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EE UU advierte al Gobierno de Castro que no tolerará la perdida de más vidas humanas

Antonio Caño

El presidente norteamericano, Bill Clinton, ante el riesgo de una escalada de la crisis con Cuba, ordenó ayer al secretario de Transportes que impida violar el espacio aéreo o marítimo de la isla a todo avión o barco norteamericano. Su portavoz, Michael McCurry, señaló que quienes no hagan caso se enfrentarán a las "penas máximas". Añadió que se ha enviado a La Habana una "firme advertencia" para que no interfiera mañana con la ceremonia, prevista en la zona de la discordia, en homenaje a las cuatro víctimas del ataque cubano, el sábado, a dos avionetas del grupo anticastrista Hermanos al Rescate. "EE UU no tolerará un comportamiento inaceptable del Gobierno cubano" ni Ia pérdida, de vidas humanas", dijo.

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Los grupos más duros del exilio cubano celebraban ayer el acuerdo entre la Casa Blanca y el Congreso sobre una ley de la que esperan que sirva para poner fin a las inversiones extranjeras en Cuba y acabar con el régimen de Fidel Castro. "Cualquier extranjero que negocie con propiedades expropiadas por Castro no podrá entrar en Estados Unidos", aseguró el presidente de la Fundación Cubano Americana, Jorge Mas. "Esta ley es la garantía de que Castro no recibirá nunca más divisas de otros países", dijo el congresista de Florida Lincoln Diaz-Balart. "Tengo un mensaje para el señor Castro: Adiós Fidel", añadió el senador republicano y principal patrocinador de esta hasta hace poco controvertida ley, Jesse Helms.Su otro copatrocinador, Dan Burton, anunció ayer una investigación para comprobar si es cierto que aviones F-15 estado unidenses de la base de Homestead, próxima a Miami, estuvieron el sábado a punto de despegar para hacer frente a los Mig cubanos y no lo hicieron porque éstos no llegaron a constituir una amenaza para EE UU.La versión dura de la ley

Clinton, que se había opuesto a la ley Helms-Burton desde el comienzo, la aceptó finalmente el miércoles como reacción al derribo de dos aviones civiles norteamericanos por cazas de la Fuerza Aérea cubana. Las sanciones que Clinton había impuesto contra Cuba el lunes habían sido consideradas débiles por la comunidad cubana y por la mayoría del Congreso. "El presidente está dispuesto a firmar la ley Libertad -como se denomina- en cuanto se la pongan sobre la mesa" anunció McCurry.Clinton había intentado eliminar los apartados que podían provocar fricciones con sus aliados que actualmente invierten en Cuba, entre ellos España. Pero aceptó finalmente la versión más dura de la legislación, que sólo incluye la previsión de que el presidente: pueda suspender por periodos de seis meses el apartado que afecta a las inversiones de terceros países.

Entre los aspectos más sustanciales de la ley, cuya aprobación está ya sujeta únicamente al calendario del Congreso, figura que los ciudadanos cubano-norteamericanos podrán denunciar ante tribunales de Estados Unidos a individuos de, otros países que negocien con propiedades expropiadas por el Gobierno cubano después de la revolución.

El embargo económico que rige desde hace más de 30 años se convierte en ley, con lo que el presidente ya no podrá levantarlo o suavizarlo -como ha hecho Clinton en los últimos meses- sin autorización del Congreso.

Se negarán visados de entrada en EE UU a los ciudadanos de otros países que comercien con propiedades expropiadas, que son la mayoría de los negocios que actualmente se hacen en Cuba. Se reducirá casi a cero el comercio de productos elaborados por terceros países con azúcar cubano, y se advertirá a Rusia y a las otras repúblicas de la antigua URSS que la ayuda que les da EE UU se verá reducida en una cantidad idéntica a la que ellos negocien con Cuba.

"Esta ley hará muy improbables las inversiones extranjeras en Cuba, porque los inversores van a tener que elegir entre negociar con EE UU o. con los 300 dólares de renta per cápita de Cuba", dijo el representante demócrata Robert Torricelli.

Entre las pocas voces contra la ley se escuchó la del congresista demócrata Lee Hamilton, que advirtió del riesgo de una oleada de inmigrantes ilegales de Cuba, y la de los minoritarios grupos moderados del exilio.

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