La unidad de los socialistas valencianos cumple 20 años
El 25 de junio de 1978 los diferentes partidos socialistas valencianos se fusionaron bajo las siglas PSPV (PSOE). Fue en un acto lleno de emoción, pero austero, en las escuelas profesionales de los Jesuitas en Campanar (Valencia). Se fusionaban la tradición y la memoria histórica que representaba el PSOE, recuperada espectacularmente a través del voto en las primeras elecciones democráticas del año anterior; las exigencias intelectuales de los seguidores de Tierno Galván del PSP; y la teoría y la práctica de un socialismo valencianista que aportaba el PSPV. Meses antes ya se había integrado en el PSOE la USPV que dirigía Vicent Garcés. La pluralidad partidaria del socialismo valenciano tenía su origen en la profunda huella que los largos años del franquismo habían dejado en nuestro mapa político y social. Casi cuatro décadas de falta de libertades políticas, la existencia de una profunda transformación económica y social, sobre todo a partir de los sesenta, y la modernización cultural y política del valencianismo, debida en gran parte a Joan Fuster, obligaron a repensar el socialismo histórico que se heredaba de los tiempos republicanos y del exilio. La clandestinidad había dificultado, además, encontrar un lugar común, de manera que cada interpretación de la renovación socialista tenía derecho a ser considerada válida mientras no se contrastase con la calle, con los ciudadanos. Las elecciones del 15 de junio de 1977 pusieron las cosas en su sitio y obligaron a todas las partes a reflexionar a partir del veredicto de las urnas. Durante un año se vivió un ritmo frenético de reflexión interna y de contactos interpartidarios que dieron, finalmente, paso a la unidad. Una unidad que tuvo bastante de particular dentro de la ola general de reencuentro de los socialistas en toda España. Se hizo, por ejemplo, tras las elecciones y no antes como en otros sitios. Sin lugar a dudas, en gran parte debido a los desencuentros y malentendidos que sobre la cuestión nacional valenciana se daban en el seno de nuestra sociedad al inicio de la transición democrática. A diferencia de Cataluña donde había unas bases mínimas de entendimiento, aquí todo estaba por desbrozar. Además, con urgencias políticas para aquellos que creían que el franquismo había puesto la identidad nacional de los valencianos al borde del precipicio. La historia del socialismo valenciano a partir de entonces ha sido trepidante y generadora de los hitos más importantes de nuestra historia contemporánea. Crear y consolidar el autogobierno valenciano, junto a una tarea paralela para con el Estado del Bienestar en toda España, no podrá despacharse en los libros de historia en tono menor. Muchas de las insuficiencias que, a pesar de todo, se le pueden atribuir a la acción política de los socialistas forman más bien parte de las insuficiencias del conjunto de la sociedad valenciana. Aunque quizá esto último no fuera el mejor blasón, frente a tantos rasgos positivos, para un partido progresista que tiene la obligación de ir siempre un poco más adelante que el conjunto de la sociedad. El próximo futuro encierra, pues, un importante reto para los socialistas valencianos: volcarse más aún hacia la sociedad para concitar una adhesión de toda ella hacia los principios de la igualdad, la tolerancia, la libertad, la solidaridad y la valencianidad que los socialistas tienen la obligación histórica de liderar, porque así, reiteradamente, se lo demanda el pueblo valenciano en las urnas. Ir por delante, en definitiva, en la tarea de construir una sociedad cuya prosperidad material y orgullo identitario puedan alcanzar a la mayoría de valencianas y valencianos, desde el Sénia al Segura.
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