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Las lluvias torrenciales dejan más de 500.000 damnificados en México

Juan Jesús Aznárez

Los daños causados por las inundaciones que han sumido a México en una de las catástrofes más graves del siglo aumentan conforme los equipos de rescate acceden a zonas más difíciles. Las cifras oficiales registran más de 300 muertos, pero la relación de víctimas probablemente duplicará con creces esa cifra. El número de damnificados supera el medio millón y recobrar la normalidad va a costar un dineral.

Amplias zonas del sur y centro del país (unas 240.000 hectáreas) han quedado arruinadas; sin cosechas ni cabañas, con miles de casas destruidas o seriamente afectadas y con sus habitantes sin dinero ni medios para reconstruir sus vidas. Según el Ministerio del Interior, las explotaciones de por lo menos 90.000 ganaderos y productores agrícolas quedaron anegadas por las riadas.Con el agua y el lodo hasta las rodillas, el presidente mexicano, Ernesto Zedillo, observó la devastación en el Estado de Veracruz y admitió la existencia de comunidades todavía aisladas, que "pueden estar viviendo una situación crítica".

Anteriormente había recorrido la ciudad de Teziutlán, en el Estado de Puebla, la más destruida por los aguaceros. México, subrayó Zedillo, afronta la "tragedia de la década", pues el número de muertos es superior al causado en 1987 por el huracán Paulina y las tormentas que arrasaron en 1998 pueblos enteros en Chiapas.

Las autoridades mexicanas, cuya ayuda a Centroamérica durante el huracán Mitch fue rápida y eficaz, no pueden auxiliar ahora con la celeridad deseada a los compatriotas que reclaman, y protestan, por el retraso en la recepción de la asistencia o por los criterios del reparto. No es fácil llegar a todos.

Los territorios castigados en Tabasco, Puebla, Oaxaca, Michoacán, Jalisco, Veracruz e Hidalgo son extensos, y la destrucción, generalizada. Algunas zonas son ayudadas desde helicópteros, pero las condiciones climatológicas impiden el sobrevuelo en otras.

"Esto nos pasa por ser pobres", era la explicación de una madre desesperada. Buscaba a sus cuatro hijos entre el fango de una avalancha. En Oaxaca, los estragos de las inundaciones siguen al terremoto que el 30 de septiembre golpeó ese Estado y dejó un saldo de 32 muertos y un cuarto de millón de damnificados.

La operación contra el paludismo o el dengue, o cualquier otra epidemia, es masiva: 255 toneladas de medicamentos y 210 brigadas médicas en las 438 poblaciones más castigadas. No todos son solidarios con las desgracias del prójimo, y se han denunciado algunos casos de pillaje y abusivas subidas de precios en comercios. "He perdido cientos de animales. Y ahora viene el saqueo y las enfermedades", agregaba el ganadero Ángel Olemini.

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