La desesperación de Pluto
Eurodisney, primera aventura europea del conocido parque de racciones estadounidense, no sale del agujero
"Euro Disney ya no vale nada". Así resumían dos profesionales de la bolsa las desventuras del título en el índice bursátil francés, el CAC 40. En 1989 el precio de la acción del futuro parque era de 35 francos y en el momento en que se abrieron las instalaciones alcanzó los 169 pero desde entonces no ha dejado de desvalorizarse, hasta el punto que el pasado 30 de agosto podía comprarse una acción por 7,75 francos y hubo que suspender la cotización del título porque en un sólo día había perdido casi el 20% de su valor. ¿Cuales son las razones de la catástrofe?.Oficialmente, el culpable de todo es Nigel Reed, analista financiero de Paribas Capital Markets. Según él, el precio de la acción habría que situarlo alrededor de 1,60 francos ya que la baja de la frecuentación hace imposible pensar en la recuperación de EuroDisney. Para Philippe Bourguignon, PDG (presidente director general) desde mediado 1993, todo esto es incomprensible porque "el pasado 12 de julio ya anunciamos que la frecuentación en EuroDisney había retrocedido en un 6% en lo que se refiere al período comprendido entre el 1 de octubre de 1993 y el 31 de marzo de 1994, que íbamos a cerrar el ejercicio aumentando el déficit y que no confiábamos en obtener beneficios hasta l996". Según él no hay pues novedad negativa alguna que justifique que la acción deje de valer los modestos 10 francos que le costaron el 1 de junio a Walid ben-Talal ben-Abdulaziz al-Saudi, ahora propietario del 24% de los títulos.
La realidad es que EuroDisney está en el centro de cualquier maniobra especulativa. Basta con que inversores profesionales pongan a la venta unos miles de acciones para que su precio se hunda y cunda el pánico entre los pequeños propietarios. Al día siguiente o pocas horas después los inversores pueden volver a comprar sus. acciones habiendo realizado un 20% de beneficio.
El problema no está exclusivamente en que EuroDisney tenga menos éxito del previsto, sino en que la concepción global del montaje financiero corresponde a otro momento. En 1993 acudieron a Marne La Vallée casi 10 millones de personas, cifra que convierte el parque en el primer destino turístico de Francia, pero esos visitantes gastaron la mitad de lo previsto en comida y compra de objetos, y además consumieron menos noches de hotel de las esperadas. La consecuencia indirecta pero inmediata de eso es que a nadie le interesa construir en los terrenos colindantes de EuroDisney, propiedad del grupo, que había planeado afrontar los enormes gastos financieros del proyecto gracias a la especulación inmobiliaria. EuroDisney tenía que estar rodeado de oficinas, apartamentos, supermercados y casas adosadas. Hoy, dos años después de la puesta en servicio del parque, un campo de golf y grandes extensiones cultivadas comparten la vecindad.
La crisis del sector inmobiliario se ha sumado a la del turismo internacional. Los parques Disney de Estados Unidos también han notado que sus atracciones ya no bastaban para canalizar un flujo siempre creciente de alemanes, franceses, británicos, holandesos o españoles. Los parques han pasado a ser el talón de aquiles del grupo que, en cambio, ha visto como las películas, que 1984 habían dejado un modesto beneficio de 2,2 millones de dólares, aportaban en 1993 otro de 622 millones. Jeffrey Katzenberg, ahora captado por la sociedad japonesa Sony, es el ejecutivo que firmaba el milagro.
A EuroDisney no le queda ni el consuelo de pensar que sus males son comunes a todos los parques de atracciones aunque la recesión afecta a la mayoría. El parque Asterix, que entró en funcionamiento en 1989, ya el año pasado acabó su ejercicio comunicando resultados favorables y la pronta liquidación de la deuda generada por la inversión inicial. En octubre de 1994, cuando el recinto del "irreductible galo" cierre sus puertas durante seis meses para protegerse de la nieve y el viento helado, sus directivos saben que podrán hablar por vez primera de beneficios netos y de un aumento de la frecuentación que estará entre el 20 y el 30%. Asterix logra ganar dinero a partir de la modestia, acogiendo a poco más de 1.250.000 visitantes pero sin enormes gastos financieros.
Otro recinto francés dedicado al ocio organizado y que sin duda es como una provocación para EuroDisney es Futuroscope. Emplazado en Poitiers desde 1987, ha seguido una progresión modesta pero constante que le permitió alcanzar el millón de visitantes en 1991, que se habrán triplicado en 1994. Futuroscope es un parque de tecnologías del futuro o, al menos eso es lo que pretende su arquitectura inspirada en Flash Gordon. Lo cierto es que casi todo lo que ofrece son distintos tipos de proyección, doce tipos de cine distinto, en gran pantalla, en relieve, con butacas móviles y efectos de viento proyectados contra el espectador. Futuroscope no es tampoco un proyecto inmobiliario sino una idea que ha ido creciendo con su éxito y que tiene la ventaja de unos costes de mantenimiento reducidos -en comparación con los de Disney, claro está- y una dependencia muy inferior de la climatología, ya que todo ocurre en locales cerrados, climatizados y a oscuras.
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