"Papa, he quedado el 38º"

Javier Ubeira es el más polivalente de los esquiadores españoles que hacen lo que pueden por las pistas noruegas. Participó ya en el descenso de la combinada y quedó el 45º, el mejor de los tres que bajaron, pues Ovidio García acabó el 54º y último, y Vicente Tomás, el 49º. Ayer, en el supergigante, Ubeira fue el 38º, superado por Luis Cristóbal, 36º, e inmediatamente delante de Tomás, 39º. Por detrás sólo quedaron tres andorranos, un finlandés, un croata, un polaco, un húngaro, un chileno y un argentino."Papá, he quedado el 38º de 48", le tuvo que decir Javier a su padre, director de la estación del Valle de Arán y su crítico más duro. Aunque él diga que no, las exigencias paternas de resultados le presionan demasiado y le hacen cometer errores. Su progenitor le pide éxitos que no llegan, como haría ya en este momento del deporte español cualquier mínimo aficionado. Y el hijo tiene que justificarse por teléfono. No puede sacar más rendimiento, aunque se dedica plenamente al esquí 300 días al año, con un trabajo muy duro desde las seis y media de la mañana hasta las diez de la noche. Su condición física es buena, pero le fallan las coordinaciones básicas, una mejor técnica, el casi eterno problema del esquí español.

Los esquiadores han venido a Lillehammer con el criterio técnico de participar en algunas pruebas de velocidad para conseguir puntos FIS, lo que les permitiría mejorar en el circuito de Copa del Mundo. En unos Juegos Olímpicos son más fáciles de lograr, pero ¿merece la pena el precio? Hay veces que el fin no justifica los medios y es necesario guardar el decoro porque el ridículo práctico es difícil convertirlo en teórico. Aunque las decisiones técnicamente incluso puedan ser aceptables, el deporte de élite es público y los trapos sucios conviene siempre lavarlos en casa, por mucho que cueste, sin que se note tanto. Desde luego, no en unos Juegos Olímpicos.

En fondo, donde en la comparación sigue siendo aceptable la actuación española por puestos y tradición, ayer se bajó el listón en los 10 kilómetros, su peor prueba. Carlos Vicente fue el 44º, justamente el ecuador de los 88 participantes; Juan Jesús Gutiérrez, el 47º, y Jordi Ribó, el 57º.

Samaranch regresó ya a Lillehammer de su visita a Sarajevo, y así puede seguir también confirmando de cerca su teoría de que para hacer estos resultados mejor no hubieran venido.