Osadía y prudencia
HAY VARIOS motivos para felicitarse por la aceptación por parte de la Comisión de Peticiones del Pariamento Europeo del uso del catalán para determinadas actividades de las instituciones de la CE. Uno de ellos es el reconocimiento de un bien cultura¡ e histórico cuyo valor está fuera de discusión. Desde este punto de vista, el avance del catalán es sumamente satisfactorio para todos cuantos defienden el pluralismo cultural como una riqueza para la humanidad entera, para quienes comprenden el alcance histórico que puede tener para Cataluña y España la progresiva pérdida de conflictividad de la conciencia subjetiva de ser catalán. ¿Cómo va a ser conflictivo en el Senado español algo que las instituciones europeas encauzan tan fácilmente?La incorporación del catalán, con un estatuto de protección intermedio, a las lenguas de uso por las instituciones europeas tiene además otro aspecto positivo. Se trata de la combinación de audacia y prudencia con que ha sido planteada la cuestión. Si en 1985, cuando se firmó la adhesión de España a la CE, se hubiera formulado la reivindicación, habría sido calificada como una locura. Cinco años después, sin embargo, ahí está el acuerdo de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo.
La osadía ha sido condición necesaria para este éxito, pero, tanto como ella, lo ha sido la prudencia de sus gestores -en última instancia, las direcciones de todos los partidos catalanes y españoles-, que han evitado planteamientos maximalistas, actitudes reivindicativas o victimistas y han sabido renunciar a la explotación partidista del asunto. Mezcla de osadía y prudencia que enlaza con las mejores aportaciones de los políticos catalanes a la recuperación y afianzamiento del sistema democrático español. Una fórmula que años de estéril confrontación parecían haber relegado al olvido.
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