Los mafiosos Riina y Buscetta discuten de moralidad
Careo entre el 'capo' de los corleoneses y el 'arrepentido' que le acusa de ordenar asesinatos de Cosa Nostra
'Mi abuelo se quedó viudo con cinco hijos a los 40 años y no volvió a tomar mujer. Mi madre, a los 36. En nuestro pueblo vivíamos con corrección moral", dijo ayer el gran jefe de los corleoneses, Salvatore Totó Riina, para explicar por qué se negaba a hablar en el careo con Tommaso, Buscettal el célebre arrepentido llegado desde EEUU hasta Roma para confir mar ante el juez que Riina ha sido, y probablemente es todavía, el número uno de la Mafia. "Ha ordenado todos los asesinatos realizados en estos años por Cosa Nostra", sostuvo Buscetta, ante el silencio de Riina. El encuentro entre estas dos grandes figuras de la Mafia no respondió al clima de expectación que se respiraba en la llamada aula bunker de la cárcel de Rebibbia, en Roma.
Decenas de cámaras de televisión, de fotógrafos y redactores de prensa se apiñaron en la tribuna situada al fondo de ese recinto verde y blanco de planta rectangular y unos 70 metros de eje que recuerda a los frontones cubiertos. Los laterales consisten en jaulas con capacidad suficiente para alojar a un centenar de mafiosos y el público fuma sin control, desde el principio hasta el final de la vista."No insista. Usted no puede pedirme que hable, porque tengo derecho a callar", gritó con malos modos al tribunal Totó Riina, aunque enseguida se apresuró a esbozar una risita nerviosa. "Es un mujeriego", había denunciado el capo la víspera en Palermo, cuando anunció que no quería verse la cara con un sujeto de tan "baja catadura" como dice que es Buscetta.
"y usted ¿cómo lo sabe?", le preguntó ayer el presidente, Guido Lo Forte, subrayando que ese juicio sobre la "inmoralidad" del arrepentido contradecía la afirmación del propio Riina de que no ha conocido jamás a Buscetta. "Porque lo he leído en los periódicos", respondió, rápido, Totó U Curtu, el canijo que peor fama ha dado a la Mafia.
La prensa ha informado, en efecto, sobradamente de los amoríos de Buscetta, que, a sus 63 años y con un lifting a sus espaldas, suma tres esposas e incontables aventuras entre las que se ha hablado de la célebre Abbe Lane. Siete hijos fueron el fruto de esas relaciones, pero dos de ellos y un yerno cayeron asesinados por la Mafia a instancias de Riina, según Tommasso Buscetta."¿Desde qué púlpito?"
"¿Desde qué púlpito habla este señor? ¿Cómo tiene el valor de hablarme a mí de moralidad por cuestiones de mujeres, siendo él el artífice del fin de los míos, el responsable de la muerte de tantas personas?", pregunta a la sala Buscetta.
El arrepentido habla pausadamente, recreándose como buen siciliano en la música de las palabras, que arrastra en las consonantes mientras proyecta las vocales con esa voz gutural característicamente palermitana. Pero es claro que quiere herir, hacer que su contrincante pierda las casillas y rompa el silencio que arruina la mañana.
"Tú, mujeriego no has sido", le dice a la cara, "porque estabas demasiado ocupado en llegar a ser la estrella de Cosa Notra". Riina mira al frente y no se inmuta. "Se comporta como un corleonés, o sea, como un ignorante", prosigue Buscetta, quien añade: "Yo desprecio a los corleoneses, pero no a los habitantes de Corleone. Sólo a Riina y sus acólitos". El arrepentido reitera una serie de acusaciones ya conocidas. El único motivo del careo era precisamente confrontarlas. Pero el presidente del tribunal, Giocchino Aniello, constata el silencio del capo y desiste al cabo de una hora. Pide al secretario que tome acta de lo ocurrido, según su propio dictado que, en cinco o seis líneas, viene a decir que Riina apela al honor de su abuelo para no hablar con Buscetta.
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