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Decretada en Mauritania una amnistía general

El nuevo jefe del Estado mauritano, coronel Mauya Sid Ahmed Uld Taya, concedió el viernes una amnistía general para todos los prisioneros políticos o perseguidos por delitos de opinión durante el anterior régimen de Juna Uld Haidalla, quien no se ve beneficiado de esta medida de gracia, al igual que otras importantes personalidades de su régimen. La amnistía concedida ahora eleva a 234 el número de personas que en Mauritania han sido puestas en libertad en los últimos días.

La amnistía incluye a los ex presidentes Mojtar Uld Daddah, derrocado por el primer golpe militar de julio de 1978; a Uld Saleck, que derrocó a Uld Daddah; al primer ministro Uld Bneijara, y a todos los prisioneros políticos en Mauritania, así como a todos los opositores al régimen que se encuentran en el exilio.El viernes por la tarde tuvieron lugar en Nouakchott manifestaciones de apoyo a la amnistía decretada por el presidente, y el sábado, también por la tarde, las mujeres mauritanas manifestaron por las calles de Nouakchott su satisfacción por volver a encontrar a sus maridos.

La amnistía general, que por razones obvias no se extiende al recién derrocado presidente Uld Haidalla ni a sus otros dos próximos colaboradores, detenidos cuando el golpe palaciego del 12 de diciembre sigue a unos primeros Ievantamientos de medidas administrativas" o "extinción de la acción pública" -como se ha llamado eufemísticamente a las primeras liberaciones de prisioneros políticos- iniciada desde principios de semana.

El 17 de diciembre se anunció la liberación de 32 detenidos políticos, y el día 19 fue dada a conocer la liberación de otros 133. Entre los primeros liberados figuraban unos 90 estudiantes fundamentalmente de tendencia nasserista prolibia, mientras que entre los últimos 69 liberados figuran fundamentalmente partidarios del baasismo proiraquí.

Entre los liberados figuraron algunas personalidades relevantes, como el coronel Sumare Sliman, ex ministro de la Pesca; el conocido intelectual favorable al Frente Polisario y prolibio Ahmed Baba Miske; el presidente de la Unión de Trabajadores Mauritanos, Kory Om H'Meitty; el presidente de la Unión de Estudiantes Mauritanos, Hamud Uld Abdi, y numerosos periodistas.

La amnistía general concedida ahora, al extenderse a los exiliados políticos que viven en el extranjero, favorece sin duda a los políticos promarroquíes, mientras que la libertad concedida en Mauritania a los prisioneros políticos obra en beneficio de prolibios y proiraquíes. Ambas tendencias fueron las más perseguidas durante el régimen de Haidalla, principalmente después del intento violento de golpe de Estado de marzo de 1981 auspiciado por Marruecos.

En primer análisis de urgencia, y a pesar del comunicado oficial dado a conocer al día siguiente del golpe que llevó al poder al coronel Uld Taya, a raíz de la visita urgente a Nouakchott del general argelino Rashid Benyeles, el nuevo Comité Militar reestructurado parece orientarse inexorablemente hacia una mayor distancia de Mauritania de los bloques antagónicos del Magreb, lo cual, y a pesar de que ello pueda conducir a un restablecimiento de las relaciones con Marruecos, no puede interpretarse como una evolución promarroquí del nuevo régimen. (Según informa la agencia France Presse, el nuevo presidente mauritano, en su primer mensaje al país difundido el viernes, expresó su voluntad de realizar una apertura en su régimen para que permita un mayor acercamiento entre los pueblos del Magreb. Según los observadores, Uld Taya busca una mayor aproximación a Marruecos, pero sin renegar de los vínculos privilegiados entre Argel y Nouakchott.)

El nuevo Comité Militar hace énfasis en los aspectos puramente internos del golpe y, sobre todo, en el personalismo del presidente depuesto.

Ahora ha vuelto de nuevo la dirección colegiada militar al país y lo que aparentemente faltaba al Comité Militar, un respaldo popular, que le viene ahora gracias a la amnistía general concedida.

Menos de una semana después del golpe palaciego que derrocó a Haidalla, la vida transcurre con toda normalidad en Nouakchott, si se exceptúa una tormenta de arena que envuelve a la capital en una nube de polvo del desierto tan densa como las mejores nieblas londinenses.

Además de los cambios ya anunciados en el Comité Militar y del nuevo Gobierno, continúa un auténtico baile de funcionarios importantes en todos los ministerios. Es, se cree en Nouakchott, el mejor indicativo de que el período Haidalla va a ser realmente enterrado tras este último golpe, del que, como en los buenos icebergs, sólo una parte mínima es aún visible.

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