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Alberto Miralles estrena una obra sobre la política cultural en el centenario de Calderón

El ensayista y dramaturgo Alberto Miralles estrenó anoche, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, su obra Céfiro agreste de olímpicos embates. Come y calla, que es cultura, calificada como un «espectáculo crítico en contra de Calderón y de la política cultural llevada a cabo con motivo del tercer centenario de la muerte del ilustre dramaturgo». Bajo la dirección escénica de Antonio Corencia, la obra está interpretada por la compañía Octubre, con José Antonio Ceínos, Loreta Tovar, Carmen Utrilla, Juan Carlos Naya, Nela Iglesias, Luis Sebastián y Ramiro del Pozo.

La obra estrenada ayer obtuvo en 1980 el Premio de Teatro Breve de Valladolid. Alberto Miralles es autor, además, de las piezas Cátaro Fausto, Espectáculo collage, La guerra y el hombre, Versos de arte menor por un varón ilustre, Crucifernario, Cristóbal Colón y La asamblea de las mujeres, estas dos últimas de reciente publicación. Ha escrito los ensayos Nuevos rumbos del teatro, Nuevo teatro español y Una alternativa social. Como director escénico fundó el grupo Cátaro, con el que obtuvo premios nacionales de Sitges y el especial del Cielo de Teatro Latino, y ha dirigido obras de Juan Antonio Castro, Manuel Martínez Mediero y Jorge Díaz.Tanto el director como la compañía parten del concepto de que «celebrar centenarios sin voces críticas es una falsedad», ya que consideran que hasta ahora únicamente se han representado obras de Calderón, sin que se muestren a favor o en contra del dramaturgo. «Sin crítica, Calderón no podrá seguir vivo. Seguirá siendo un clásico muerto al que hay que representar y admirar por el fetichismo cultural, jamás por el hecho de que sus propuestas estén vivas y sean motivo de polémica, saludable gimnasia mental ofrecida al público para que él mismo extraiga su propia deducción».

«Nuestro espectáculo se basa en el supuesto de una compañía de teatro español que tiene que representar a Calderón para obtener una subvención y sobrevivir, pese a que este autor no le gusta, por reaccionario y elitista. La discusión provoca, dentro de la compañía, diversas propuestas de representación que irán mostrándose ante el público, desde el montaje clásico al experimental, pasando por el musical».

La excusa de los centenarios

El dramaturgo Alberto Miralles, autor de Céfiro agreste de olímpicos embates. Come y calla, que es cultura, relaciona las conmemoraciones con la vigencia y vitalidad de los autores. «Centenario es palabra que dignifica. Llegar a centenario es una proeza de la resistencia. Pasa lo mismo con los autores. Algunos incluso no cumplen cien, sino trescientos años. Y a esa edad no hay artrosis vencida. Celebremos que Calderón muriera hace trescientos años representando muchas de sus obras. Pero lo que hay que recordar también es que Calderón vio representadas antes de cumplir cuarenta años El gran teatro del mundo, El alcalde de Zalamea, La cena del rey Baltasar y El galán fantasma; que rondaba los sesenta cuando se representaron La hija del aire y La dama de Alejandría».«La excusa de los centenarios», añade, «da para mucho, aparte las subvenciones. Los autores que hace cientos de años impusieron estilos de acuerdo con sus épocas vuelven a imponerlos hoy con el consiguiente retraso, ya que no hay autores vivos que inventen el teatro que corresponde a la sociedad actual. Y quien dice Calderón dice cualquier otro genio de nuestro teatro, a condición de que esté muerto».

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