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Gorilas y guerrilleros

La guerra civil de Ruanda amenaza a los grandes monos de las 'montañas brumosas'

Fue aquí, en el parque nacional de Virunga, donde vivió Dian Fossey, donde protegió a sus gorilas montañeses y donde murió asesinada tras haber logrado atraer la atención mundial sobre la caza brutal de los animales por parte de los furtivos. Hoy no son los cazadores los que amenazan a los gorilas, sino una guerra civil a gran escala entre el Ejército gubernamental ruandés y el movimiento guerrillero del Frente Patriótico de Ruanda (RPF).

Seguimos a la columna de guerrilleros cargados con armamento diverso por un valle que discurre entre dos volcanes. Las cimas de éstos, de más de 3.000 metros de altura, se elevan majestuosamente hacia el oeste, sobre el parque nacional de Virunga, una zona fronteriza de 120 kilómetros cuadrados de volcanes cubiertos por la jungla que borra los límites entre Ruanda, Uganda y Zaire.Alrededor de medianoche cruzamos a pie la frontera entre Uganda y Ruanda junto a un grupo de guerrilleros del RPF fuertemente armados. Los centenares de soldados fronterizos ugandeses que horas antes daban el alto a todo y a todos habían desaparecido y nadie impedía el paso. Detrás de nosotros se paró un jeep cerrado, que antes de que la noche terminara volvimos a ver y reconocimos a sus dos ocupantes.

Durante la tarde, el Ejército de Ruanda ha estado bombardeando las posiciones de la guerrilla del RPF a lo largo de la frontera, e incluso varios kilómetros en el interior de Uganda, donde, al menos una mujer ha muerto y varias han resultado heridas. Estos incidentes son bastante frecuentes. Desde octubre, varios centenares de personas, en su mayoría civiles, han resultado muertos o heridos en la zona. Pero la noche pertenece a la guerrilla. Después de caminar varias horas por senderos cenagosos de la jungla y de cruzar ríachuelos y ríos de aguas heladas a más de 1.500 metros de altitud, llegamos a un campamento oculto bajo un manto de espesa vegetación.

Armas del enemigo

Nos reciben Alex Kanyarengwe, presidente del RPF, y Silas Matyambere, un guerrillero bien conocido por ser uno de los hombres más ricos de Ruanda. Nos muestran distintas armas de las que despojaron al enemigo en el curso de los combates de las últimas semanas, y nos explican que los guerrilleros no encuentran una fuerte oposición por parte del Ejército gubernamental.

Ambos hombres están vestidos con uniformes nuevos y muy limpios, e incluso sus botas están brillantes, algo extraño si se tiene en cuenta que el campamento es un agujero cenagoso en medio de la selva y no hay un solo punto seco en el área. "La guerra continúa porque el Gobierno de Ruanda y el presidente Habyarimana no respetan el alto el fuego que firmamos juntos, y por supuesto, el RPF debe defenderse", dice Kanyarengwe.

El presidente del RPF no quiere hablar del número de guerrilleros que hay en el interior del parque Virunga y en los alrededores de la frontera. Proclama que su grupo es autosuficiente en lo que respecta a armas y alimentos: "Cogernos nuestras armas al enemigo, y nuestros partidarios en el interior de Ruanda nos facilitan los alimentos". Según el dirigente guerrillero, la guerra continuará hasta que todos los refugiados de la tribu tutsi que hay en Ugancra puedan volver a Ruanda sin ser asesinados ni acosados.

Silas Matyambere asegura que son falsas las informaciones aparecidas sobre que los guerrilleros han amenazado con matar a todos los gorilas del parque nacional si el régimen de Kigali no acepta sus exigencias. "Nunca podríamos hacer esto, el mundo reaccionaría en contra nuestra. No hemos matado a ningún gorila, pero éstos, al igual que miles de tutsis y de nuestra gente se han visto obligados a salir de Ruanda debido a la guerra", dice con una sonrisa seca.

El Frente Patriótico de Ruanda se compone fundamentalmente de tutsis, un pueblo de talla elevada y origen camíta, cuya economía se basa en la ganadería. Aunque constituían menos del 12% de la población de Ruanda, los tutsis gobernaron el país como un reino bajo la administración colonial alemana y más tarde bajo la belga.

La tribu hutu, un pueblo campesino de baja estatura y origen bantú, que representa alrededor del 85% de la población del país, derrocó al reino tutsi en 1959 tras un tremendo baño de sangre, cientos de miles de tutsis huyeron a Uganda.

A principios de la década de los ochenta, el presidente ugandés, Milton Obote, inició desde el poder una política de línea dura para conseguir que los refugiados tutsis abandonaran el país y volvieran a Ruanda. Incendiaron sus casas y el Ejército ugandés confiscó su ganado. Al mismo tiempo, Yoweri Museveni, dirigente guerrillero ugandés, necesitaba voluntarios para su pequeño movimiento, el Ejército de Resistencia Nacional (NRA). Museveni, que tenía lazos farniliares con los tutsis, convenció a los refugiados para que se unieran a su grupo con la promesa de que les ayudaría una vez se hicíera con el poder en Uganda.

