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El gran juicio de los dos arrepentidos

La sentencia que se leerá el próximo martes pone fin al macroproceso a las redes del narcotráfico gallego. El caso se inició con la espectacular redada ordenada por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón el 12 de junio de 1990 y en él han sido piezas fundamentales los arrepentidos Ricardo Portabales y Manuel Fernández Padín.El testimonio de ambos fue la piedra angular de la vista celebrada durante varios meses en un pabellón especial de la Casa de Campo, de Madrid. Ahora, una vez que se de por cerrado el caso, ambos deberán hacer frente a un incierto futuro.

Ricardo Portabales tuvo que enfrentarse a los 40 experimentados abogados penalistas de la defensa. Se enfrenta también a la autosuficiencia y al exceso de locuacidad que le son característicos y a un innato sentido de la teatralidad del que ofreció como ejemplo el gesto acusatorio -giro en redondo, brazo extendido e índice acusador- con que en una de las sesiones del juicio quiso responsabilizar al capo Laureano Oubiña de las palizas que recibió durante su estancia en la cárcel.

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Tres "sumarios"

El proceso de la operación Nécora, según enfatizaron los defensores de los procesados, constaba en realidad de tres sumarios distintos. El primero, que coincide con los hechos del apartado A) de la calificación del fiscal Javier Zaragoza, consta de 24 hechos delictivos distintos. Este sumario A está exclusivamente cimentado en las declaraciones de Portabales y se ciñe a un juicio de credibilidad a su testimonio, ya que a los presuntos capos gallegos no se les cogió encima ni un gramo de cocaína.

Los hechos del sumario B se contraen a las declaraciones de- otro de los arrepentidos, Manuel Fernández Padín, pero con la importante diferencia de que aquí hay dos capturas por un total de 3.800 kilos de hachís que se imputan fundamentalmente al clan de los Charlines.

En el sumario C aparece el tráfico de cocaína a gran escala, con la implicación del poderoso cartel de Bogotá y la aprehensión de 2.187 kilos de cocaína colombiana distribuidos en cuatro alijos. Los principales inculpados en estos hechos son Álfredo Cordero, Antonio Cebollero y el colombiano Alberto Vargas Vera.

Entre los ocupantes del banquillo de los acusados, dos personajes no concordaban con el resto: el miembro de la jet Carlos Goyanes y el empresario Celso Barreiros, contra los que el arrepentido Portabales lanzó su dedo acusador. Sin embargo, todos los indicios permiten suponer que ninguno de los dos será condenado.

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