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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Plan valiente

EL GOBIERNO explicó esta medianoche a la opinión pública su propuesta sobre el pacto de rentas. Es un planteamiento absolutamente novedoso. En efecto, habría que remontarse al plan de estabilización de 1959 para hallar una propuesta tan radical en cuanto a la contención de rentas. Con la diferencia -en cuanto al modo- de que en esta ocasión, el Gobierno, por su condición democrática, no puede recurrir al decreto para imponer sus planes. Tanto por su contenido como por la voluntad de someterlo al acuerdo de las partes, no se puede sino saludar la valentía del Ejecutivo en laredacción de sus propuestas: su impronta, rotunda y la rapidez de la respuesta están en sintonía con el carácter recesivo de la coyuntura económica y con el dramatismo del primer problema nacional, el desempleo.

Los contenidos de la propuesta suponen realmente un severo. cambio de rumbo respecto de las prácticas registradas en los últimos años: Ia congelación salarial (es decir, el aumento cero de todos los salarios, incluso en las empresas rentables y afectando a todos los segmentos, también a los directivos) para el primer año; el planteamiento abierto de una pérdida general de poder adquisitivo (en tomo a los seis puntos) a lo largo de un período trianual; las contrapartidas empresariales propuestas (congelación de dividendos y compromiso de mantenimiento de plantillas) constituyen tres medidas de un alcance en absoluto negligible. Además, la graduación de este paquete de medidas a lo largo de tres años constituye cabal punto de referencia para su credibilidad, al mismo tiempo que indicativo fehaciente del exceso de optimismo en el diagnóstico económico que se barajó por parte del partido en el Gobierno durante la reciente campaña electoral.

De modo que hay que aplaudir la valentía y rapidez del planteamiento oficial en este caso, más aún cuando contrasta con la timidez, parsimonia y exceso de discreción con que se abordaron estas -cuestiones -así como las relativas a la crisis monetaria europea- por el Gobierno tras el último Consejo de Ministros.

Cabrá seguramente objetar o discutir los instrumentos mediante los cuales se pretende llevar a término estos objetivos: un planteamiento original de política activa de empleo, por ejemplo, podría ser la constitución de fondos bilaterales (empresarial-sindicales), incluso sectoriales, a estos efectos, en la línea de lo previsto en un reciente convenio de la construcción, que contemplaba dedicar cantidades equivalentes de excedentes -o sacrificios- de emprésarios y trabajadores a la formación profesional. Cabrá también perfilar el sistema de cumplimiento de las contrapartidas empresariales, siempre de más difícil evaluación que el más automático control salarial. Cabría también idear que los sistemas de contrapartidas al sacrificio laboral entrasen en el ámbito de determinadas rentas financieras: ¿acaso la simple posibilidad de ahuyentar el ahorro nacional hacia otros remansos o paraísos constituye argumento suficiente para, al menos, no discutir la implantación de algún tipo de gravamen finalista sobre activos financieros que hoy gozan de una fiscalidad prácticamente igual a cero?

Cabe, pues, plantear y debatir bastantes elementos de la política de rentas propuesta. Pero de lo que no cabe duda alguna es de que, si esta sociedad pretende crear empleo en cantidades masivas, debe apretarse fuertemente el. cinturón en todos los niveles. Un ajuste de este rigor es uno de los requisitos para bajar los tipos de interés, condición ineludible para reactivar la economía y crear empleo.

Por criterios de equidad, proporcialidad y eficacia, la ciudadanía está en su derecho de exigir que el Gobierno aplique a otros ámbitos no menos decisivos el mismo grado de contundencia que ha utilizado para el esquema de su propuesta de pacto de rentas. Particularmente a dos: la política presupuestaria y las reformas estructurales de la economía. En su reunión de mañana, el Gobierno prevé avanzar en el desarrollo del proyecto presupuestario, con el objetivo principal de contener el gasto y reducir el déficit público. Ayer avanzó ya algunos de los criterios más selectivos que pretende imponer en el control de determinados excesos generados en tomo al seguro de desempleo, para conservar su carácter de instrumento de protección social y eliminar sus aspectos menos incentivadores de la ocupación. Del mismo modo debe esperarse que las simplificaciones admisnistrativas sean igualmente profundas. Y que la nueva mentalidad sea también asumida por las restantes administraciones, autónomas y locales, de las que dependen en tomo a dos puntos de los casi siete en que este año se situará previsiblemente el déficit público.

Finalmente, las medidas de reforma estructural contenidas en el programa de convergencia, que afectan (además de al mercado laboral) a los servicios protegidos de la competencia exterior y por tanto más generadores de inflación, deben ser abordadas con igual radicalidad y urgencia. Asuntos como, los honorarios de abogados, médicos y arquitectos, las pólizas de las compañías de seguros, los contratos crediticios de la banca, parecen secundarios a algunos sectores de opinión. No lo son, como' bien demuestran las resistencias de estos sectores a una mayor transparencia y libertad, y el interés de los consumidores y usuarios en lograrlas. Se trata de círculos poderosos e influyentes. Pues bien, el consenso de los asalariados y de los empresarios industriales sobre los sacrificios de sus rentas será también más fácil si el cinturón que parecen en principio dispuestos a ceñirse lo comparten también todos esos otros sectores.

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