Athletic y Celta se deslegitiman
Un fútbol básico, incapaz de sobreponerse a la adversidad, reduce su condición de aspirantes
El partido estaba mediatizado por las circunstancias y acabó por deslegitimar a los equipos: al Celta por las bajas, el Athletic por la ansiedad. Los dos por el campo de juego (?). La tendencia al victimismo, en ocasiones, -a causa del sobreesfuerzo- y del finalismo, en general -un pase mejor que dos para ir más lejos- abortaron un encuentro que tenía los galones del espectáculo y se recondujo por el diseño de la entrega. El celta se desfiguró por la ausencias. La de Mostovoi le privó de la magia, la de Makelele de la energía. La de Michel Salgado resultó espectacular: la reconvencion de Cáceres al lateral derecho tuvo momentos patéticos. A cambio aportó peligro. El Athletic, sin bajas notables, se igualó en las circunstancias. Ansioso como pocas veces esta temporada rompió el partido desde el inicio, ensanchó el campo, al amparo de las carencias defensivas de su oponente y asedió al Celta robándole lo que más necesita, el balón. Sin ese elemento, el conjunto de Víctgor Fernández se vuelgariza demasiado, aunque anuncie peligro en su individualismo (Penev, Sñanchez, Revivo).El interés rojiblanco se recompensó con dos ocasiones manfiestas de gol: una de Etxeberria que se frenó en el barro, otra de Carlos García que devolvió el poste.
ATHLETIC 0-CELTA 0
Athletic: I. Etxeberria; Larrainzar, Alkorta (Ríos, m. 53), Ferreira (Jorge Pérez, m. 78), Larrazabal; Carlos García, Guerrero, Alkiza, Javi González (Ezquerro, m. 77); J. Etxeberria y Urzaiz.Celta: Duturel; Cáceres, Eggen, Djorovic, Josema; Mazinho, Óscar Vales; Karpin (Caires, m. 86), Sánchez (Fran, m. 90), Revivo (Tomás, m. 67); Penev. Árbitro: Brito Arceo, del colegio tinerfeño. Amonestó a Larrainzar, Djorovic, Josema, Carlos García, Karpin y Fran. Unos 35.000 espectadores en San Mamés
Hasta entonces el Athletic había dirigido el partido a su antojo. El tridente del Celta se invalidaba mediante el fuera de juego. Luego cogió el balón y ribeteó una cierta fotografía del equipo que es. No le procuró ocasiones pero le permitió igualarse en el partido.
El Athletic se recluyó en su guarida más habitual, la que ningunea el balón y en la que prevalecen la correrías sobre las posiciones. No fue casualidad que sus futbolistas más signifcativos (Guerrero, J. Etxeberria, Alkiza) tendieran con facilidad al anonimato, lo que reducía la notoriedad del colectivo a la pura entrega muscular. Sólo Javi González oponía el ingenio suficiente para procurar atisbos de calidad.
El fútbol se diluyó en cuanto prevaleció en ambos equipos el destajo y el colectivismo, en busca de un sometimiento más físico que deportivo. El Athletic suele medir sus carencias por el número de veces que utiliza a su portero. Sus ideas por el número de veces que busca a Urzaiz. Ayer cayó en el pecado. Al Celta se le mide por el balón, la prolongación natural de sus ideas. Ayer no lo tuvo. Por eso no hubo goles, porque no hubo juego, ni suerte (el último recurso). Sólo hubo disputa. El mínimo exigible a un partido.
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