Un ‘camello’ mató con un pico a un hombre y luego lo emparedó en Vallecas
José Becerra Ferreiro, de 35 años, y Jesús Voique, de 25, se encuentran a disposición judicial como presuntos implicados en la muerte de Agapito Arenas González, de 31 años, cuyo cadáver apareció emparedado en una casa de Vallecas el pasado 16 de febrero. El autor del crimen es José Becerra, natural de Sevilla, según la versión que ha facilitado Vioque a la policía. Según Vioque, José Becerra, drogadicto y amigo de la víctima, mató a Agapito propinándole golpes en la cabeza con un pico.Esclarecer este crimen no ha sido una tarea fácil. Cuando la policía halló el cadáver, oculto tras un muro de ladrillo, desconocía su identidad. Las primeras pesquisas se centraron, pues, en identificarle. Un tatuaje en el antebrazo izquierdo (un corazón rojo, las iniciales de los nombres de sus dos hijos y unas ramas con una rosa roja en su extremo) ayudó a la policía a conocer su identidad.
La policía supo que el pasado otoño Agapito había estado desintoxicándose de la droga en un centro de Vitoria. Allí conoció a José Becerra. Éste le acompañó a Madrid y decidió vivir con él en la casa que la víctima tenía en Vallecas, en concreto en la calle de Argente. En ella residía también una tercera persona, Jesús Vioque. Hasta mediados de marzo pasado no se supo nada sobre el paradero de Becerra, que tenía numerosos antecedentes penales. Éste se presentó ante la Guardia Civil de Sevilla, su Ciudad natal, al saber que estaba reclamado por un juzgado de Ibiza. Trasladado a esa ciudad, fue encarcelado por otra causa distinta. Aún sigue recluido.
La policía había llegado ya hasta uno de los inquilinos, pero faltaba el otro, del que sólo se sabía su nombre: Jesús. Tras revisar decenas de fichas de personas con este nombre, la pesquisas se centraron en Jesús Vioque. De él sólo se sabía que dormía en coches abandonados de una galería comercial ubicada en la calle de la Imagen, precisamente donde ayer fue detenido.
Vioque ha reconocido que vivió en la misma casa que Becerra y Agapito y que una mañana escuchó a este último gritar. "Acudí al cuarto de donde salían los gritos y vi cómo Pepe [José Becerra] le golpeaba con un pico en la cabeza. Traté de evitarlo, pero Pepe me lo impidió", ha dicho.
Dos días después, ambos decidieron emparedar el cadáver en un cuarto que existe al fondo de la vivienda: utilizaron ladrillos y un saco de escayola; allí permaneció tres meses. Semanas después dejaron la casa ante las quejas de los vecinos por el fuerte olor que salía de la vivienda; las moscas ya merodeaban por allí.
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