Muchos tutsis resultaron buenos guerrilleros, y tras la victoria de Museveni en la guerra civil de Uganda de 1986, alcanzaron puestos importantes en las Fuerzas Annadas de ese país. Cuando tras cuatro años de espera invadieron repentinamente su antigua patria en 1990, su líder era el viceministro de Defensa, general Fred Rwigyerna, y contaban con 5.000 a 10.000 desertores del Ejército ugandés. Rwigyema murió en circunstancias misteriosas el primer día de la invasión.

Tras varias victorias rápidas de la guerrilla, el Ejército de Ruanda consiguió hacerla retroceder a la zona que rodea las montañas brumosas, con la ayuda de tropas belgas y francesas.

Desde la invasión de octubre, más de 7.000 tutsis han huido de Ruanda a Uganda y se han un¡,do a los miles de refugiados que, desde 1959,viven en campamentos situados en el sur de ese país. Los horrores de guerra también han provocado la huida de los gorilas.

Refugiados

Simon Rwabunav, de 87 años, vive ahora con su familia, compuesta de 30 personas, en uno de los campamentos próximos a la frontera,con Ruanda. La familia lo ha perdido todo, y no sabe lo que ha ocurrido con los parientes que permanecieron en Ruanda. A Simon le preocupa volver a casa: sin ganado, su familia, no puede mantenerse. "Sin embargo, yo soy optimista. A pesar de mi edad creo que volveré a ver mi país de nuevo antes de rnorir", dice el anciano, y evita mirar hacia el valle donde vive desde 1959, el primer grupo de refugiados tutsis.

Otra persona que se ha visto afectada por la guerra dentro del parque nacional de Virunga es Ursula Karlouski. Ella está trabajando en un proyecto relativo a los gorilas de ese parque, proyecto financiado por la organización protectora de animales de Alemania. "Sólo he estado en mí trabajo,en Virunga una vez desde que llegué, hace tres meses. Esto ocurrió cuando el Ejército y los guerrilleros respetaban todavía el alto el fuego", nos cuenta Ursula. Desde entonces, Ursula y sus colegas se han visto obligados a trabajar con plantas y flores en la zona ugandesa del parque. "Los gorilas montañeses cruzan Uganda rápidamente, ahora están todos en Zaire. Son sólo gorilas solitarios y no grupos", añade.

Según úrsula Karlouski, hoy quedan un total de 306 gorilas en Virunga, desperdigados por Ruanda, Ugánda y Zaire. De ellos, 110 proceden de la zona del parque nacional en donde ahora hay guerra. "Pero hasta ahora no se ha matado ni herido a ningún gorila. Sabernos que varias hembras han tenido crías en las últimas semanas" .

La guerra también ha tenido graves repercusiones en la economía. Ruanda, pequeña y superpoblada, es el país con mayor densidad de población de África, y su economía depende totalmente del turismo extranjero. En Ruanda el turismo equivale a visitas a los gorilas de las montañas brumosas.

A pesar de los precios elevados -unos 170 dólares por persona y día-, en los años ochenta las visitas a los gorilas estaban reservadas con meses de antelación. Tras la invasión de octubre, la industria turística, quedó destruida, y dos hoteles de cinco estrellas de Kagera, al este de Virunga, fueron bombardeados.

Los animales salvajes del parque han muerto o han huido tras los combates mantenidos en la zona el año pasado. Los turistas que quieren ver ahora un gorila montañés en libertad deben visitar el parque Virunga desde Zalre, otro país con graves problemas políticos.

A nuestra vuelta tomamos un camino mucho más corto a través de la selva y nos cruzamos con un camión de soldados fuertemente, armados que se había quedado atascado en el barro.

Apoyo de Uganda

Estamos en Uganda, y los soldados recién llegados se niegan a hablar con nosotros y a explicarnos quienes son y adónde van. Pero en seguida deja de ser preciso contestar a preguntas. Detrás de nosotros, y por una carretera que no sabíamos que existía, llega de nuevo el jeep con los dos pasajeros secretos, esta vez desde Ruanda.

Ahora. ya no resulta difícil entender por qué los senores Alex Kanyarengwe y Silas Matyambere podían estar tan limpios y lucir botas secas en la lluviosa jungla. No es sorprendente si se hospedan en el mismo hotel que nosotros, en la localidad de Mbarara (Uganda).

Mientras la guerra entre el Ejércíto gubernamental y los guerrilleros ruandeses continúe su curso, y rnientras Uganda siga su guerra secreta de apoyo al RPF, las montañas brumosas estarán controladas por los guerrilleros y no por los gorilas.

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