El ejemplo de Madrid: de la devastación a la recuperación
A finales de los años setenta Madrid era el paradigma de la depredación urbana y de la destrucción especulativa de la ciudad, dice el autor de este trabajo. Sin embargo, hoy, tras los planes puestos en práctica por su Ayuntamiento, la capital de España ya no es una ciudad "que se hace y se deshace", como decía Lope de Vega, sino un pueblo que se rehace.
Con la aprobación, en 1979, del Plan-Especial Villa de Madrid, el nuevo Ayuntamiento democrático logró paralizar por completo el vasto proceso de demolición y sustitución de edificios antiguos que había sido impulsado a lo largo de los años sesenta y setenta por una lógica de actuación inmobiliaria desaforadamente especulativa, permitida -y muchas veces alentada- por los regidores municipales de aquellas décadas.Se abría así en Madrid una nueva política de protección de la ciudad que consolidaba y desarrollaba institucionalmente las propuestas de los movimientos vecinales y las fuerzas culturales que en los años anteriores se habían enfrentado tenazmente a esas operaciones especulativas.
Esta política, cuyos criterios han sido ya hoy asumidos por la mayoría de los ciudadanos como un nuevo sentido común Úrbanístico, significó un hito crucial no sólo en la historia de nuestra ciudad, sino en la evolución reciente del urbanismo en España, por la extraordinaria amplitud de sus medidas dé protección -que abarcaban a más de 8.000 edificios- y por la estrecha articulación de objetivos culturales y también sociales.
Ahora bien, el Ayuntamiento era consciente, ya desde ese momento, de la necesidad de prolongar esas medidas pasivas en una política activa, con tres ejes fundamentales: incentivar los procesos de rehabilitación de los miles de edificios de viviendas deteriorados o con deficientes condiciones de habitabilidad, promover la recuperación de dotaciones y servicios públicos en edificios históricos infrautilizados o incluso abandonados y recualificar los espacios fibres y los ambientes urbanos degradados por décadas de incuria municipal o por operaciones discordantes o agresivas con el entorno.
Confluencia de factores
La rehabilitación de las viviendas antiguas deterioradas o inadecuadas -que constituía, como es lógico, el eje central de esa estrategia por su gran importancia cuantitativa- resultaba, sin embargo, una tarea difícil de afrontar en los primeros años *ochenta ante la confluencia de los factores que habían inducido y exasperado los procesos de deterioro de los barrios populares: la carencia de medios de financiación con ayudas económicas públicas, el peso relevante de las rentas antiguas en las viviendas en alquiler, el envejecimiento y la regresión demográfica global de la población y, en fin, la fragilidad social y económica de buena parte de los vecinos de los edificios deteriorados.
En ese dificultoso contexto, el Ayuntamiento, apoyándose exclusivamente en sus propios recursos, inició diversas actuaciones municipales de rehabilitación -basadas en la previa adquisición de edificios privados extremadamente deteriorados- y estableció unos primeros medios de subvención a las iniciativas privadas en las viviendas -de tipo popular, conformando unas medidas que, aunque de escasa incidencia cuantitativa, asumieron gran importancia como banco de pruebas para las posteriores políticas estatales y municipales.
Planteamiento de protección Sin embargo, aunque en las zonas más deterioradas de los barrios populares las obras de rehabilitación privada fueron escasas -por la confluencia de factores antes indicados- , en otras zonas de la ciudad con mayor dinamismo económico y urbano, como en el Ensanche o en las áreas privilegiadas del casco antiguo, comenzaron a difundirse ya desde 1980 centenares de actuaciones en edificios incluidos en el áanbito del Plan Especial.
Así, en 1981 se efectuaron ya obras de conservación, rehabilitación y reestructuración por un valor total de 2.500 millones de pesetas, multiplicándose esta cifra en 1982, con un importe cercano a los 7.000 millones, alcanzando unos resultados que sorprendieron al mismo gobierno municipal, demostrando la fuerte capacidad que tiene un eficiente planteamiento de protección para transformar el contenido de los procesos inmobiliarios.
La aprobación, en 1983, del llamado decreto de rehabilitación conformó al fin las condiciones financieras básicas para la generalización de los procesos de recuperación del patrimonio residencial deteriorado o inadecuado, al establecer un sistema de préstamos con significativas subvenciones estatales. Sin embargo, desde la perspectiva del Ayuntamiento, esas ayudas estatales resultaban todavía insuficientes en las problemáticas condiciones existentes en los barrios populares madrileños. Por ello se aprobó en 1984 una ordenanza municipal que regula la concesión de subvenciones complementarias, con una partida presupuestaria específica de 350 millones de pesetas en 1985. Este sistema de subvenciones municipales se basa en unos criterios socialmente avanzados, que se conjugan con objetivos de carácter cultural y de interés público, configurando una política extraordinariamente innovadora por sus planteamientos estratégicos y su eficiente regulación.
Paralelamente, el Ayuntamiento ha abordado un importante programa cuatrienal de actuaciones directas, que en 1985 supondrá la rehabilitación de 22 edificios, con unas 440 viviendas, en las que se realojarán, en su mayor parte, los actuales vecinos.
La estrategia urbanística
La estrategia urbanística del gobierno municipal, enmarcada en el nuevo Plan General, no se reduce, sin embargo, al fomento y la promoción de la rehabilitación de viviendas, sino que integra otras líneas de actuación de importancia crucial en la perspectiva de una recuperación social de la ciudad: la readecuación de espacios emblemáticos, claves en nuestra identidad histórica, como la Puerta del Sol, la glorieta de Atocha y numerosas plazas del centro; la restauración y reutilización de grandes complejos, como el Cuartel de Conde Duque -obra ya en curso de ejecución- o el Mercado de Pescados yotros edificios históricos; la recualificación de vastas zonas degradadas, como el área de San Francisco el Grande; la readecuación de los bordes del Manzanares, etcétera.
En suma, Madrid -que se ha caracterizado a lo largo de la historia por una permanente devastación de su propio patrimonio urbano, por un constante "hacerse y deshacerse" que ya denunciaba Lope de Vega en el siglo XVII- comienza ahora a rehacerse a través de una política que constituye sin duda una de las experiencias más avanzadas y complejas actualmente en curso en Europa..., cuando, a finales de los setenta, Madrid había llegado a ser erigida, también a escala europea, en un paradigma de la depredación urbana y de la destrucción especulativa de la ciudad.
es primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid.
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