Kraus afirma que es "un disparate" cantar ópera "contra una muralla de músicos" El tenor dona hoy dos "reliquias" de Gayarre a su Casa Museo
"Es un verdadero disparate que los cantantes tengan que luchar contra la inmensa barrera de sonido que constituyen los ochenta músicos de una orquesta, algunas de las cuales, desgraciadamente, más que tocar, meten ruido". Con rotundidad y una clara crítica hacia la disposición escénica en la que se tienen que desenvolver los cantantes de ópera, el tenor canario Alfredo Kraus inició ayer una estancia de tres días en Navarra durante la cual donará a la Casa Museo de Julián Gayarre, en Roncal, una espada y un bastón del tenor navarro.
Kraus rodó en 1958 la película Gayarre, dirigida por Domingo Viladomat, en la que dio vida al tenor navarro. Cuarenta años después, ha cumplido por fin su deseo, un "tributo sentimental", según señaló ayer, pospuesto durante estas cuatro décadas: el de visitar los lugares en los que vivió e inició su carrera el célebre tenor roncalés. Pero Kraus no sólo habló de las peripecias que han seguido los objetos personales de Gayarre que él ha poseído y hoy donará al museo dedicado al cantante en su pueblo natal, sino de la concepción musical y escénica de la ópera en las últimas décadas. A este respecto, recordó que antaño la música de acompañamiento operístico surgía de formaciones de apenas 30 o 40 músicos, que se situaban debajo de un escenario próximo al público, con una disposición física "que llegaba a alcanzar casi la mitad de la sala". De esa manera, la voz de los cantantes, "situada en medio del teatro", era la protagonista máxima y se podía escuchar y calibrar a la perfección. El tenor lamentó que, sin embargo, el canto se haya convertido hoy "en una lucha denodada contra los 80 elementos de toda la orquesta", sujeta a disposiciones escénicas que sitúan a los músicos como auténtica barrera entre el público y los cantantes. "Yo he llegado a cantar en algunos escenarios desde una distancia de casi 30 metros hasta el director de la orquesta", indicó Kraus, que defendió la original concepción del espacio operístico "en la que un tenor lírico como era Gayarre podía cantar perfectamente como tenor dramático". Kraus recordó que, tras interpretar a Gayarre en el cine, recibió de manos del tenor Pepe Romeu, quien lo había encarnado anteriormente, el bastón y la espada con la que el navarro estrenó la ópera de Ponchielli La Gioconda. A partir de ahí se creó el compromiso de traspasar las "reliquias" de Gayarre a quienes le dieran vida en el celuloide. Sin embargo, Kraus lamentó que se rompiera la tradición. "Por más esfuerzos que hice ofreciendo las piezas, el tenor que debía recibirlas no hizo ni caso". Kraus se refería a José Carreras, que fue Gayarre en la película Romanza final. "Entonces decidí que serían para el museo de Roncal", dijo.
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