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Regreso a los escenarios del horror en Bosnia

Musulmanes y croatas supervivientes de 'Iimpieza étnica' fueron sometidos a trabajos forzosos por los serbios hasta hace poco

El camino a Prijedor tiene un aire bucólico de finales de invierno. A los lados de la carretera que conduce desde Banja Luka a esta ciudad del noroeste de Bosnia sólo se ven sembrados. Una desviación a la izquierda, Omarska, es el primer signo de alerta. El paisaje cambia bruscamente a la altura de Kozarac, donde centenares de casas de musulmanes destruidas a conciencia comienzan a desfilar ante los ojos. Omarska, sede de un notorio campo de exterminio, y Kozarac son señas de identidad de una región escenario del más radical de los experimentos de depuración étnica a cargo de los serbobosnios de Radovan Karadzic. Ljubija, un gran yacimiento de hierro junto a Prijedor, puede añadir pronto. su nombre al diccionario de la infamia si la primavera permite comprobar que es la sepultura de miles de musulmanes asesinados a lo largo de casi cuatro años de guerra.La paz firmada en Dayton y el despliegue de la OTAN ha terminado con la fase sangrienta del pogrom (asalto) serbio contra sus enemigos. Pero otras formas de subyugación permanecen. "Hasta el mes pasado he estado haciendo trabajos forzosos para el Ejército serbobosnio". "En octubre nos sacaron de nuestra casa a mi familia y a mí y nos metieron en autobuses, con otros muchos musulmanes. Pararon en algún lugar desconocido y separaron a los hombres. Me llevaron a más de cien kilómetros al este, hacia Doboj, y desde entonces he estado cavando trincheras". Megludin, que tiene 45 años y aparenta muchos más, exhibe un papel firmado a finales de febrero por el comandante local que le libera de la esclavitud y le autoriza a volver a Prijedor. Pero su casa ha sido ocupada por un refugiado serbio que le ha amenazado de muerte si vuelve por allí. Mientras espera reunirse con su familia, no sabe cuándo ni dónde, comparte con otra docena de musulmanes en su situación el apartamento de un serbio de Prijedor que sólo se considera yugoslavo.

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Libertad de movimientos Cientos de musulmanes y croatas han sido forzados a trabajar para los serbios manu militari, algunos hasta la semana pasada. En las instalaciones de Cáritas junto a la catedral católica de Banja Luka un muchacho de 18 años exhibe unas manos hipertrofiadas tras meses de cortar, junto con su hermano de 16 y otros de su edad, hasta 40 metros cúbicos diarios de madera para el ejército del general Ratko MIadic. Con la libertad re cién estrenada, busca, como casi todos, reunirse con su familia en algún lugar seguro. Pero la libertad de movimientos garantizada en Dayton es por el momento papel mojado.

"No creo que la gente pueda volver antes de las elecciones [previstas para el otoño] a sus casas", opina Predraj Radic, alcalde de Banja Luka y miembro del partido de Karadzic. "¿Cómo van a volver los musulmanes y croatas a esta ciudad si no tenemos sitio para nuestra gente? Hay ahora mismo hasta 80.000 refugiados serbios en Banja Luka". Radic dice estar contra la depuración étnica, pero asegura que no la iniciaron los serbios. "No necesitamos a la comunidad internacional para juzgar a Karadzic y MIadic. Si tenemos pruebas de que han cometido delitos, el pueblo serbio les juzgará". "Pero también habrá que juzgar a Delic [general bosnio-musulmán] o al presidente Milosevic", advierte. "No hay inocentes en esta guerra".

La mayoría de los pocos musulmanes que viven todavía en Prijedor, unos 60 kilómetros al oeste de Banja Luka, quieren irse a la vecina Sanski Most, ahora en poder del Gobierno de Sarajevo. Nada se lo impide, salvo la. policía serbia, que sin alegar causa. alguna les devuelve a Prijedor cada vez que lo intentan. "He pensado en hacerlo (le noche, con mi hijo", dice Mirza, de 41 años, un amigo de Megludin, "pero me dan miedo las minas". El camino contrario -de Sanski Most a Prijedor- está abierto para los serbios.

La vida para muchos serbios de Prijedor es también una pesadilla, pero (le otro tipo. "Ustedes los periodistas sólo cuentan las miserias del lado musulmán o croata, nunca las nuestras", acusa una. profesora de idiomas en el instituto local. "Gano 20 marcos al mes en bonos [unas 1.700 pesetas] y no tengo electricidad más que un día de cada dos, en el mejor de los casos". "Como la carne como los gatos, trocito a trocito, porque un kilo cuesta siete marcos. Un kilo de azúcar y un litro de aceite se llevan la cuarta parte de mi sueldo".

"Nadie paga la electricidad, ni el agua, ni la recogida de basuras cuando vienen a cobrar; no tenemos dinero. El teléfono sí, porque nos lo cortan", abunda Zorica, ingeniera de sistemas eléctricos, también profesora y con el mismo sueldo mensual. La idea del mundo de esta todavía joven y cualificada técnica se ha anclado en las películas heroicas de la televisión serbobosnia. Tiene miedo de las tropas de la OTAN y de los "fundamentalistas musulmanes de Alia Izetbegovic". Cree que en Sarajevo todas las mujeres llevan velo. Pero el sentido común le lleva a discrepar por una vez de su amiga Dubravka cuando ésta asegura solenmemente que "el Tribunal de La Haya es una conspiración contra la Iglesia ortodoxa".

Prijedor tenía antes de la guerra 40.000 o 50.000 habitantes, la mitad de ellos musulmanes. Ahora soporta una población refugiada de casi otros tantos, llegados de zonas vecinas que controlaban los serbios y que han cambiado de manos tras los acuerdos de paz. En esta ciudad de aire inofensivo, que fue importante y ahora languidece, quedan unos 1.500 musulmanes formando parte de matrimonios mixtos. En la primavera de 1992, al menos 400 de ellos fueron ejecutados por los serbios en un campo de concentración instalado en una fábrica de las afueras.

Todo está vivo y reciente. Los refugiados, los expulsados, su destino final, cobran cada, día más peso en la Bosnia de posguerra. Sin el asentamiento satisfactorio de la mayoría es impensable que el país perfilado contra reloj en Dayton eche a andar. Pero conseguirlo no sólo es dinamita política para los tres bandos tribales y los poderes occidentales encargados de hacer cumplir los acuerdos. Se necesitan también ríos de dinero, unos cinco mil millones de dólares (625.000-millones de pesetas) en cuatro anos, según los expertos.

"El vicepresidente para Europa del Banco Mundial me dijo, la semana pasada en esa misma silla, que no habrá un dólar para reconstruir infraestructuras paralelas, sólo para proyectos conjuntos", afirma el alcalde de Banja Luka. El economista Radic se sobrepone por un momento al político Radic, que debe obediencia a Pale, y asegura que "sólo las instalaciones conjuntas pueden ser el embrión de la reintegración económica de los dos territorios de Bosnia; sin ella, nadie sobrevivirá".

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