
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