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Crítica:'UN AMOR EN ALEMANIA'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Problemas de autoría

El calificativo de autor cinematográfico sé ha repartido con enorme generosidad y a partir de gran variedad de criterios. Wajda fue consagrado como tal a raíz de sus primeras -y estimables- películas polacas, ésas en las que se describía sin complacencia la realidad de los jóvenes de Varsovia.Su Cenizas y diamantes corresponde tanto a la desestalinización como al auge de los nuevos cines. Más tarde, otros títulos vinieron a cuestionar aquel prestigio primerizo y sólo algunos aciertos esporádicos permitieron encubrir los repetidos desastres. Wajda es un cineasta que no posee un mundo personal, ni tan sólo un estilo propio.

Por otro lado, Andrzej Wajda no es un narrador seguro y convencional, un hombre con oficio que aporte su técnica y sensato parecer a cualquier proyecto. Wajda tan pronto se puede lanzar de cabeza a fabricar grandes espectáculos históricos, en los que los gemidos de los guillotinados se escuchen en dolby-stereo, como se apresta a convertir los problemas legales y técnicos de una ejecución en materia para un sainete, tal y como sucede con Un amor en Alemania.

Un amor en Alemania

Director: Andrzej Wajda. Intérpretes: Hanna Schygulla, Piotr Lysak, Daniel Olbrychski. Guión: Michalek y Wajda, basado en la novela de Rolf Hochhuth. Fotografía: Luther. Música: Legrand. Franco alemana, 1983. Estreno en los cines Pompeya, Gayarre y Sainz de Baranda.

Esta película fue presentada en Venecia el año 1983. Las risas que provocaron las desventuras de una equivocadísima Hanna Schygulla aún resuenan en el Lido. Confundiendo la gimnasia con la magnesia, el amor con la calentura, Wajda fabricó 132 minutos desorientados, que pretenden estructurarse a partir de una encuesta periodística, llevada a cabo 40 años después por el hijo ilegítimo de la Schygulla.

El recurso del punto de vista impuesto desde otra época ya lo ha empleado Wajda en diversas ocasiones con la colaboración de Krystyna Janda, otra actriz presa del mal de san Vito.

Ahora, para su estreno en España, todo el entramado argumental aún aparece más débil e injustificado porque la película ha perdido 25 minutos de su primera versión. No se trata de una mutilación hecha en España, sino de una decisión internacional destinada a aligerar el tormento. Se agradece la buena voluntad, pero al disparate se ha añadido ahora la confusión, de manera que quizá el remedio haya sido peor que la enfermedad.

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