El spray
Anda estos días por Madrid una frase que se le atribuye a Suárez, a su vuelta de Venezuela, y que va bien con el tempero marchoso de este político:-Haré mi campaña, para parar a Fraga, aunque sólo tenga un spray para escribir por las paredes.
Como slogan es genialoide, aunque sabemos que Suárez tiene mucho más que un spray para bajar a la arena de los gladiadores y convertirla en la tarima de los oradores. Decía Cela en los cuarenta:
-Cuando en un sitio huele a algo, no hay que oler más fuerte, sino oler a otra cosa.
Fue su éxito. Cuando aquí huele a millones, a poder, a los Bancos pro / Fraga y la pastizara /ucedé, Suárez, que tampoco está hospiciano, se saca la imagen del spray, que me parece muy bien traída por cuanto esta democracia barroca -"política de hombres, no de ideas", me diría Tierno- ha llegado al delirio de un presidente por persona interpuesta, de un regente político, que no dinástico, porque Calvo Sotelo es pétreo como una rueda de molino con la que nadie comulga. Esta columnilla, salga bien o mal, me ha ocurrido ahora por casualidad. En la cesárea que Fernando Paredes le ha hecho a Pilar Trenas, la esposa de un suarista me preguntaba por el porvenir político del duque:
-Todo, amor.
Decía el filósofo clásico:
-No acepto ninguna idea que no me pueda ser dibujada.
Y Eugenio d'Ors, cuando el inevitable conferenciante de cada tarde se ponía oscuro, se levantaba entre marquesas:
-¡A la pizarra, a la pizarra!
Del mismo modo, les gritaría uno hoy a los políticos españoles todos:
-¡Al paredón, al paredón!
Pero no con la voluntad asesina que la rima señalaba para Tarancón, sino para que decorasen eso que Sempere llamó "los muros del postfranquismo". En los primeros años democráticos hubo una invasión de literatura mural, una egiptología de las ideas (Martín Prieto ha señalado bien que uno mismo, sin papel, escribiría en las paredes).
El spanish graffiti tendría que volver ahora, no como pasión grafómana del corazón político de los españoles, sino como clarificación de las ideas, cuando los grupos, subgrupos, partidos, clubes, pubs ideológicos y rollos han llegado ya a la babelización. "¡Al paredón, al paredón!", le dan a uno ganas de gritar todos los días. No para que los fusilen, claro (Baudelaire vio lúcidamente lo que la pena de muerte tiene de ritual, más que de castigo), sino para que escriban con spray, mediante el laconismo obligado de la prisa y la tapia, lo que de verdad quieren y piensan, porque es que nos están mareando a los españoles. Mañana escribiré una columna sobre la bipolarización o sagastacanovismo como correctivo indeseable, pero necesario, ante la manigua política, politiquera (no ideológica) de las ofertas. Ayer, durante la cesárea del doctor Paredes a Pilar, etcétera (la madre y la recién nacida se encuentran en perfecto estado). La pintada derecha / izquierda, en el 77, fue una emergencia inevitable y gozosa.
Hoy sería una disciplina de clarificación contra la prosa mazorral (al duque Aguirre de Alba le gusta mucho esta expresión) de los discursos del Parlamento, las declaraciones de prensa y el rollamen. El que sea capaz de resumir su verdad en un laconismo de tapia, para todos los españoles, ése tiene ganadas las elecciones. De ahí que el slogan de Suárez sea mucho más proflindo y afortunado de lo que él mismo piensa. Pero esto, señor duque, les pasa también a los poetas.
Cuando los partidos exhiben créditos bancarios en vez de ideologías, es saludable, siquiera como frase, exhibir sólo un spray: populismo, pero genial.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.