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Raffaele Cutolo

El jefe de la Camorra napolitana, acusado de siete asesinatos, se casa con una joven de su pueblo

Juan Arias

Ha sido la boda del año en este país. Los novios son Raffaele Cutolo, 42 años, "jefe sanguinario de la nueva Camorra napolitana", como lo define un informe de la policía judicial, que lo acusa de siete asesinatos. Ella, Inmaculada Jacone, 22 años, considerada la cenicienta de su pueblo, Ottaviano, que es el mismo de Cutolo; hija de una familia pobre "temerosa de Dios y seria".

Ambos son, sin duda, desde ayer, los dos personajes de los que más se está interesando la crónica mundana. De ellos y de su boda, un material estupendo para una película de cine.Los ingredientes son muchos. Cutolo es un personaje increíble. Se le llama el omnipotente. Es el jefe indiscutible de la nueva familia camorrista napolitana. Siete magistrados de toda Italia lo acusan de actos de sangre. Dicen que ha asesinado dentro de la misma cárcel. O en las cárceles, porque ya ha sido trasladado varias veces.

Desde su celda de máxima seguridad, vigilado constantemente, día y noche, sigue dando órdenes a todo su ejército de la Camorra. Como un general. Su poder es tan grande que cuando las Brigadas Rojas secuestraron a Ciro Cirillo, uno de los personajes políticos de la Democracia Cristiana napolitana, para obtener su liberación, se presentaron en la cárcel de Cutolo, para tratar con él, varios personajes de los servicios secretos. Y dicen que hasta algún ministro. Todo ha sido negado oficialmente. Pero Ciro Cirillo fue liberado. El precio de 100 millones de pesetas se asegura que se dividió entre las Brigadas y la familia de Cutolo.

Nadie se atreve, ni fuera ni dentro de la cárcel, a oponerse a este hombre, que unos describen como sanguinario y otros como "un niño dulce y sentimental". Cuando, después de la boda, don Raffaele brindó con champaña con su esposa flamante y doblemente inmaculada, porque la pudo ver sólo acompañado de su abogado y de dos agentes de la cárcel, le entregó un folio con una poesía de amor que hablaba de flores y de cielo azul. "La he escrito esta noche para ti", le dijo besándola en la boca. Pero Inmaculada no tuvo tiempo ni de abrir el folio. En seguida se lo secuestraron los policías de la cárcel: "Por motivos de censura y de seguridad". Se temió que en aquella poesía cándida Cutolo mandara fuera de la cárcel, a alguien que no era su Inmaculada, un mensaje cifrado. "No te preocupes", le dijo el jefe de la Camorra con superioridad; "te la mandaré por correo". La boda se había aplazado durante seis meses. Todas las excusas eran buenas para impedirla. Pero sobre todo era el obispo de Sassari, Salvatore Isgro, quien no sabía cómo permitir que se casara un semienfermo de mente, porque así ha sido considerado por los médicos -se asegura que bajo amenazas- don Raffaele Cutolo para aliviarle la pena. Pero al final venció Cutolo. Y hubo boda con sermón sobre la fidelidad matrimonial, confesión y comunión.

Desde Nápoles, la futura esposa llegó con su madre a través de mil peripecias para evitar a los fotógrafos indiscretos. Después, ya en Cerdeña, donde está la cárcel de Cutolo, el agua del mar quiso ser más fuerte que la Camorra. Al mar se le hincharon las narices y la boda estuvo a punto de volver a naufragar. Pero al final la policía judicial consiguió trasladar a la novia y a los testigos hasta la isla de Asinara. Y desde allí, tres horas de jeep por una carretera sin asfaltar hasta la pequeña aldea de Cala d'Oliva, en cuya minúscula iglesia se consumó el matrimonio.

Bueno, el rito sacramental, porque el matrimonio sigue sin consumarse. Inmaculada, a pesar de su pronunciado con fuerza, su vestido blanco de esposa, su ramo de gardenias, su anillo con brillante y su tarta repartida entre los 10 carceleros de su esposo, únicos invitados a la boda, se ha vuelto a su pueblo virgen. Esta es la esperanza de quienes han considerado una blasfemia el matrimonio. La pobre hija, dicen, cuando se canse y ya no tenga miedo, podrá pedir al Papa que le anule su matrimonio porque "no hubo nada".

Al menos así se dice, porque hay quien asegura que, bueno, que no se sabe, que Cutolo es omnipotente; que quizá durante un momento los guardias pudieron retirarse para no contradecir al gran jefe camorrista. Aunque todo hace pensar que no es posible. Tendría que haber sido en la sacristía de la iglesia. Y eso, aseguran en Sassari, es ¡m posible. Por otra parte, el mejor testigo, que habría podido ser la madre de Inmaculada, no pudo estar presente. Se había quedado sola, a la otra orilla del mar, porque "no tenía", le dijeron, "el permiso del ministro".

-¡Pero si soy su madre!

Todo fue inútil. Faltaba aquel papel.

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