Beneficios para los exportadores
La cosecha de una plantación de mil metros metros cuadrados de cannabis produce unos 315 kilogramos de plantas, que, tras ser golpeadas con palos planos para separar el tronco del polen, pueden dar siete kilogramos de hachís de diferentes calidades.Por cada kilogramo de hachís el campesino recibe de los mayoristas exportadores unas 5.600 pesetas -el precio oscila, en función de la calidad, entre 2.000 y 9.200 pesetas-, pero, si consigue venderlo directamente a los minoristas que abastecen el pequeño mercado libanés, puede fácilmente colocarlo a más de 12.000 pesetas.
En Europa, el kilogramo de buen hachís puede llegar a costar, aproximadamente, unas 360.000 pesetas, una cantidad 64 veces superior a la que paga el primer intermediario cuando lo compra al campesino.
Los ingresos de una plantación de 1.000 metros cuadrados de hachís suelen ser de unas 39.000 pesetas por cada una de las dos cosechas anuales, mientras los de una de opio de proporciones similares se sitúan anualmente en 92.000 pesetas por recolección, después de haber rondado el año pasado las 200.000 pesetas. Aunque necesita algo más de mano de obra para cosecharlo, la rentabilidad del opio duplícala del hachís.
En la Bekaa, 1.000 metros cuadrados de adormidera producen, una vez abiertas las vainas de granos de las plantas y recogida la savia en tablas de madera, 0,4 kilogramos de opio (el kilogramo está siendo vendido a los grosistas exportadores a 230.000 pesetas).
El opio no se comercializa ya prácticamente en el viejo continente y sólo la heroína cuenta con numerosos clientes adictos. Tres kilogramos de opio, valorados en 690.000 pesetas, son necesarios para obtener en laboratorio uno de heroína, cuyo precio de venta en Líbano asciende a 5,7 millones de pesetas. En Europa es aún mucho más cara.
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