Otra vez elecciones en El Salvador / y 2
Las próximas elecciones en El Salvador, que está previsto que se celebren en marzo, valen poco -dice el autor del presente trabajo-, pero algo pueden valer. A estos comicios no se presentará la izquierda, que, desde la guerrilla, ofrece no obstante la posibilidad de negociar. Y sería deseable que los partidos de la derecha, a través de estas elecciones, ofrecieran también por su parte el diálogo y la negociación, pues sin ello no hay salida posible a la guerra civil en el país.
Las elecciones de marzo en El Salvador, como ya he dicho, son fundamentalmente una maniobra política que, por lo pronto, supone el intento de reanimar un proceso empantanado y, sobre todo, busca el posibilitar una ayuda militar norteamericana, capaz de frenar el avance militar del FMLN. Pero la maniobra puede resultar mal y no carece de riesgos.En las anteriores, elecciones, la democracia cristiana (PDC) sacó una mayoría relativa que le permitió alcanzar 26 diputados, pero los restantes partidos se unieron y estuvieron a punto de hacer presidente a D'Aubuisson, lo cual en aquella ocasión fue impedido por Estados Unidos mediante fuertes y directas medidas de presión.
En los próximos comicios puede ocurrir lo mismo, de modo que llegue al poder D'Aubuisson con Arena, respaldado por los otros partidos de derecha. Se daría así un Gobierno de extrema derecha, sobre todo si el eje principal se constituye sobre Arena en la segunda vuelta de las elecciones, pues no se espera que ningún candidato obtenga los suficientes votos para proclamarse vencedor en la primera.
No es de ningún modo seguro un triunfo del PDC ni del PCN, que serían soluciones aceptables para Estados Unidos, y tampoco es muy probable la constitución de lo que en El Salvador se llama un centro democrático, constituido por PDC, PCN y AD. Todo ello hace que la situación esté hoy por hoy muy confusa.
Una Asamblea dividida
A esto ha de agregarse que, cualquiera que sea el presidente triunfador, se va a encontrar con una Asamblea muy dividida, durante el primer año al menos, pues sólo después habrá elecciones de diputados. Con lo cual, sino se ha podido gobernar hasta ahora, tampoco podrá gobernarse tras las elecciones, pues las alianzas indispensables difícilmente evitarán los impedimentos y zancadillas, sobre todo que la pelea volverá a darse inmediatamente en busca de conseguir el mayor número de diputados en las inmediatas elecciones.
Pero, aunque hubiera un vencedor claro, que no lo va a haber, aunque se dieran sólidas alianzas, que no se van a dar, tampoco el avance sería mucho mayor. La razón es obvia. El poder real interno de El Salvador no está en los partidos políticos. Está en las Fuerzas Armadas y en los mecanismos que puede mover la extrema derecha, que es protegida por la oligarquía y la gran empresa privada.
Es posible que Arena pudiera aglutinar esos factores, pero entonces se encontraría sin el apoyo norteamericano, que no puede darse en determinadas circunstancias. Pero el triunfo de los otros partidos sería pírrico, tanto por la limitación de su poder real interno como por la dependencia absoluta de lo que Estados Unidos quisiera o permitiera hacer.
Sin embargo, hay que contar con el hecho de las elecciones. Las elecciones se van a tener. Y haría muy mal el FDR-FMLN si tratara de impedirlas directamente por la fuerza. En El Salvador, tal vez un 50% de su población potencialmente votante quiere votar, incluso en las actuales condiciones. Impedírselo por uso directo de la fuerza, además de ser poco efectivo, daría al FDR-FMLN una mala imagen internacional.
Las elecciones valen poco en la actual coyuntura, pero valen algo. Pueden traer grandes peligros, porque al no votar la izquierda crecen las probabilidades de la extrema derecha. Pero clarificarán la situación y mostrarán hasta qué punto es posible de inmediato un inicio serio de diálogo y negociación. Tal vez se mostrará la imposibilidad absoluta, Y entonces no quedará, para unos y para otros, más que el recurso de la guerra total.
Los ausentes
Por otro lado, a lo largo de estos meses veremos que propone cada partido para terminar la guerra civil, que sigue siendo el problema central. Caben diversas posibilidades, que van desde la guerra sin cuartel, incluido y reforzado el terrorismo de Estado, hasta una guerra sometida a comportamientos más civilizados por parte del, Ejército, e incluso hasta propuestas razonables de diálogo y negociación, sea par participar en unas nuevas elecciones, sea para intervenir directamente en la gestión del Estado, mediata o inmediatamente.
Ni el FDR ni el FMLN se presentarán a estas elecciones. Nadie en sus cabales puede exigírselo en la actualidad. Por ello, tampoco estas elecciones podrán considerarse como, nacionales, como de todos los salvadoreños. El mundo debe saber ya, desde ahora, que el valor de esas elecciones es relativo, muy relativo. Y en esto no debe haber dudas. Sería un craso error de interpretación, aun desde el punto de vista democrático, argumentar que las elecciones de El Salvador pueden tener credibilidad como las de Argentina, por poner un ejemplo.
Es como si Alfonsín se hubiera presentado sin poder estar en el país y sin poder hacer propaganda alguna. Lo que se va a ver en las elecciones de El Salvador es lo que una franja del país, desde el centro derecha a la extrema derecha, quiere en las actuales circunstancias. Y aun esto de manera reducida, porque los medios masivos de comunicación están completamente dedicados a desinformar de lo que hace la izquierda y de lo que pretendería la izquierda.
Las elecciones están tan limitadas, la presencia del terror es tan manifiesta que ni siquiera los partidos más moderados van a poder decir en público lo que algunos de ellos al menos pueden pensar: que sin diálogo y sin negociación no hay salida posible a la guerra, y que sin una salida racional de la guerra no hay solución para ninguno de los otros gravísimos problemas del país. El FMLN va a seguir en sus ofensivas militares, pero ofreciendo desde ellas y a cambio de ellas un proceso de negociación. Los demás partidos podrían seguir con el juego de las elecciones, pero con ellas y desde ellas debieran ofrecer también un proceso de negociación.
es rector de la Universidad Centroamericana de San Salvador.
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