Un proyecto cargado de futuro

La historia de l"Escola Comarcal es la historia de un proyecto pedagógico, con una clara vocación democrática y nacionalista, que nació y ha crecido al calor de una sociedad en plena transformación política. "Comenzó hace 25 años con la ilusión de un grupo de padres y madres que buscaban, sobre todo, una escuela en valenciano", cuenta ahora la actual directora del centro, Inmaculada López Primo. Fue así cómo un grupo de padres encabezados por Josep Soriano, Pura Raga, Carme Diego, Nicolàs David, Pep Sanchis, Lola Ausina o Emili Tortosa, además de muchos otros, empezaron a emplear su tiempo libre en dialogar sobre el modelo de escuela que querían. Y decidieron correr la voz, e invitar a todas aquellas parejas de los municipios de l"Horta Sud que quisieran hacer realidad un proyecto pedagógico en valenciano. "Algo impensable en la enseñanza pública de la época", explica la directora, que se incorporó al proyecto hace ya nueve años. En la primera reunión fundacional, allá por 1971, ya se tenía muy clara la idea de una cooperativa educativa de ámbito estrictamente comarcal, que se edificaría sobre tres ejes: la participación de los padres y madres en la escuela; la inmersión en la naturaleza, las artes plásticas, la música y la educación física como áreas a potenciar, y la "vocación" y capacidad de autocrítica de los profesores, acompañada, sobre todo, de ganas de aprender. Sobre una parcela de 28.000 metros cuadrados de secano, cerca del término municipal de Picassent -y lejos de la población "porque el suelo era más barato"- comenzó la construcción de un centro que en la actualidad tiene unas de las instalaciones educativas más modernas de la Comunidad Valenciana y que ha sabido compatilizar las nuevas tecnologías (aula de informática, laboratorio de ciencias, gimnasio, aula de idiomas y audiovisuales y taller de tecnología) con la naturaleza. Todos los grupos, desde los pequeños de 3 años hasta los jóvenes de Secundaria, de 12 a 16 años, tienen su pequeña parcela donde, según la estación del año, se cultivan unas especies u otras. Pero lo que más gusta a los pequeños es la granja. "Uf, hace tres meses parió una cabrita y fue para morirse", ironiza la directora, al recordar las caras de algunos. A nivel organizativo, la escuela conserva el talante asambleario que la ha marcado desde su origen, pasando por momentos duros, por ejemplo, entre 1978 1980, donde se tuvieron que crear, incluso, "fondos de compensación", surgidos de la necesidad de repartir las cargas, en función de los ingresos familiares. La fórmula les permitió, además, mantener su indepencia alejados de las subvenciones. Este espíritu de cooperación y reparto de tareas se ha conservado y trasladado hasta las aulas. Todos los grupos tienen su propio sistema asambleario de decisiones. Los de 3 a 6 años se reúnen en torno a la Taula Quadrada. De ahí es de donde salen las campañas de limpieza del patio o la de salvem un arbre, que se realiza todos los viernes desde hace ya cuatro años. Y los mayores, en Secundaria, lanzan sus propuestas y debates desde el Consell de Delegats. A juicio de Inmaculada López, el resultado más palpable de este tipo de pedagogía participativa es el talante crítico, sociable y solidario con el que salen formados los alumnos. "Se trata de una educación en valores, muy humanista, que es una de las características que más buscan los padres que deciden traer a sus hijos a esta escuela". El proyecto, convertido hoy en La Nostra Escola Comarcal para enfatizar su carácter participativo, inicia el jueves 25 de marzo una serie de actividades que culminarán en abril, donde ex alumnos, ex padres y madres se unirán a la celebración del aniversario de la fundación con el objetivo cumplido de haber sido "una escuela que nace, enseña, aprende y se arraiga". Y que, además, se consolida como un proyecto cargado de futuro.