El Instituto Oncológico, en coma
Abocado al cierre el centro más antiguo de prevención y lucha contra el cáncer
Cerca de 150 personas afectadas de cáncer reciben tratamiento para su enfermedad en el Instituto Oncológico de Madrid. Los orígenes de este centro se remontan al año 1917. En 1929 se creó el primer departamento de investigación sobre el cáncer, pero sus instalaciones han sufrido un paulatino deterioro, hasta el punto de que la Comunidad de Madrid está estudiando varias alternativas, que van desde su cierre hasta la absorción por el hospital Clínico.
"Queremos que el hospital se mantenga y se potencie. Y si no es posible, más vale que lo cierren o lo reconviertan. Cualquier solución es mejor que seguir como hasta ahora", declara el doctor Federico Colmenero, del servicio de medicina interna. El Instituto Oncológico de Madrid carece, por ejemplo, de unidad de vigilancia intensiva, y a los pacientes más graves se les atiende en una sala de recuperación anestésica. Tampoco posee un aparato propio de escáner, de gran importancia para el diagnóstico de tumores, utilizando el del hospital Clínico.Andrés González Navarro, director del Instituto Oncológico de Madrid, considera que "la comunidad autónoma debe definirse cuanto antes", pues "la gente que aquí trabaja quiere saber qué va a pasar en el futuro". "Estoy seguro", dice, "de que en cualquier caso el personal sería siempre bien aprovechado". Por su parte, el jefe del servicio de coordinación hospitalaria de la comunidad autónoma madrileña, Manuel Oñorbe de Torre, reconoce que "el Oncológico, que cuenta con 148 camas, tiene una viabilidad difícil" y que desde hace tiempo la comunidad viene estudiando varias alternativas, que van desde el cierre hasta la absorción por el hospital Clínico. "Parece necesaria una nueva orientación que hiciera de este hospital un centro de prevención y dedicado a enfermos crónicos".
Señala que "la solución no va a ser inmediata y pasa por un planteamiento más general, de tipo técnico y político". Al menos a corto plazo, la continuidad del Instituto Oncológico parece garantizada. Según declara Manuel Oñorbe, la Consejería de Salud estudia en la actualidad un proyecto de inversiones que ronda los 600 millones de pesetas con destino a este hospital para el próximo año.
Estas inversiones permitirán paliar parte de las deficiencias actuales. Por ejemplo, las instalaciones de radioterapia, muy completas hasta hace unos años, sólo disponen hoy de un servicio de telecobalto-terapia, para el que se forman listas de espera de más de un mes, y algunos pacientes son enviados a hospitales próximos. En el servicio de radiología no hay un aparato portátil, así que el paciente que por su gravedad permanece inmovilizado tiene necesariamente: que ser trasladado hasta este departamento para que se le pueda realizar una radiografía. Tampoco hay posibilidad alguna de efectuar placas radiológicas dentro del quirófano.
Las deficiencias llegan hasta el extremo de que el servicio de microbiología, según denuncia el doctor Ramón Pérez Carrión, "dispone únicamente de un microscopio, que le ha sido prestado por el de hematología, que en este momento tiene tres, y une de ellos no funciona".
Esta escasez de medios ha sido ampliamente detallada por los facultativos del centro ante la Consejería de Salud y Bienestar Social de la Comunidad de Madrid, de la que depende el hospital desde el 31 de diciembre de 1985, en tres escritos dirigidos con fecha de febrero y abril de este año.
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