Una política monetaria muy peligrosa
Durante los cuatro primeros meses del presente año ha ocupado lugar preferente en la vida económica nacional la preocupación suscitada por las dificultades de control del crecimiento de la cantidad de dinero al ritmo programado inicialmente -en torno al 8%-, con el fin de alcanzar al final del ejercicio el objetivo de inflación del 5%.Los intentos de controlar el crecimiento de la liquidez han tenido como consecuencia la enorme elevación de los tipos de interés en los mercados monetarios. Bastaría indicar que el tipo al que el Banco de Espada cobra sus créditos de regulación monetaria ha pasado del entorno del 11 % a finales de 1986 a tasas por encima del 19% en la actualidad. Del mismo modo, en el mercado interbancario es ordinario el cruce de operaciones por encima del 22%.
Estos tipos, puestos en relación con la tasa de inflación, en el entorno del 6%, son suficientemente expresivos de la situación tremendamente delicada a la que está abocada nuestra economía de no poner inmediato y eficaz remedio.
Muchos de los créditos obtenidos por las empresas para financiar procesos inversores en curso se hallan sujetos a tipos de interés variables vinculados a los tipos del mercado interbancario (mibor). Por consiguiente, los fuertes aumentos de estos últimos están provocando problemas de tesorería y, lo que es más grave, obligan a replantear la continuidad de tales inversiones ante la brusca caída de su rentabilidad neta.
Pero este efecto inhibidor de las inversiones ha comenzado a generalizarse a todos los sectores y empresas, dado que las tensiones en los mercados monetarios se han trasladado también a los financieros, de manera que el crédito al sector privado tiene en estos momentos un coste que, considerado tanto en términos nominales como reales, se sitúa prácticamente a la cabeza de los países desarrollados.
Las dificultades de control, según nuestras autoridades, se derivan del comportamiento expansivo sobre la liquidez de la economía de manera simultánea del sector exterior, del sector público y del sector privado.
Capital extranjero
La fuerte entrada de capitales a corto plazo se ha visto estimulada por el progresivo encarecimiento del coste del dinero en España, de forma que está contribuyendo a alimentar la liquidez del sistema, origen de la aplicación de la política monetaria restrictiva.
Sus consecuencias negativas no sólo son éstas. La presión al alza que ejerce la acumulación de divisas sobre la peseta está dificultando el normal desarrollo de nuestros intercambios comerciales, al favorecer las importaciones, y haciendo perder competitividad exterior a nuestras empresas. El resultado no es otro que la enorme descompensación en nuestra balanza comercial: mientras que las exportaciones cayeron en 1986 un 7,3 %, las importaciones aumentaron un 25%, tendencia que se mantiene en los primeros meses del presente año y que puede dañar de manera irreversible a nuestro tejido productivo industrial.
Las medidas recientemente adoptadas para frenar el mencionado flujo de dinero caliente procedente del exterior, en especial la prohibición de remunerar las cuentas extranjeras en pesetas convertibles por encima de los 10 millones de pesetas, está ejerciendo ya un efecto sin duda positivo, al portar estos movimientos de capitales a corto plazo que distorsionan el control monetario.
Será necesario, no obstante, pensar en el diseño de nuevas medidas, -para lo que CEOE brinda su colaboración al Gobierno- tendentes a impulsar las inversiones empresariales en el exterior, cuyo efecto es doblemente positivo. Contribuiría a facilitar la instrumentación de la política monetaria y a cimentar la creciente presencia de los productos españoles en los mercados exteriores.
Financiación privada
En cuanto a la financiación del sector privado, debe reconocerse que la demanda de crédito ha registrado en los últimos tiempos una notable expansión, acorde con la deseada recuperación de la demanda interna, especialmente la de inversión, tras muchos años de estancamiento o retroceso.
Teniendo en cuenta las necesidades de capitalización y modernización tecnológica de nuestra economía, y que la inversión ha sido considerada por todos, al margen de discrepancias ideológicas, como el principal pilar del crecimiento de la actividad y del empleo, no parece admisible que un aumento anual en el entorno del 10%-11% en el crédito al sector privado sea considerado como se ha llegado a decir, el principal culpable de las actuales dificultades de control monetario. Tras larguísimos. años en los que se ha vivido en nuestro país un doloroso proceso de ajuste económico y de enormes incertidumbres que provocaron tremendas caídas en la inversión y el empleo, el esperanzador dinamismo iniciado hace poco más de un año pudiera verse ahora brusca e irresponsablemente paralizado por la carencia de los recursos financieros en las condiciones de cuantía y coste que exige su continuidad.
Un gasto imparable
No es el aumento de la demanda de crédito al sector privado, sino a la irresistible ascensión de las necesidades financieras públicas a las que parece imposible poner coto. Nuestras administraciones públicas no conocen tasa ni mesura en el aumento del gasto de todo tipo, salvo en el de inversión. Basta indicar que los gastos del Estado en los dos primeros meses de este año han aumentado en un 50% sobre igual período de 1986.
En consecuencia, no sólo aumentan de manera imparable los impuestos, sino también las necesidades financieras, que en los primeros meses vienen creciendo a doble ritmo que la financiación al sector privado; es decir, en torno al 20%. Además, reviste especial gravedad el cambio operado durante el presente año en su forma de financiación, dado que prácticamente no ha existido emisión de deuda y se ha recurrido de forma masiva al Banco de España para obtener fondos sin intereses. El coste lo está pagando, como hemos visto, el resto de la sociedad.
Es indudable que la verdadera raíz de los problemas económicos y de control monetarios existentes en la actualidad en nuestro país se hallan en el crecimiento incontrolado del gasto público, sin que éste, además, contribuya apenas a incrementar la formación de capital de la economía. Todo parece indicar que el sector exterior continuará en los próximos meses inyectando liquidez en el sistema, debido especialmente a la entrada en el período de mayor actividad turística.
Reformas necesarias
Por otra parte, no se puede pedir responsablemente que el crédito al sector privado se vea minorado o paralizado, porque sería lo mismo que generar la ruina del país en aras de una ortodoxia monetaria. Y puesto que los dos sectores mencionados, el exterior y el privado interno, van a seguir mostrándose expansivos, aunque algo más moderados, la única solución eficaz y razonable para el control de la liquidez y de la inflación pasa por la drástica contención del gasto público corriente y la financiación del déficit en el mercado y el precio que éste fije.
Esto provocará un aumento de las cargas financieras de las administraciones públicas, pero también quedará patente de forma explícita ante la sociedad cuál es el verdadero coste de los desequilibrios presupuestarios en que alegremente incurren nuestros gobernantes año tras año.
Las anteriores medidas no excluyen, sino que exigen verse complementadas con otras de carácter estructural que hagan elevar el nivel de competitividad de las empresas españolas dentro del nuevo marco de plena integración internacional que significa nuestra incorporación a la CEE.
Por ello CEOE quiere insistir en la necesidad de adoptar medidas tendentes a flexibilizar el mercado de trabajo, reducir los costes laborales no salariales, incentivar la formación profesional, la investigacióni y desarrollo y la promoción exterior de nuestros productos.
Todos estos frentes exigen la instrumentación de un conjunto de medidas, a cuyo estudio previo CEOE ofrece su colaboración, que es el que en definitiva permitiría dar continuidad y solidez a la esperanza que han abierto en la sociedad española los signos recientes de recuperación económica del consumo y de la inversión.
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