Los propietarios de viviendas han comenzado a "Iavarle la cara" al centro de Madrid
A requerimiento de las juntas municipales de distrito, son muchas las casas situadas en el centro de la ciudad que durante los últimos meses están transformando el sucio aspecto exterior que ahora presentan, para dar paso a unas fachadas que, cuando menos, den cuenta de una estética urbana preocupada por conseguir un entorno lo más agradable posible. En el barrio de Malasaña, dentro de la misma plaza del Dos de Mayo, la operación limpieza de exteriores ya se ha dejado ver, y lo mismo puede decirse de numerosos edificios situados en calles adyacentes a esta plaza (las juntas no tienen datos acerca de las obras realizadas)
Según el concejal responsable de Obras, el socialista Javier Angelina, no se trata de una campaña organizada desde el Ayuntamiento, sino que en las ordenanzas de construcción ya se establece que los propietarios están obligados a mantener y cuidar la limpieza y ornato de la fachada. «Puede que se haya producido un cierto relajo en la aplicación de las ordenanzas, pero lo único que ocurre es que las juntas están haciendo requerimientos a los propietarios para que procedan a la limpieza de los exteriores». Lo cierto es que muy pocos edificios privados de la ciudad habían invertido dinero en su conservación estética desde hace casi medio siglo.En el caso concreto de la casa situada en La Palma, 4, recientemente arreglada, los catorce propietarios del inmueble han gastado alrededor de dos millones de pesetas en lavar la cara del edificio. El primer requerimiento lo recibieron hace más de dos años. Se resistían a realizar las obras y recurrieron contra la orden del Ayuntamiento, pero, en diciembre de 1979, iniciaron las obras para restaurar la fachada.
Una de las dificultades mayores que plantean los vecinos a la hora de encargarse de mantener el aspecto exterior de sus casas en buenas condiciones es, tal como denunciaron las asociaciones de vecinos, la falta de medios económicos con que cuenta la mayoría de los propietarios.
En el caso de La Palma, 4, uno de los propietarios, Andrés Rodríguez, explica que la mayor parte de los vecinos de la casa son personas mayores, pensionistas, a las que les supone un notable sacrificio económico efectuar un desembolso de esta envergadura. «Cuando limpiamos la fachada de la casa», explica, «cada uno tuvimos que pagar alrededor de 125.000 pesetas, y creo que tendría que existir algún tipo de crédito o ayuda oficial para ayudar a pagar obras de este tipo. Porque me parece bien ocuparse de la fachada, pero en esta casa el techo está en muy malas condiciones, y los vecinos del último piso tienen que soportar goteras ya crónicas. Eso vamos a tener que pagarlo también nosotros. Luego, por otra parte, hay una gran desidia municipal ante problemas tales como el hecho de que aquí llevamos años soportando los ruidos de una lavandería, situada en el bajo, que abre todos los días del año de ocho de la mañana a diez de la noche. Las vibraciones que produce han afectado ya físicamente al primer piso. Esto lo hemos denunciado repetidas veces en el Ayuntamiento y no nos ha llegado ninguna respuesta. Creo que si, por un lado, se nos exigen determinadas obras, tiene que haber una contrapartida en lo que a atención municipal se refiere».
Propietarios de escaso poder adquisitivo
Las explicaciones dadas por este vecino de la calle de La Palma coinciden punto por punto con las exigencias planteadas por las entidades ciudadanas de Malasaña y La Corrala, ya que se da la circunstancia generalizada de que la mayoría de los propietarios de pisos en el centro de Madrid son gentes de escaso poder adquisitivo y que, en muchos casos, tienen las viviendas en unas condiciones casi infrahumanas, por lo que es difícil que, pese a los requerimientos municipales, puedan gastar dinero en adecentar el exterior.Esta circunstancia se agrava aún más cuando se trata de inquilinos, ya que, aunque el Ayuntamiento puede ejercer la acción sustitutoria, parece que las posibilidades de recuperar el dinero invertido en las obras son tan escasas que por el momento no ha emprendido acciones de este tipo.
Según las mencionadas entidades ciudadanas, las subvenciones y ayudas de conservación deberían estar recogidas en el Plan de Protección de Conjuntos y Edificios Histórico-Artísticos, única forma de que se pudiera proceder eficazmente a la auténtica conservación de la ciudad.
Por el momento, las actuaciones de este tipo son sufragadas íntegramente por los propietarios, sea cual sea su condición económica. La actuación más intensiva se realiza. en los barrios de Malasaña y Salamanca, sin que haya datos acerca del número de edificios afectados, ya que algunos expedientes y requerimientos han sido hechos con anteriores corporaciones, y no todos los presidentes de juntas municipales han tomado el mismo interés ante el tema.
Respecto al precio de estas obras, hay que señalar que es variable según el estado de deterioro de la fachada, extensión y materiales utilizados. Si se tiene en cuenta que algunas de estas casas no han vuelto a ver una mano de pintura desde que se construyeron o que, como mucho, han sido reparadas hace cincuenta años, el presupuesto tiene que ser forzosamente alto.
Una de las empresas especializadas en este tipo de trabajos recuperó durante el pasado año el aspecto original de un centenar de edificios madrileños. Esta misma empresa. fue Premio Nacional de Restauración durante el pasado año por su trabajo con el Observatorio Astronómico Nacional. En opinión de directivos de la empresa, no puede hablarse de un presupuesto fijo de este trabajo, porque siempre está en función del edificio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.