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La nave espacial "Columbia" aterrizó como un avión comercial

«Increíble», «fantástico», «hermoso» fueron las primeras exclamaciones de científicos y periodistas que contemplaron el aterrizaje perfecto de la primera nave espacial tripulada capaz de salir y regresar a la Tierra por sus propios medios.

A las 10.20 de la mañana del martes (20.20, hora de Madrid), la nave Columbia, tripulada por los astronautas John Young, de cincuenta años de edad, y Robert Crippen, de 43 años, se inmovilizó sobre la arena de la pista especial de aterrizaje de la base aérea de Edwards, en el desierto californiano de Mojave.

«Felicidades. América está orgullosa del éxito de la misión», dijo Ronald Reagan en comunicación directa desde la Casa Blanca con la cabina de la nave. El presidente aprovechó para recordar «a nuestros amigos y adversarios que somos un pueblo libre, capaz de grandes realizaciones».

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Emocionados y con gritos y exclamaciones de victoria, los técnicos del centro espacial Kennedy, en cabo Cañaveral (de donde salió el vuelo espacial el pasado domingo), los especialistas del centro Johnson, en Houston (desde donde se controló en todo momento el programa de vuelo), y los encargados de las operaciones de aterrizaje, en la base de Edwards, sumaban en equipo un triunfo memorable de la NASA (agencia espacial norteamericana). El primer vuelo experimental de una nave STV (Sistema de Transporte Espacial) había concluido con plena satisfacción.

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Viene de primera páginaEl momento más crítico del vuelo de la Columbia se produjo justo una hora antes del aterrizaje, cuando la nave, de dimensiones parecidas a un avión DC-9 y con un peso de 75 toneladas, «entró» otra vez en contacto con la atmósfera terrestre. El impacto produjo temperaturas de unos 1.400 grados, respondiendo perfectamente el complejo sistema de aislamiento térmico mediante losetas de cerámica.

A continuación, se interrumpió durante unos minutos, como estaba previsto, la comunicación entre la tripulación de la Columbia y el centro de control, en Houston. Fue el «agujero negro», debido a los gases electrizantes producidos por el intenso calor, afectando al sistema de comunicaciones.

Varios aviones de caza del Ejército norteamericano salían a recibir a la nave, que continuaba su itinerario de vuelta a la tierra, con una reducción de velocidad, en menos de una hora, de 27.000 kilómetros/hora a 320 kilómetros/hora, en 91 momento de aterrizar en la pista de Edwards, con idéntico estilo que un avión convencional.

La entrada en la atmósfera se produjo sobre la zona del océano Indico, continuando la trayectoria marcada por los técnicos hacia la isla de Guam, norte de Hawai, sobrevuelo de la sierra Madre, en California, y, tras dos vueltas para reducir velocidad, aterrizaje perfecto en las pistas cubiertas de fina arena del desierto de Mojave.

Nueva era

Una nueva era para la conquista del espacio se abría para Estados Unidos y para la humanidad con las futuras utilizaciones prácticas de las naves espaciales STS, caracterizadas por la posibilidad de ser utilizadas en múltiples ocasiones, rebajando considerablemente los costes de la aventura para el dominio del espacio.

La Columbia ha ganado la primera apuesta al reto espacial en su primer vuelo experimental. Otros dos vuelos quedan programados para el futuro, antes de la primera misión operacional, prevista para mediados de 1982. Seguirán otros cuatrocientos en las dos próximas décadas, con planes revolucionarios para la ciencia, la tecnología y el armamento.

La misión de la Columbia duró dos días, seis horas y veintidós segundos, dando 36 vueltas alrededor de la Tierra sin problemas particulares en su programa inicial de vuelo.

Las dificultades iniciales entre la comunicación de los cinco ordenadores (que motivaron un retraso de 48 horas en el lanzamiento) o la pérdida de dieciséis losetas de protección térmica (de las 31.000 que protegen el vehículo), no fueron tenia de particular preocupación para los científicos de la NASA, seguros del triunfo de la misión experimental de la Columbia.

Todo se desarrolló como estaba programado, confirmando, una vez más, la maestría y el dominio de los científicos norteamericanos y los astronautas, misioneros del espacio, en su deseo de desarro llar los programas espaciales.

Una hora y diez minutos después del aterrizaje, primero Young y después Crippen salieron de la nave, casco en mano, saludando sonrientes a los 100.000 espectadores que contemplaron en directo su vuelta a tierra.

En una camioneta tipo Mobil-Home de la NASA, Young y Crippen fueron trasladados lentamente a las instalaciones de la base militar de Edwards para un primer examen médico. Hoy saldrán hacia el centro espacial Johnson, en Houston (Texas), donde darán una conferencia de Prensa.

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