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CITA EN SAN JOSÉ

Declaración de guerra a las iglesias

Antonio Caño

El párroco de Cuscatancingo un barrio del norte de San Salvador, pasó dos días enteros en las pasadas semanas tumbado en el suelo de su iglesia para protegerse de los combates entre la guerrilla y el Ejército. En un momento de tregua, el cura salió con su bandera blanca para buscar un lugar donde resguardarse. Cuando, recuperada la calma en su barrio, e sacerdote pretendía volver a su iglesia., uno de sus feligreses le advirtió que se escondiese donde mejor pudiera porque un oficial lo buscaba para matarle

Después de que el Ejército tomó el control de Cuscatancingo y ocupó la iglesia, uno de los oficiales al mando de la operación aseguró ante testigos que había visto al cura, un joven salvadoreño que recibió las órdenes hace apenas dos años, disparando desde e campanario, y que uno de eso tiros causó la muerte de un sol dado. El oficial juró que allí donde encontrase al cura le pegaria un riro.

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El arzobispo de San Salvador, Arturo Rivera y Damas, visitó ayer la iglesia de Cuscatancingo para recibir informacion directa sobre lo ocurrido La parroquia, en la que no ya no quedan ni los santos, se encuentra ocupada por fuerzas militares, que la utilizan para su descanso.

El suceso ilustra un clima de abierta hostilidad entre el Gobierno y la Iglesia, clima que los religiosos llaman persecución y que las autoridades consideran como la estricta aplicación de la ley. Seis sacerdotes jesuitas, entre ellos Ignacio Ellacuría, fueron asesinados el pasado 16 de noviembre por unos individuos de uniforme que, según el estado actual de las investigaciones, podrían ser miembros del Ejército.

Pero esta guerra no afecta sólo a la Iglesia católica. Un sacerdote protestante español, el pastor Serrano, ingresó la pasada semana en prisión acusado de colaboración con la guerrilla, sin que las gestiones realizadas por el Gobierno español sirviesen para su puesta en libertad. Varias iglesias protestantes han sido registradas por los militares, y decenas de personas vinculadas con esas comunidades han sido temporalmente detenidas.Un portavoz del ejército asegura que no existe persecución premeditada contra ninguna iglesia, pero advierte que "si algunos de los que utilizan su investidura religiosa se han dedicado a otros menesteres fuera de la ley, tiene derecho la ley a actuar contra ellos".

Las autoridades han restringido y puesto mayores dificultades legales para la entrada de religiosos extranjeros en el país, en el marco de una campaña de la prensa oficial contra los religiosos llegados desde otros países. Los miembros de la Compañía de Jesús son uno de los blancos preferidos de dicha campaña.

El arzobispo Rivera y Damas, a quien una autoridad del Gobierno recomendó hace unas semanas su salida del país, ha denunciado la persecución religiosa y ha pedido a Estados Unidos que condicione su ayuda económica a El Salvador a la mejora de la situación de los derechos humanos en el país.

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