La otra pena de muerte
A la carga con el aborto. Dale que te pego: que si las afectadas por el síndrome, que si las once mujeres de Bilbao encausadas por prácticas abortistas, que si un variopinto millar de hombres firmó un manifiesto proabortista, que si Fraricia (Europa, vamos) nos saca años luz de progreso en la legislación sobre el aborto, etcétera. Son tantos los argumentos -por llamarlos de alguna manera- que esgrimen algunos, que estoy tentado de hacer- un gráfico estadístico a colores y editarlo.Yo, que soy humano, puedo llorar ante la situación de esas familias sin recursos económicos que esperan un hijo. Pero también lloro, porque soy humano, ante la solución de la condena: abortar. Lo que a todos se nos viene a la cabeza en seguida son otras soluciones sin víctimas, por las que el Estado u otras instituciones benéficas tendrían que salir al paso de situaciones tan denigrantes, mediante una legislación que proteja a la familia de escasos recursos económicos, sin condicionar el número de miembros de la prole.
Vamos a exigir al Estado que cumpla su función de padre... y, de madre; y si hay que crear un Real Comité Organizador -como el de los Mundiales-, pues que se haga. Y si la Prensa no empieza cacareando este derecho de la familia -como muy bien sabe hacer para otras cosas-, me cuesta creer en el espíritu de preocupación social con que alardea algún que otro diario. /
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