Posible presencia comunista en el Gobierno francés
Los comunistas franceses podrían participar en el segundo Gobierno que el primer ministro Pierre Mauroy formará, probablemente, este martes. Mañana, miércoles, el nuevo Gabinete celebrará el Consejo de Ministros semanal. Mauroy presentará su programa ante la Asamblea Nacional el día 2 del mes de julio inmediato, al inicio de una sesión extraordinaria en la que serán sometidas a la aprobación de la nueva Cámara de Diputados las primeras leyes importantes del próximo septenio.
La riada socialista que, anunció la elección del presidente François Mitterrand el pasado mes de mayo se extendió definitivamente por todo el país el domingo pasado con la mayoría absoluta que le concedieron los electores.El fracaso espectacular de la derecha y de los comunistas también quedó patente. Numerosas personalidades de la derecha perdieron sus escaños, mientras el PS, él sólo, con sus 270 diputados y con Mitterrand en la Presidencia de la República, se erige en dueño de todos los poderes políticos del país. Los medios financieros y económicos, como la Bolsa, resignados y a la expectativa de las primeras medidas gubernamentales, reaccionaron serenamente.
Ayer se reunieron, al más alto nivel, los dirigentes del PS y del Partido Comunista francés (PCF) y cundía la impresión de que, de antemano, el presidente Mitterrand había decidido incluir a dos o tres comunistas en el Gobierno. El hundimiento electoral del PCF y, por otra parte, la mayoría absoluta conseguida por los socialistas en la Asamblea, que permitirá gobernar a Mitterrand a su antojo, habrían decidido a este último a «recuperar» a los comunistas.
El tema de los ministros comunistas es el que ha mantenido en vilo el interés del resultado: un PS con la mayoría absoluta y un PCF definitivamente desvalorizado, tal como ha ocurrido, le facilita la labor al presidente, que puede tomarlos o dejarlos según sus conveniencias. De haber ocurrido lo contrario, Mitterrand, al tener que contar necesariamente con el PCF para reunir una mayoría legislativa, hubiese sido, en alguna medida, prisionero de los comunistas, y esto enconaba el grano que aún siguen representando estos últimos en Francia y en el extranjero.
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Editorial en página 12
El Partido Socialista francés arrebató sufragios de los votantes de derecha e izquierda
Viene de primera páginaA la vista de los resultados aplastantes en favor de los socialistas, Mitterrand no ha hecho más que valorar las ventajas y desventajas de la inserción de ministros comunistas en el Ejecutivo socialista. Las ventajas son interiores: con los comunistas en el Gobierno, Mitterrand puede frustrar la contestación que ejercerían desde afuera, tanto en el plano político como en el sindical, a través de la central más potente del país, de tendencia comunista, la CGT.
Paralelamente, Mitterrand, aspirante a hacedor histórico de la grandeur francesa, vengador de su propia historia en estos momentos, al incluir ahora ministros comunistas en su Gobierno, escupe los sapos que, durante los últimos tres lustros, le hicieron tragar a él todos los que le cubrieron de vejaciones e insultos a causa de la apuesta más arriesgada de su vida política: sacar al PCF del gueto con una Unión de Izquierdas en 1965, cuando por primera vez fue candidato a la Presidencia frente al general Charles de Gaulle.
Desventajas de la participación comunista
Las desventajas de la posible participación de los comunistas son interiores y exteriores. En el interior, toda la política socialista pudiera perder parte de su fiabilidad y, en primer lugar, hoy mismo, el franco sería menos defendible. En el exterior, la mística anticomunista de los países árabes moderados pudiera llevarlos hasta retirar de Francia los 50.000 millones de francos que tienen depositados actualmente y que la Banca de Francia perdería en dólares. Los americanos, particularmente, no se fiarían de la capacidad de los secretos de Estado franceses (ni interiores ni diplomáticos) con ministros sospechosos de ser «escuchas» de Moscú.
En todo caso, ayer, a las once de la noche, hora de Madrid, tras una interrupción sospechosa, las delegaciones comunista y socialista, presididas por sus líderes respectivos Georges Marcháis y Lionel Jospin, aún continuaban discutiendo sobre los dos obstáculos mayores para establecer un acuerdo de gobierno: en política interior, el ritmo de las nacionalizaciones, maximalistas por parte del PCF, y en el plano diplomático, la política prosoviética de los comunistas.
El torrente socialista que ha inundado toda la geografía gala, a pesar de que esperaban una victoria holgada, ha sorprendido incluso a ellos mismos y al resto del mundo. Se trata de la «mayor victoria del siglo», según palabras. del primer ministro, que pone en manos de Mitterrand y del PS el destino de Francia. Nunca jamás un equipo de hombres había dispuesto de tanto poder y, esto, durante tanto tiempo: cinco años de legislatura, sin elecciones que puedan recortar su programa de gestión.
Oleada socialista
La oleada socialista, de 270 diputados, no ha perdonado a nadie (las cifras aún no son definitivas, a falta de datos sobre algunos escaños que no modificarán en nada los resultados definitivos). Además de robarle 42 diputados a los comunistas, la ex mayoría de derechas ha perdido 119 escaños en la contienda. La UDF giscardiana ha pasado de 119 diputados a 61, y el RPR, chiraquista, de 155 a 83. Y, consecuentemente, los socialistas han reforzado su implantación geográfica. Sus bastiones tradicionales se han consolidado. En Bretaña, Alsacia y en París, feudos de la derecha, su progreso es sustancial. De los 91 departamentos en los que está dividido el territorio francés, veinticuatro son totalmente socialistas.
De igual manera que el PCF pagó en la primera vuelta con sus cabezas más insignes (toda la dirección del partido perdió su escaño, salvo Marcháis), la derecha ha ofrecido el mismo tributo a los socialistas.
Los ex ministros o personalidades del antiguo poder, como Alain Peyrefitte, Jean-Philippe Lecat, Jean-François Deniau, Yves Guena, Roger Chinaud, fueron vencidos por los candidatos socialistas con mayoría. A la inversa, la nueva generación del PS que se presentaba a las elecciones ha recogido los primeros frutos del mitterrandismo: todos los miembros del Gobierno han sido elegidos, de igual manera que Gilbert Mitterrand, uno de los dos hijos del presidente; Roland Dumas, amigo del primer mandatario y abogado de Picasso; Claude Estier, Lionel Jospin y la feminista Gisèle Halimi.
Cheque en blanco cívicamente acogido
El cheque en blanco concedido por los franceses a los socialistas fue acogido cívica y democráticamente por todos los franceses y por la clase política perdedora que, desde hace veintitrés años, vivía y gozaba del poder gracias a las instituciones por ella y para ella creadas con la V República. En lo sucesivo, no habrá una oposición homogénea, según declararon firmemente sus hombres más visibles el domingo último. El giscardismo centrista se reafirmó, por boca del amigo íntimo de Giscard, Michel Poniatowski, al anunciar que «hoy empieza para nosotros la reconquista del poder». El chiraquismo jugará por su cuenta.
Pero los unos y los otros, desmoralizados y diezmados, se conceden un período de reflexión, para saber lo que pueden hacer y, esto, al acecho del temor que han predicado hasta el último momento: «La gestión socialista será un desastre para Francia».
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