Marín, para ganar la Plata y tuvo que luchar contra sus necesidades fisiológicas
Campeón de Europa de los 20 kilómetros marcha y subcampeón mundial y europeo de 50, además de recordman mundial de los 30. Todo eso es José Marín. Sólo los elegidos pueden llegar a tener vigentes tantos títulos. Es el marchador más completo de la historia del atletismo y el mejor atleta español de todos los tiempos. Ayer tuvo todo en contra. Durante 50 kilómetros tuvo que luchar contra la lluvia, la fresca temperatura y una elevada humedad, factores a los que no está acostumbrado. Además perdió 1.15 minutos por una imperiosa necesidad fisiológica. Al final regaló la medalla de oro por asegurarse la de plata. Estaba amonestado y aumentar el ritmo hubiera supuesto tentar la descalificación.
La preparación que ha seguido José Marín esta temporada le ha permitido mejorar su fondo. Ha quedado demostrado que es más corredor de 50 kilómetros que de 20. Y aun así es capaz de codearse con las figuras de distancias más cortas y es capaz de vencer a los favoritos en las mayores. Lo que hizo ayer fue de supercampeón. Quedar descolgado a los 20 kilómetros, cuando la prueba llevaba un ritmo vertiginoso, y recuperar en solitario los muchos metros perdidos, sólo está al alcance de los colosos. José Marín lo es. Lleva ya dos años demostrándolo.No hubo grupo definido de cabeza en la final de los 50 kilómetros. Los mexicanos imprimían un ritmo tan vivo que seguirles era suicida. Marín se colocó en un segundo grupo, con los que luego subieron con él al podio. Llopart, con problemas en la pierna, y Alcalde, que hizo una espléndida carrera dentro de sus posibilidades de menos a más, quedaron rezagados. Marín quedaba como única alternativa a la victoria.
Los mexicanos González y Bermúdez llevaban en volandas a Dorobskikh, que formaban el trío de cabeza. Marín comenzó entonces a perder metros. Unos fortísimos dolores en el estómago le obligaron a detenerse. Tardó 1.15 minutos en salir del lavabo. Había perdiodo una posición. Quedó octavo, desconectado de cualquier grupo. E intentó la remontada. Las piernas se le habían quedado agarrotadas, no podía marchar bien, y en su afán por recuperar metros fue advertido por los jueces. Se lo tuvo que tomar con tranquilidad.
El ritmo de los mexicanos era entonces trepidante. Los primeros diez kilómetros los habían pasado en 45.24. Del 20 al 30 marcaron 4-23.50. Marín, en solitario, logró igualar este ritmo y comenzó a adelantar rivales. Era una lucha contra el reloj. En la cabeza, Bermúdez fue descalificado cuando Weigel había alcalzado a los mexicanos. Los demás comenzaban a desfallecer. Marín remontaba. En el kilómetro 35 ya era tercero. Inmediatamente sobrevino el desfallecimiento de González.
Marín se situó a un minuto y medio de Wiegel. Una medalla perdida podía ser ahora de oro. Pero sobre Marín pendía la amenaza de las descalificación. Y no quiso arriesgar en los últimos diez killómetros. La de plata la tenía asegurada a poco que conservara un ritmo prudente. Entró a tres minutos del vencedor, los mismos que sacó al tercero. Medio millón de pesetas le esperaban en la meta. Ha saldado su actuación en estos mundiales con 800.000 pesetas. Es la recompensa a una atleta que no tiene tiempo ni para ir al cine. Desde hace cinco años su dedicación a la marcha es en exclusiva. De otra manera no podían llegar sus triunfos.
En esta final actuaron también Llopart y Alcalde. El primero se retiró al no responderle las pierna ya desde los primeros kilómetros y el segundo fue decimoquinto con 4.03.10.
Se clasificó González
Domingo Ramón fue el cuarto atleta español que participó en las finales de ayer. Salió seriamente lesionado a consecuencia de las heridas que le causaron los clavos de un rival en la semifinal y nunca pudo estar en carrera. A duras penas aguantó el ritmo de cabeza y sólo al último paso por la ría pudo sacar a relucir su fuerza para ganar dos puestos y ser décimo con 8.21.32. El gran favorito, Marsh, cayó en el último obstáculo cuando disputaba el sprint final al actual campeón europeo, Ilg.
En las series de ayer los atletas españoles que alcanzaron la clasificación fueron Moracho en 110 vallas con 13.62 -tercero en su serie tras Foster y Bakos-, y Abascal y José Luis González en 1.500. La excelente carrera de Abascal, siempre dando la cara -segundo en su serie tras Scott con 3.38.06- contrastó con la de José Luis González. Éste quedó descolocado de salida y en la recta final tuvo que atacar por la cuerda, ya sin fuerzas, porque tuvo que recuperar la distancia perdida en la última vuelta. Fue octavo en su serie con 3.41.29. Una centésima más le hubiera supuesto la eliminación al tener que acogerse a los ocho mejores tiempos que clasificaban para la semifinal. Él hizo el octavo junto con un danés.
Los restantes españoles que actuaron fueron eliminados: Heras, quinto en la segunda ronda de 200 con 21.25 -cuarto con 21.29 en la primera-; María José Martínez Patiño, séptima en la segunda ronda de 100 vallas con 13.80 -13.78 en la primera-; y Cholo García, décimo en la semifinal de 5.000 con 13.46.36. El pertiguista Ruiz proseguirá esta mañana la calificación al ser suspendida ayer por la lluvia.
En las dos restantes finales disputadas ayer Helena Fibingerova fue la gran protagonista. Después de llevar seis años siendo la segunda de Slupianek, conquistó el título más preciado. Alcanzó la victoria en el sexto intento. Su reacción fue besar a todos los jueces. Manifestó que la lluvia había perjudicado las marcas de todas las particípantes. Para ella fue una sorpresa ganar. La reina del peso en los años setenta recuperó ayer, inesperadamente, su cetro y su corona.
En la final de jabalina, la más esperada por el público finlandés, las marcas no pudieron alcanzar las cotas esperadas. El tiempo no favoreció a que la jabalina volara más que nunca. Kula, el campeón olímpico, tuvo que sucumbir ante el único hombre que este año, menos ayer, garantiza lanzamientos por encima de los 90 metros, Michel. El recordinan mundial Petranoff no respondió a la expectación suscitada. Su récord, próximo a los 100 metros, quedó muy lejos ayer.
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