La fragiliciad de las campeonas
Nada es perfecto y el Masters femenino ha vuelto a demostrarlo. Ninguna de las siete primeras jugadoras mundiales estuvo en la final. Y eso puso al descubierto la fragilidad de las campeonas. Puede que en el caso de Arantxa Sánchez e incluso en el de Steffli Graf eso fuera un accidente. Pero es evidente que la crisis que vive el circuito femenino se debe a que la mayor parte de sus estrellas no soportan la presión. Van Harpen es definitivo: "Nunca lograré saberlo. Hace más de diez anos que me muevo en la élite del tenis y no tengo ni idea de lo que tienen las mujeres en la cabeza".Para Van Harpen hay muy pocas jugadoras capaces de aguantar bien la presión. Arantaxa y Steffi son los dos modelos. La mayoría de las demás viven el tenis y sus partidos como un calvario. "No es normal", dice, "que una tenista juegue su mejor tenis cuando va perdiendo 5-2 en una manga y que juegue su peor tenis cuando va ganando. Pero eso es. lo que ocurre muchas veces".
El problema para el técnico holandés que entrena a Conchita Martínez es que existen demasiados miedos y excesivo sufrimiento en el circuito. "El tenis femenino siempre va a ser así. Casi todas las jugadoras sufren mucho en la pista. Sólo Arantxa y tal "vez Pierce, ahora, se divierten jugando. Y esa tensión produce abandonos prematuros".
"La derrota de Arantxa en el Masters fue simplemente un accidente" cuenta Van Harpen. "Y no creo que Graf tenga ningún problema psicológico. Empezó la temporada demasiado pronto y le surgieron lesiones que no le permiten desarrollar su mejor juego. Cuando pueda hacerlo volverá a su nivel habitual. Es una perfeccionista y se entrenará a fondo".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.