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Entrevista:

"Deberíamos animarnos a participar en política"

Al producirse un silencio parece estimular a Luis del Rey una cierta tentación política."Bueno, yo creo que no se puede hablar de nacionalismo arquitectónico. Lo que tal vez esté haciendo yo es defender la arquitectura española, que atraviesa por un momento magnífico", sostiene Luis del Rey. "El hecho, por ejemplo, de que la cátedra de diseño de Harvard haya estado últimamente en manos de españoles como Rafael Moneo, no creo que responda a una casualidad, sino más bien a un planteamiento anterior".

Pregunta. A la hora de elegir arquitecto no debería olvidarse que la estructura económica de KIO no es la misma que la de, por ejemplo, Isabel Pantoja, a la que se le supondría una cierta devoción nacionalista.

Respuesta. Evidentemente, KIO es una multinacional, y todos sabemos cuál es su origen financiero. Una empresa multinacional tiene, lógicamente, parámetros de actuación distintos a los de una empresa española. Pero KIO pretende hacer un edificio emblemático en Madrid y, paradójicamente, recurre a un arquitecto extranjero del que me atrevo a decir que tampoco es un primer espada.

Ha irritado a Luis del Rey que John Burgee dijera hace unos meses, cuando vino a presentar su proyecto en Madrid, que de Atocha a la plaza de Castilla él sólo salvaría arquitectónicamente el edificio de Correos. "La Castellana, sí, está destrozada por la desaparición de sus antiguos palacetes, pero tampoco se puede descalificar el Bankinter de Moneo, el de Bancounión de Corrales y Molezúri, el del BBV de Oiza... y varios otros. Por otra parte, Puerta de Europa sugiere ya una separación de espacios, de entrada y de salida, y Madrid va a continuar mucho más allá. Este proyecto, desde un punto de vista urbanístico, no me parece de recibo".

P. Los arquitectos suelen emitir juicios de valor de una coherencia aparentemente invulnerable, pero a veces obran peor de como hablan, y no suelen oírse en ese gremio autocríticas. Por ejemplo, la Torre de Valencia...

R. La Torre de Valencia es una magnífica respuesta arquitectónica a un demencial planteamiento urbanístico, que es otro tema. Al profesor Carvajal se le encargó un edificio y dio una respuesta adecuada.

El proyecto KIO

P. Y al margen de la nacionalidad del arquitecto, ¿qué es lo que no le gusta del proyecto KIO?R. Por lo poco que se ha publicado en los medios de difusión creo que tiene una perspectiva escasa de planteamiento, obedecería a una arquitectura ya superada, en un momento en el que el posmodernismo ha entrado en crisis, y cuando, más que de modas, debería hablarse en arquitectura de un renacimiento. Este proyecto de Burgee aparece como un entrevigado al exterior en un enorme edificio de cristal, y, eso sí, yo no dudo de que vayan a gastarse mucho dinero en materiales, pero no todo en esta vida se resuelve acumulando dinero para obtener un buen resultado. Con ese dinero debería darse una respuesta coherente con la arquitectura madrileña.

P. ¿Pero hay una arquitectura madrileña?

R. Hay unos referentes que siempre están ahí, el uso de las balconadas, los miradores...

P. Sus críticas responden a unos criterios, al parecer, del colegio que usted representa, pero ese colegio tiene arquitectos afincados en la Administración, en los ayuntamientos, que tal vez podrían actuar más decisivamente para disminuir las razones de esas críticas.

R. Pero sus decisiones están supeditadas a una decisión superior, política. El distanciamiento de los arquitectos y la política tal vez sea un problema de formación, ya que pertenecemos en cierto modo al mundo más humanista de las bellas artes. El último arquitecto en el Gobierno, Arrece, fue ministro hace ya 40 años, y ahora no hay ningún arquitecto diputado, sólo dos o tres senadores y un eurodiputado. Sería bueno que nos animáramos a participar en política.

Luis del Rey, aunque no lo exponga, parece íntimamente decidido a predicar con el ejemplo y a zambullirse en la política si en esta precampaña electoral algún partido conservador le tendiese la mano. Un cierto, aunque desmentido por él, nacionalismo arquitectónico, una elocuencia de gran precisión semántica y tres anos ya al frente del decanato de su colegio, es decir, en un puesto político, le perfilarían como un concejal en ciernes. Y hasta un puntillo de elegante demagogia: "La sociedad actúa por reflejos de la Administración, y si hasta los grandes proyectos del año mágico 92 se han encomendado a arquitectos extranjeros, la sociedad española va a seguir creyendo que todo lo de fuera es mejor que lo nuestro".

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