Los 'antropófagos de Los Andes' recuerdan su célebre tragedia, ahora llevada al cine
A Roberto Canessa, Gustavo Zerbino y Fernando Parrodo no les molesta que les pregunten a qué sabe la carne humana. Incluso bromean con ello: "Cuando juego con mi hijita y la muerdo, ella me dice: pero papá a mi no me comas". Forman parte de los 16 superviviente de un accidente aéreo que en 1972, cuando tenían 20 años, les mantuvo aislados durante 72 días en la helada cordillera de Los Andes y del qué sobrevivieron gracias a la carne de sus amigos muertos, con la que se alimentaron. La película Vive, dirigida por Frank Marshall, recupera esta singular tragedia humana.
"La película retrata con gran exactitud aquellos días. Aunque la historia tal y como fue jamás podría rodarse, sería demasiado desagradable", dice Roberto Canessa, hoy un pediatra especializado en cardiología, que ha venido a Madrid con Parrodo y Zerbino -productor de televisión y jefe de un laboratorio médico, respectivamente- para promocionar el filme, interpretado por actores muy jóvenes y desconocidos para aumentar el caracter documental. De los sobrevivientes, que hoy viven en el mismo barrio de Montevideo y que se consideran más unidos que hermanos, sólo uno, Carlos Paéz; -el más animado durante los días de aislamiento-, tuvo serios problemas de identidad al volver a la vida normal. "Entre todos le ayudaron y ahora está bien, aunque sus problemas con las drogas fueron terribles", señala Marshall."Quiero que los espectadores entren en el avión y la montaña para que entiendan las reacciones que ellos tuvieron. Comer carne humana fue sólo un detalle", continúa el director, productor, entre otras, de la trilogía de Indiana Jones.
El 13 de octubre de 1972 el avión que sobrevolaba la cordillera andina se estrelló contra una montaña. De los 29 pasajeros, la mayoría miembros del equipo de rugby del colegio Católico de Montevideo, sólo sobrevivieron 16. "Nuestros amigos murieron y nos ofrendaron sus cuerpos para poder sobrevivir. Hemos perpetuado aquella amistad", dice Zerbino.
Babelia
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