El componente lúdico
Este ballet se presentó hace algún tiempo en Madrid; al ser conocido de todos su línea y danza y forma de trabajo, paso a comentar directamente el programa.Muy interesantes las dos coreografías de Gilberto Ruiz Lang; en Muda imatge de la mort (1982) se consiguen momentos muy expresivos y sugerentes que, sin embargo, se pierden por la reiteración en secuencias progresivas de un mismo movimiento; en Passacaglia (1980), el coreógrafo no olvida -y hace bien- el componente lúdico de la danza.
Ha conseguido un ballet en el que música, vestuario y técnica forman una unidad. Buena la interpretación de este ballet. Sus bailarines han sabido dar la agilidad y frescura que requería esta coreografía, consiguiendo así gozar ellos y el público. Gracias.
Ballet Contemporani de Barcelona
Coreografías: Ruiz Lang, Gelabert, Vaughn. Música: Bach, Dallapiccola, Carlos Santos, Haendel y popular catalana. 27 de septiembre de 1983. Centro Cultural de la Villa de Madrid.
Fanon (1983), de David Vaughn. Cuando un individuo quiere contar algo a través del movimiento debe saber que el movimiento expresivo inacabado, como trazo al espacio, no llega nunca a deleitar y que pocas veces alcanza el fin pretendido; que la técnica no es el único medio para danzar, pero, si se hace como parte esencial, obliga a una perfección de la misma.
Valeri, cor de lleó (1982), de Cesc Gelabert, abusa de líneas dinámicas buscando efectos y expresiones de forma. Conviene recordar que estas últimas emanan, por lo general, de estados anímicos.
Armonía en el espacio
Es muy difícil conseguir armonía en el espacio si se construye sólo con líneas una coreografía temática, y casi imposible interesar al espectador de la danza cuando estas líneas no son bien interpretadas. Una técnica inadecuada deja de provocar en el espectador. Toda danza conlleva su propia técnica: Graham, Limón, Wigman... Está claro que un movimiento modificado, redondo, consciente, sacado de su contexto clásico, no sirve como medio de expresión a otra forma de danza.Esto mismo ocurre en Evidencia (1983), también de Vaughn, donde, aunque varían tema, música, vestuario, etcétera, se utiliza un mismo movimiento.
Afortunadamente, los recursos teatrales introducidos en esta coreografía del Ballet Contemporani de Barcelona están interpretados con tanta gracia y naturalidad que oscurecen los pasitos de danza metidos aquí y allá, sin que se vea muy claro por qué, cuándo y dónde. Contribuye mucho a ello la buena actuación de Toni Martínez, que se mete al espectador en el bolsillo y acapara la atención del público que acude al Centro Cultural de la Villa de Madrid.
Babelia
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