Hielo en el aliento

La criocirugía endobronquial (eliminación por congelación de las masas tumorales instaladas en las vías respiratorias) ha empezado a aplicarse en España de la mano de Daniel Luna Sabaté, médico adjunto de la sección de Neumología de la residencia Nuestra Señora de Aránzazu, de San Sebastián. Luna, de 44 años y especializado en neumología en París, ha utilizado ya esta técnica en una treintena de pacientes en la propia residencia donostiarra.

La liberación de las zonas obstruidas del aparato respiratorio ha sido completa en todos los casos en los que se han intervenido granulomas bronquiales (procesos inflamatorios) y casi total en los procesos cancerosos, con la única excepción de un paciente en el que, por razones no suficientemente aclaradas, no se han logrado mejoras sustanciales. Para los enfermos cancerosos la crioterapia significa la solución de sus problemas respiratorios y, en esa medida, la garantía de una mejor calidad de vida.

Hace ya tres décadas que se empezó a experimentar en la cirugía con las técnicas de congelación, pero sólo hace tres años que Jean Paul Homasson ideó una sonda capaz de alcanzar la tráquea y, los bronquios. Daniel Luna, que trabajó durante seis años en París con el equipo de este investigador francés en las técnicas de aplicación del láser, piensa también que la crioterapia ofrece más ventajas que el rayo en este tipo de operaciones, aunque cree que la asociación de ambas técnicas da resultados positivos en algunos casos. Asegura que la criocirugía únicamente congela y destruye la masa tumoral elegida. Afirma que además el efecto beneficioso de esa técnica, "indolora, sencilla y barata", es mucho más prolongado.

Con radioterapia

El doctor Luna dice haber constatado recientemente que la combinación de la criocírugía y la radioterapia evita la reproducción de los tumores al cabo de 10 o 12 meses de tratamiento. Afirma además que en los casos de hemoptisis (hemorragia en la membrana mucosa pulmonar) la criocirugía permite realizar biopsias (examen de tejidos) directamente sobre la zona afectada, ya que los tumores dejan de sangrar inmediatamente después de ser congelados.La sonda, imbuida en un broneoscopio (aparato óptico que se introduce en la tráquea y bronquios a través de la boca), conduce el gas de protóxido de nitrógeno a la zona afectada, donde, por simple contacto, congela a 89 grados bajo cero las masas tumorales que se desea eliminar. La congelación produce alteración y destrucción celular, y posteriormente un fenómeno vascular, más retardado, entre los cuatro y los ocho días siguientes, que desemboca en una trombosis (coagulación de la sangre en los vasos sanguíneos). Las células destruidas se eliminan mediante la expectoración.